St James's Park era un hervidero de gente ese domingo, o tal vez fuera siempre así el último día de la semana. ¿Cómo iba a saberlo yo? Turistas haciendose fotos, niños alimentando ardillas, gente paseando... No me daban abasto las piernas.
Kylen tenía que estar allí. No sabía por qué me importaba tanto. No lo conocía mucho. Tal vez no se necesitaba un lapso de tiempo preestablecido para que alguien te agradara, para sentir que de alguna manera había una conexión. Nunca me había pasado. Años y años trabajando con las mismas personas sin relacionarte con ninguna más allá de lo laboral no me hacían un experto. Mi único amigo era Matt y a él lo conocía desde la universidad, pero había algo en el hecho de que una persona te abriera su corazón, sus dudas, sus miedos que, al menos en mi caso, lo convertían en parte de mi vida.
Tratando de apurar el paso, sin atravesarme en el objetivo de algún fotógrafo aficionado empeñado en eternizar la belleza de los jardines, echaba miradas de reojo a mi celular, esperando una llamada de Cedric que me dijera que todo estaba en orden y que el «niño problema» estaba en algún lado en una sola pieza. Sin embargo, no llego ningún mensaje, solo un correo de Arthur que abrí por reflejo, para evitar que la pantalla siguiera titilando en mi mano y me distrajera cuando la información que realmente estaba esperando apareciera.
Hola, Danny: Adjuntos están los archivos traducidos y mi analisis personal de la historia. Te mando el correo de la encargada del proyecto que esta muy interesada en tu talento como escritor. Arthur
La perspectiva de un nuevo trabajo, la información sobre el pasado posiblemente «sórdido» de Cedric, todo lo que me habría hecho saltar hacía apenas veinticuatro horas estaba en esos archivos y ya no importaba. Esa era una de las cosas más curiosas de la información, cuando era esquiva valía la pena, pero cuando estaba al alcance de la mano ya no parecía tan importante, mas cuando tus objetivos habían variado y de momento el mío estaba frente a mi, sentado en la misma banca que habíamos compartido.
Me detuve un momento, cerré los ojos y suspiré con alivio. Kylen lucía abstraído del paisaje que lo rodeaba, los antebrazos sobre las piernas y la mirada perdida mas allá de los límites del parque. Parecía casi una figura incorpórea, una sombra que cualquiera podría atravesar, pero al menos estaba en una sola pieza. Lentamente me senté a su lado sin conseguir si quiera que volteara para mirarme o reconociera mi presencia allí de alguna forma. Estuvimos así unos cuantos segundos, hasta que me decidí a dar el primer paso.
—Cedric está preocupado. Un tal Mikhail y una mujer que debería estar en la portada de Vogue están en su casa debatiéndose entre llamar a la morgue o alertar a la Interpol.
—Cedric debería dejar de usarme para exorcizar sus demonios —díjo sin voltear para mirarme o variar su posicion en forma alguna. Su tono tan carente de sentimientos como toda su postura.
—Tienes función hoy... —insistí.
—No voy a ir.
La negativa me sorprendio. Tal vez tenía un suplente y había avisado que estaba indispuesto. Para mi el no presentarme a trabajar cuando todos me esperaban habría sido un pensamiento inconcebible pero, tal vez, para los artistas fuese diferente.
—¿Puedes hacer eso?
—Cuando te vi en aquel bar estabas bailando con los ojos cerrados. No te importaba quién te veía ni parecías estar buscando atención. Solo estabas bailando. Eso me impulsó a acercarme a ti, no fue algo consciente, pero sabía que era algo de lo que necesitaba contagiarme.
—Y yo que creí que había sido porque soy apuesto...
—Anoche intenté hacer lo que me dijiste, bailar en la oscuridad para ver si aún me gustaba. Pero siempre hay alguien allí. —volteó para mirarme y su expresion era el vivo retrato de la desesperación. —No puedo seguir, Danny. Salí esta mañana y mi cuerpo se rebeló ante la sola idea de pisar el teatro nuevamente, mis piernas comenzaron a caminar en sentido contrario sin pedirme permiso. He alcanzado el punto en el que salir a escena me parece insostenible, no es simplemente que no quiera hacerlo, es que lo odio.
Entendía profundamente esa sensación. Yo mismo la había sentido una mañana después de meses de tratar de enterrarla y, al igual que Kylen, el deseo de huir ganó. No obstante, en mi caso a nadie le había importado, yo era fácilmente reemplazable, pero Kylen era diferente. El era alguien, una estrella, yo solo había sido un soldado.
—No puede ser tan terrible, solo estás teniendo un mal día —dije intentando el discurso que me hubiera gustado que alguien empleara conmigo. —Hay gente para quienes lo que tú haces es importante, esperan horas para comprar los boletos, te aplauden de pie y te esperan a la salida, reconocen tu esfuerzo y la calidad de tu desempeño. También están tus compañeros de trabajo, ellos cuentan contigo.
Kylen emitió un bufido y no lo culpé. Eso había sonado tan falso, tan «de manual», que lamenté haberlo dicho. Realmente era muy malo en eso de consolar. Pero ¿cómo podía ayudarlo con sus dudas si eran las mismas con las que yo había estado luchando durante meses sin lograr vencerlas definitivamente?
—Recuerdo la primera vez que salí a bailar borracho —continuó regresando su mirada al vasto espacio que nos rodeaba. —Estaba tan asustado, olvidé algunos pasos y otros no salieron tan bien como debían, casi dejé caer a mi compañera. Cuando cerró el telón esperé la reacción del publico conteniendo el aliento y ¿sabes que? ¡No se dieron cuenta! Aplaudieron enardecidos como si fuese lo mejor que hubiesen visto en su vida. Desde ese momento comencé a probar los límites, algunas veces daba una actuación que yo sabía que era brillante, otras estaba tan desgastado que casi me limitaba a caminar sobre el escenario y siempre obtenia la misma ovación. Realmente no me ven a mí ni lo que hago, ven lo que les han dicho o lo que han leido que deben ver, «el mejor bailarin del mundo». Durante un tiempo creí que era suficiente ser una denominación, pero ahora quiero ser también una persona. Quiero que alguien me vea, a mí, no al ícono.
—Yo te veo —le dije apretando su brazo y esta vez no eran palabras vacías. Yo me reconocía en él. —Cedric también y seguramente los que trabajan contigo...
—Cedric solo quiere expiar su pasado salvándome, y para los directores y coreógrafos que trabajan conmigo solo soy un producto, al igual que lo fui para mis padres.
—¿Y que importa? —Kylen me lanzó una mirada atónita. —La cuestión aquí es cómo te ves a ti mismo, es tu vida y esa es la única cosa de la que no puedes huir.
—No sé lo que soy ni lo que quiero ser. —se pasó ambas manos por el cabello hasta que quedaron colgando en su nuca. —A los quince lo sabía , a los dieciocho también, pero ahora tengo veintitrés y NO LO SÉ.
—Bienvenido al club. —puse mi mano sobre su pierna. —Por experiencia puedo decirte que si escapas sin poner tus ideas en orden te vas a sentir peor de lo que te sientes ahora. Te vas a hundir más preguntándote si hiciste lo correcto.
—No puedo volver...
—Sí puedes y vas a hacerlo. Solo por hoy, tienes que poner fin a este ciclo para que puedas empezar el próximo liberado. —Kylen volteó para mirarme casi como retándome a que lo obligara. —Si no apareces hoy para la función de cierre de la temporada, el escándalo va a ser enorme. —empleé mi tono mas razonable.
—No me importa. He tenido suficientes escándalos, se cómo sobrevivir a ellos.
—Ahora no te importa, pero en unos meses cuando decidas que quieres volver a bailar, porque créeme vas a querer volver, ¿quién va a contratarte si tu historial es el de un borracho irresponsable? —Kylen enterró la cara en sus manos y comencé a frotarle la espalda en círculos.
—Los chicos lindos deberían ser complacientes, no lógicos y razonables —dijo aún sin levantar la cabeza. —¿Quien eres, Danny?
—Tu hada madrina —dije serenarnente poniéndome de pie y extendiéndole la mano. —Si nos vamos ahora llegaremos con suficiente tiempo al teatro para que nadie sufra un ataque de apoplejía. Mientras más rápido terminemos este día, más pronto comenzará el siguiente.
—¿Podemos parar a beber algo antes, hada madrina? ¿Jugo de calabaza? —su tono era serio, pero su cara era de broma.
—¡No! —dije y no pude evitar reír. —Vas a entrar a ese teatro y a plantear tu situación como un adulto. Es la mejor manera para que comiencen a tratarte como a uno.
—Si no te haces novio de Cedric —dijo colgándose su bolso de ballet al hombro y tomando mi mano. —¿Podrías ser el mío?
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Ballet en Londres (Gay +18) [Terminada] #1
RomanceLa vida de Danny Miller, periodista neoyorquino está en un dilema. Siguiendo un incentivo, renuncia a su trabajo y se va de viaje intentando restablecer sus ideas. Llega a Londres sin saber qué hacer con el resto de su vida. Quiere ser alguien difer...