Capítulo 3

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Que el sujeto con el que estás teniendo una ardiente sesión de besos, obviamente determinada a ir mucho más allá, termine vomitando a tus pies no es precisamente un masaje para el ego.

Llegados a ese punto, solo quería desaparecer y olvidar las últimas horas de mi vida. Únicamente a mí me podían pasar estas cosas.

—Lo siento tanto —la voz de Kylen parecía más un gruñido que algo humano, pero fue suficiente para sacarme de mi fiesta de autocompasión y permitir que mi naturaleza, esa que tantas veces me había impulsado a abandonar mi cama en la madrugada porque una bomba había estallado, se hiciese cargo.

Un exacerbado sentido de la responsabilidad había guiado prácticamente toda mi vida adulta y la situación actual no era la excepción.
Sorteando lo que ahora estaba en el piso, que para ser honesto no era mucho y era todo líquido, me arrodillé al lado de Kylen acariciándole la espalda.

—Vamos a llevarte al baño, grandulón —lo ayudé a levantarse y como no tenía idea de dónde estaba el baño, tuve que sostenerlo hasta que decidió encaminarse hacia una dirección.

Estiró la mano en lo que atravesamos el umbral y encendió la luz. Dejando que se apoyara en el lavamanos tomé una toalla; abrí el grifo, empapándola para limpiar su cara.

—Voy a necesitar que te incorpores —le dije suavemente —Tenemos que quitarte esa camisa.

Casi como un autómata hizo lo que le pedía, enderezando la espalda, aunque era evidente que aún no estaba muy estable.
Me di tanta prisa como pude para sacarle la camiseta, aunque alguien debía sugerirle que para situaciones parecidas usara una camisa de botones. Eso habría hecho mi vida mucho más fácil.

—Ahora tienes que lavarte los dientes —agarré el único cepillo que estaba sobre el lavamanos y le puse el crema dental.

—No tienes que ver esto, ni ayudarme —dijo Kylen con la cabeza aún colgándole entre los hombros y los ojos cerrados —Ya me siento mucho mejor.

—Claro que tengo quehacerlo. —Puse el cepillo de dientes en una de sus manos y abrí el grifo, luego me retiré un poco, dándole algo de espacio. —Si te caes, seguramente golpearás tu cabeza contra el lavamanos ó las baldosas del suelo, lo que te generará una contusión que te dejará inconsciente y mañana amanecerás muerto, ahogado, en tu propio vómito, y yo seré la última persona que te vio con vida. No quiero eso en mi expediente.

—Sería un final poético para mí —dijo cuando terminó de lavar sus dientes y no se me escapó el amargo tono de autodesprecio que había en él, pero era lógico que se sintiese terriblemente apenado. Yo me estaría muriendo de la verguenza si fuera él.

—Ahora a la cama —dije llenando un vaso con agua y ofreciéndoselo.

—¿Te dije que ya me sentía mejor? —Un fantasma de aquella sonrisa encantadora amenaza con aparecer, pero su rostro estaba demasiado desencajado y su mirada demasiado desenfocada para que surtiese el mismo efecto.

—Ni lo sueñes, jovencito —le dije sonriendo. —Los hombres casi inconscientes que han vaciado su estómago justo frente a mí no me parecen sexys.

Y era cierto. Incluso cuando le habla quitado la camisa y unos abdominales bien marcados al igual que unos brazos igual de fibrosos hicieion su aparición, Kylen había perdido todo su encanto sexual. Seguía siendo hermoso y la suave línea de vello que descendía desde su ombligo hasta desaparecer debajo de su pantalón parecía captar demasiado de mi atención, pero las mariposas de mi estómago habían decidido tomar una siesta.

Lo ayudé a subirse en la cama, le quité los zapatos, lo tapé con el cobertor y me quedé ahi sentado acariciándole la espalda hasta que se quedó dormido.

—No debí tomar ese último vaso de vodka —dijo justo antes de caer en la inconsciencia. —Tú eres maravilloso.

En ese momento no me sentía maravilloso en lo más mínimo. Con la toalla húmeda aún en la mano limpié los restos de la enfermedad de Kylen del piso y luego me dirigí al baño para echarla, conjuntamente con la camiseta que había dejado tirada en el piso, en el cesto de la ropa sucia.

Mi propio reflejo en el espejo daba lástima: el pelo desordenado, los labios aún hinchados y, como guinda de la tarta, la parte superior de mi cuerpo estaba descubierta y el pantalón a medio abrochar. Ahora que todo había pasado, surgía una pregunta desde el fondo de mi mente: ¿y ahora qué?
Nada parecía salirme bien. Allí estaba yo, a las tres de la mañana, en un apartamento en medio de una ciudad desconocida a la cual había venido para tener sexo con un extraño, ese extraño estaba ahora inconsciente en su cama, tras haber vomitado a mis pies producto de la borrachera.

Podía irme y tratar de conseguir un taxi, pero eso era un riesgo y ya había tomado suficientes, no digo por una noche sino por una década completa. Además, con la suerte que estaba teniendo, probablemente llovería, me perdería y moriría congelado en una acera.

Mi mejor curso de acción parecía ser, primero que nada, encontrar mi camisa, y luego intentar dormir en el sillón que había intuido afuera hasta que la luz del día hiciese un poco menos borrosas las cosas. Era bueno tener un plan, no lo tenía para el resto de mi vida, pero al menos tenía uno para las horas siguientes. Eso era un avance.

Recargado con mi nuevo propósito, salí del baño, encontré mi camisa en el suelo, chequeé que Kylen estuviese respirando y abandoné la habitación apagando la luz y cerrando la puerta tras de mí. Busqué a tientas por las paredes del salón por el que había entrado hasta dar con un interruptor y en lo que todo se iluminó, me encontré de frente con la verdadera identidad del chico que ahora dormía en el cuarto de al lado. Un afiche enorme ocupaba una de las paredes. Un bailarín en lo que claramente era el vestuario de El Lago de los Cisnes estaba suspendido en el aire capturado en medio de un salto imposible. Debajo solo un nombre en letras enormes: Kylen Deshawn.

Una risa comenzó a escapar incontrolablemente de mi garganta mientras miraba alternativamente el afiche y la puerta de la habitación, hasta que tuve que poner una mano sobre mi boca para cortarla en seco. Tanta hilaridad amenazaba con desbordarse hasta dejarme histérico, producto de todo el estrés de la noche y la situación en la que me encontraba ahora.

Damas y caballeros, el primer bailarín de la compañía más importante del mundo acababa de vomitar a mis pies. ¿Quién quería una historia de vacaciones que contar?

Ballet en Londres (Gay +18) [Terminada] #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora