La cascada

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El sonido de las aves me despertó, es temprano, poco más tarde de las ocho de la mañana. Durante unos diez segundos me quedé allí escuchando el dulce sonido de los pájaros, pero un sonido, el cual no pertenecía a estos seres voladores me llamó la atención.

Teemo seguía dormido a mi lado y había dejado escapar un ligero ronquido.

Su rostro muestra una paz que ni yo mismo puedo describir, simplemente me quedé observándolo durante unos cinco o diez minutos, memorizando todos y cada uno de los detalles de su rostro.

Sus orejas de gato, su boca ligeramente curvada indicando un sueño agradable, su pequeña nariz y esos ojos verdes que brillan cual esmeralda.

-B-Buenos días, Veigar- Dijo con una voz un poco ronca pues se acababa de despertar.

-B-Buenos días- Dije con un toque de nerviosismo en mi propia voz y un ligero rubor al ser descubierto mientras le observaba.

Después de este momento incomodo, recogimos el campamento y continuamos con nuestro viaje hacia la ciudad de Bandle.

Todo iba según lo planeado, hasta que llego el mediodía y Teemo decidió coger un camino diferente del cual no se había mencionado que íbamos a tomar.

-Teemo, ¿no se supone que tenemos que tomar el camino de la izquierda y no el de la derecha?-

-Sep-

-¿Y por qué vamos por la derecha entonces?-

-Es una sorpresa, confía en mí- Hubo algo que me dijo que hiciera lo que me acababa de decir y que confiara.

Al atardecer Teemo nos sacó del camino y nos adentramos en plena jungla.

-Teemo, ¿dónde me llevas?- Confiaba en él pero todavía no entendía este inesperado cambio de planes.

-Aguanta, no queda mucho para llegar-

-¿Llegar a dónde?-

-Lo sabrás cuando llegemos-

Pasamos como una media hora caminando entre plantas e insectos. Estuvimos platicando durante todo el camino hasta que mis oídos recogieron un sonido diferente al de la voz de Teemo o la jungla.

-¿Agua?- Pregunté, pero mi compañero no me respondió y continuó con su caminata sólo para que a unos treinta metros apareciera una cascada.

La cascada tenía como mínimo sesenta metros de altura y caía sobre un estanque del cual nacía un río.

El estanque es de agua limpia y pura con varias flores de diferentes colores adornándola. Es todo un espectáculo contemplarlo.

-Esto es hermoso, no puedo creer que algo así este en medio de Kumungu, oculto del resto el mundo- Me quedé maravillado por tal espectáculo.

-La encontré hace unos meses, no sale en ningún mapa y nadie sabe que existe, sólo nosotros-

Nos acercamos a la orilla del pequeño estanque el cual está formado por rocas y no arena o tierra, y pudimos comprobar que había pequeños peces de colores. Mientras disfrutaba de los pequeños animales acuáticos recibí un empujón de parte de Teemo y caí al agua.

-¿¡Por qué has hecho eso!?- Pregunté gritando nada más salir a la superficie.

-Venga ya, hace calor y necesitamos refrescarnos-

-¿Y solamente decides empujarme al agua con la ropa puesta?-

-Llevas días sin lavar la ropa y la mía tampoco es que huela a rosas precisamente y como en la casa de Soraka no pudimos lavarla lo haremos aquí-

El agua esta fría lo que ayuda al intenso calor de Kumungu.

-Podrías haberlo dicho antes-

-Entonces no tendría gracia- Dijo mientras soltaba una pequeña risita.

Salí del agua y junto al explorador nos quitamos toda la ropa excepto la interior.

Lavamos la ropa y nos metimos en el agua a pasar el resto de la tarde la cual estuvo llena de todas y chapuzones.

Al llegar el anochecer salimos del agua y nos pusimos la ropa ya saca y lavamos la ropa interior y la pusimos a secar.

La noche pasó tranquila, incluso más de lo normal.

Llegó la hora de ir a dormir y no conseguí que Morfeo me llevará a su mundo por lo decidí dejar de dar vueltas y entretenerme con otra cosa.

Me di cuenta de que el yordle de ojos cerrados no se encontraba en su saco. Quizás este en el estanque, por lo que me dirijo allí a ver si se encontraba en el lugar .

Al llegar pude apreciar que cerca de la cascada, encima de una roca solitaria se encuentra el yordle que estaba buscando.

Está totalmente desnudo mirando hacia la luna llena. En un primer momento, la vergüenza hizo acto de presencia y adorno mis mejillas con un leve color rojizo, pero poco a poco el rubor, junto con la vergüenza se fueron. Dejándome solo mientras contemplaba a Teemo.

No siento vergüenza en absoluto, solo admiración por aquel yordle de pelo color crema.

Estuve así durante varios minutos y fue entonces cuando me di cuenta de algo que debería haber descubierto antes.

Estoy enamorado de Teemo.

No sé cuándo ni como pero sé que cuando estoy cerca de él siento cosas que no siento con nadie más. Primero un calor que inunda mi pecho seguido de una aceleración del pulso, junto con palmas sudorosas y una boca seca.

-¿Veigar?- Maldición, me ha descubierto, pues estaba entre algunas plantas intentando ocultarme de él, cosa que no me funciono.

-S-Sí, soy yo- Conteste.

-¿Qué haces aquí?-

-No podía dormir y cuando no te he visto en el campamento vine a ver si estabas aquí-

-Ah, eh... esto, ¿por qué no me haces compañía?-

-¿Q-Quieres nadar juntos, desnudos?- No estoy seguro de si lo que he oído es verdad o solo un producto de mi imaginación.

-Sí, no pasara nada. Además somos adultos y no vamos a dejar que una tontería como esta nos controle-

-E-Está bien- La siguiente hora la pasamos nadando y hablando tranquilamente, a los diez minutos ya ni me acordaba de que estábamos desnudos.

-Ya va siendo hora de volver, es tarde y mañana tenemos que continuar-

-Tienes razón, deberíamos volver-

-Regresamos al campamento después de vestirnos y nos fuimos a dormir, y esta vez puede hacer que Morfeo me dejase entrar en su mundo con suma facilidad.

Llegue al mundo del dios del sueño con la imagen de Teemo a la luz de la luna, imagen que se repetirá por el resto de la noche.

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