Despertar en una cama que no es la tuya es desorientador. En un principio no sabía donde estaba ni qué día era y mi mente trataba, infructuosamente, de adecuar los contornos que la claridad de la mañana revelaba a mi alrededor con los de mi propia habitación o algún otro lugar familiar.
Cerré los ojos y volví a abrirlos, tratando de enfocar. Mi brazo sobresalía sobre un cobertor negro que me arropaba. Adicionalmente había una mano masculina abrazando mi cintura y un cuerpo pegado a mi espalda.
Cedric. El nombre parecía estar escrito en mi mente como un anuncio de neón.Todo regresó de golpe: dónde estaba, lo que había pasado la noche anterior y lo más importante, ya era la mañana siguiente.
Me incorporé de golpe y salté de la cama sintiendo un tirón en todos mis músculos como si hubiese tenido una sesión particularmente ardua en el gimnasio el día anterior y la había tenido ¿o no? Aunque fuese en un gimnasio privado con un instructor que sacaba lo mejor de mí.
—Buenos días.
Me volví y allí estaba. Su pecho desnudo sobresaliendo encima del cobertor domo una invitación para descubrir lo que estaba debajo.
—¡Es de día! -le dije por toda explicación, lanzando una mirada airada a la persiana como si ella tuviese la culpa.
—Sí -dijo él apoyando las manos detrás de su cabeza. —Vuelve aquí. Anoche te quedaste dormido así que todavía me debes algo.
—¿Qué hora es?
—Como las nueve o algo así.
—¡Mierda! —dije metiéndome en el baño y cerrando la puerta de un portazo.
Salí al cabo de unos minutos con la cara lavada y el cabello lo más arreglado que pude. Cedric seguía estirado sobre la cama mirándome con curiosidad. Era tan tentador verlo ahí, sabiendo lo que me esperaba si volvía, que me puse a dar vueltas recogiendo mis calcetines, mis zapatos y mi traje.
No pude reprimir la mueca.—¿Qué pasa? —preguntó él desde la cama.
—Necesito ropa. No hay fuerza terrestre que me obligue a meterme de nuevo en ese traje —en especial teniendo en cuenta lo particularmente sensible que está mi trasero esta mañana.
—No necesitas ropa —me dijo acariciando el lugar vacío en la cama a su lado y una expresión que no podía ser sino de satisfacción. —Necesitas volver aquí. Ahora. Verte dando saltitos vestido con mi pijama por toda mi habitación me ha puesto repentinamente ansioso.
—Me tengo que ir —dije sin querer mirarlo mucho, pasando alternativamente la vista del traje que tenía en mi mano a una puerta frente a mí que parecía un closet. —Préstame algo, una sudadera, unos pantalones de correr... algo.
—¿Te gusta? —dijo señalando su torso desnudo con una sonrisa presumída. —Piscina, todos los días desde que tenía siete años, estilo mariposa.
Eso explicaba la espalda, los brazos, las piernas. ¿Era un nadador aficionado? Seguramente lo era tan joven como para competir, tampoco es que fuera viejo. ¿Qué edad tendría? ¿Veintiocho? "Concéntrate, Danny", mi cerebro en pánico me gritó.
—Si no me voy AHORA, voy a perder mi vuelo.
—¿Te vas hoy? —la incredulidad en su voz hizo que mi estómago se retorciera. —¿No puedes quedarte un tiempo más?
Tenía que moverme. Si me lo volvía a pedir iba a saltar de nuevo a esa cama y Matt iba a matarme. Si llegaba a tiempo seguramente me perdonaría el haber destruido su corbata más fina y haber perdido el pañuelo del traje. Así que sin esperar permiso abrí la puerta del closet y caminé dentro.
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Ballet en Londres (Gay +18) [Terminada] #1
RomanceLa vida de Danny Miller, periodista neoyorquino está en un dilema. Siguiendo un incentivo, renuncia a su trabajo y se va de viaje intentando restablecer sus ideas. Llega a Londres sin saber qué hacer con el resto de su vida. Quiere ser alguien difer...