Quinto Mundo: Perdón

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Rainbow Dash salió disparada hacia las ruinas del hospital. El escudo protector que invocó Lyra fue lo suficientemente fuerte para detener su embestida.

Sweetie Belle disperso su escudo para correr en ayuda de su amiga Scoot. Ambas Crusaders unieron fuerzas y juntas pudieron cargar a Limestone Pie. Con ayuda de la malherida Redheart, Sweetie y Scoot alejaron a Limey de la escena. Aplebloom sin recibir ordenes, se mantuvo parada, frente al hospital destruido. Al igual que Twinkleshine.

Dash tenía que ponerse en vuelo rápidamente. La condición de sus patas no le permitía caminar.
Agitándose desesperadamente el polvo de su crin, Rainbow se estremeció por la dificultad de su prueba. Miró a su alrededor, pero muchos de los habitantes de Ponyville yacían escondidos en lo mas profundo de sus casas.
Dash se encontró en un punto de desesperación tal, que pensó en pedir ayuda.

Sin una fórmula distinta, la portadora de la lealtad continuó embistiendo el escudo de la Diva de la venganza.

Lyra Heartstrings reía con tanta emoción, que no podía ocultar su mirada poseída por la discordia.

Dash, herida y derrotada, tomo un suspiro en lo más alto de Ponyville, por encima de las nubes negras.

Com el sol encima de su cabeza y el viento soplando hacia el norte, la peliarcoiris pestañeó y una idea pasó por su cabeza.

Scootaloo y Sweetie Belle, ya frente a la casa de las mejores músicos del pueblo, tocaron a su puerta frenéticamente. Redheart había regresado al hospital para ayudar a las enfermeras cerca del siniestro.

Sweetie Belle arreglaba los vendajes de Limestone con su magia, mientras Scoot explicaba la situación a Octavia, quien había atendido a la puerta.

-Calma señorita. Estas tan alterada como una Quinta de acorde. -La virtuosa chelista ayudó a Sweetie a cargar a Limestone hacia su sala, donde la acostaron en el sillón mas grande.

Las Crusaders no pudieron evitar escuchar todo el alboroto que venia del piso de arriba.

-Permítanme señoritas. -Comenzó a subir las elegantes escaleras a la derecha de la sala. -Tomen asiento por favor.-

El sillón mas grande se encontraba justo enfrente de la chimenea. Detrás del sofá, había dos sillones individuales, uno frente al otro separados por una peculiar alfombra, la cual era mitad café y mitad blanco. Y no solo era la alfombra, la casa seguía patrones similares. Las cortinas, la pintura de las paredes e incluso las sillas del comedor.

El alboroto musical del segundo piso paró, se escucho una puerta cerrándose y momentos después, un par de Ponis sé mostraron bajando las escaleras.

-¡Hey chicas! -Exclamó la compañera de Octavia -¡No sabíamos que habían volado el hospital! ¿Saben por qué?-
Las Crusaders confundidas por su actitud relajada, balbucearon un poco, sin contestar nada.

-¡Mi música es tan increíble, que ni siquiera lo notamos! -Sus gafas de armazón negro y acrílico violeta fueron acomodadas encima de su nariz gracias a su magia de unicornio.

-¡Hey también es mi música! -Replico la elegante chelista.

Las Crusaders se miraron de reojo con un toque de ira, debido a su reacción despreocupada.

-¡Quizá podrían haber ayudado! ¡Las enfermeras hacen todo lo posible por mantener a los pacientes a salvo! -Refunfuñó la joven pegaso. -¡En lugar de intentar ayudar. Están aquí haciendo música! ¡¿Creen que la música es suficiente para salvar Ponyville?!

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