Capítulo 2

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Era demasiado consciente de que estaba siendo besado, de manera poco decorosa, en medio de un bar, en Londres, por un perfecto extraño. ¡Ni siquiera le había preguntado su nombre!

«Lo estaré haciendo bien? ¿Dónde pongo las manos? ¿Será que debo despegarme yo?», mi mente no dejaba de funcionar, pero si de verdad iba a hacerlo tenía que apagarla, desenchufarla, o al menos bajarle el volumen.

El beso nunca fue suave, ni tierno; tampoco de forma alguna exploratorio. Todas esas facetas preliminares fueron obviadas para entrar de lleno en materia, su lengua danzando en mi boca desde el primer momento, tan competentemente como su cuerpo lo había hecho contra el mío momentos antes. Tomando finalmente una decisión, moví un brazo hasta el lateral de su espalda, y el otro con la cerveza lejos de él, no quería que se sobresaltara al sentir el frío de la botella.

Un ruido sordo escapó de su garganta y su mano libre, la que no sostenía el vaso, rodeó mi cintura pegándome más a él, hasta que mi pelvis quedó unida a la de él en el sitio preciso. En ese momento fue mi turno de soltar un ruidito de sorpresa y lo sentí sonreír contra mi boca.
Se separó un poco, lo justo para dejar de besarme y presionar su frente con la mía.

—¿Nos vamos ya? —susurró y yo solo pude asentir. De un trago vació el contenido de su vaso y me tomó de la mano llevándome hacia la salida.

¡De verdad iba a hacerlo! Me iba con él sin saber quién era ni a dónde me llevaba. Solo tenía una idea bastante general de lo que íbamos a hacer, aunque tampoco podría estar muy seguro, había tantas variaciones sobre el mismo tema... ¿Qué tal si de verdad era un asesino en serie? ¿Una versión moderna, y sobre todo hermosa, de Jack el Destripador? A fin de cuentas, estábamos en Londres.

Salimos del bar y comenzamos a caminar en silencio por calles que yo desconocía, con su brazo al rededor de mi cuello, como si fuéramos amigos de toda la vida, pero toda la confianza se estaba evaporando de mí, conjuntamente con los efectos del alcohol.

—¿Cómo te llamas? —se me ocurrió preguntar. Tal vez si escuchaba nuevamente su acento algo de mi valor inicial retornaría. Aflojó un poco el paso y se volvió hacia mi mirándome intrigado. ¿Es que acaso no era una pregunta lógica? Entendía completamente todo eso del anonimato del mundo homosexual y las aventuras de una sola loche, pero solo quería saber su nombre ¿era una demanda tan irracional?

—Kylen —dijo como si fuese obvio.

¿Sería que me lo había dicho antes mientras estaba atrapado en mi diatriba mental y yo no lo había escuchado?

—Eres alemán —Su mirada incrédula se acentuó un poco más haciendo que sus cejas se juntaran en un claro signo de interrogación.

—Belga —dijo con cautela, como si yo le estuviese jugando una broma. —De dónde eres?

—Nueva York. Estoy de vacaciones...

—Nueva York es genial —afirmó y una pizca de su sonrisa anterior volvió a aparecer.

—¿Has estado en Nueva York?

Esta vez una risa ahogada escapó de su garganta, disfrutando de una broma privada que yo no entendía.

—Eres increíblemente perfecto.

Y sin ningún tipo de aviso se detuvo, empujándome contra la pared más cercana. Nuevamente su boca estaba sobre la mía mientras sus caderas y piernas me mantenían aprisionado a la pared. Una de sus manos bajó por mi costado hasta que encontró el borde de mi camisa y se deslizó debajo iniciando el ascenso por mi piel.

Tantas sensaciones me inundaban que no sabía a qué estimulo debia prestar más atención: sus besos estallando en mi cerebro, sus caderas presionadas contra las mías incendíando todo de la cintura para abajo o el ligero toque de sus dedos subiendo por mi abdomen.

Ballet en Londres (Gay +18) [Terminada] #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora