Capítulo 23

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- ¿ahora donde carajos estoy? - se pregunto Lizzy mientras se levantaba del cesped e iba hacía el agua.

Al llegar se puso en cuclillas y metió sus manos al agua.

No fue una buena idea.

Saco sus manos rápidamente y comenzó a moverlas tratando de refrescarlas. Aquella agua estaba tan caliente que bien podría convertirse en lava.

Una vez que dejo de sentir el ardor por lo caliente del agua miro sus dedos, ya no estaban manchados de rojo, pero ahora estaban ligeramente rojos por esa quemadura, por así llamarla.

Por alguna razón solamente sus dedos habían estado manchados, ninguna parte de su cuerpo estaba manchada, solo los dedos. Tal como los tenía cuando probaba la masa para pasteles de chocolate.

Se levantó y observó a su alrededor, algo parecido al bosque donde vive Zed pero degradado, o tal vez no, parecía como si se estuviera en otoño.

Todo lo que sus ojos alcanzaban a ver le parecía bello pero a la vez extraño, le parecía un tipo de bosque mágico pero peligroso.

Comenzó a caminar hacía el bosque, tal vez si seguía caminando podría llegar al otro lado del bosque. Ella pensaba que estaba en el bosque que tanto conocía.

Aunque ese lugar nunca lo había visto en el bosque.

Caminó y caminó hasta el punto en que solo veía solamente árboles. Parecía que caminaba en círculos, no había ninguna diferencia en todos los árboles, tanto que la estresaba el no poder salir de ese lugar.

Dru.

El nombre de su amigo pasaba por su mente una y otra vez, lo último que recordaba era haber estado sobre el lomo de Dru y ahora estaba en un lugar demasiado extraño que no conocía para nada.

[...]

Zed estaba regresando del pueblo y caminaba por un sendero que llevaba hacía el bosque donde llevaba viviendo gran parte de su vida.

El bolso tejido que llevaba balanceando en su mano hacía ruido con las hojas de los arbustos al costado del sendero.

Miraba hacía todos los árboles frente a él. Pensaba en todas las cosas que veía en la mente de Eliza. Casi podría jurar que Eliza no es quien dice ser, pero tiene el leve pensamiento de que ni ella misma sabe quien es.

Zed, piensa que a Elizabeth le han mentido, pero siempre que trata de tocar ese tema disimuladamente, Elizabeth lo descubre y siempre recibe la misma respuesta de su parte, <<Zed, ya deja de imaginarte cosas incoherentes>>.

Aún recordaba el por que conoció a Elizabeth y como fue, no fue una muy buena primera impresión para ninguno de los dos, pero ninguno resultó ser lo que el otro pensaba.

También recordaba la primera vez que entró en los pensamientos de Elizabeth. No fue para nada satisfactorio, había algo en la mente de Eliza que le impedía el paso a sus recuerdos; cada vez que lograba acceder a ellos eran recuerdos al azar, nunca lograba ver el recuerdo completó y mucho menos acceder a otro cuando parecía terminar el primero.

No eran recuerdos importantes, siempre eran fragmentos, pero esos pequeños fragmentos lograban alterar a Elizabeth, parecía que mientras mas recordaba mas daño se hacía.

Crack.

Zed quitó su vista de los árboles y observó su alrededor, parecía que no había nada, pero ese sonido no pudo haberlo causado el aire y mucho menos el, el sendero por donde caminaba estaba libre de ramas. Además no se fiaba de la típica frase <<debió ser un animal>>. Él aprendió por cuenta propia el no confiarse de nada.

Pero no muy lejos había un par de ramas que se movió, por un momento pudo jurar haber visto una mancha gris.

Comenzó a caminar hacía el lugar donde veía la mancha gris, no tenía un buen presentimiento.

[...]

La rubia siguió caminando entre los árboles, era un caminó sin fin, ¿pero que podía hacer?
Solo esparaba poder llegar al borde del bosque y poder ubicarse.

No había caminado ni dos pasos mas cuando sintió sus piernas, como gelatina. No lograba mantenerse de pié y callo al suelo.

<<Déjame salir...>>

De inmedito llevó sus manos a los costados de su cabeza, esa voz, la voz que había escuchado antes en el lomo de Dru volvió. Bueno, era eso o tener principios de esquizofrenia.

<<No la dejes>>

Elizabeth comenzó a quejarse por el dolor que le provocaban esas voces, que ni siquiera sabía por que las escuchaba.

<<¡¡Dejame salir!!>>

<<¡¡No la dejes Lizzy!!>>

- basta... - murmuró apoyando su cabeza en el suelo.

<<¡¡Dejame salir idiota!!>>

<<Tu puedes Elizabeth, no la dejes salir>>

<<¡¡No te interpongas!!>>

- ¡¡BASTA!! - grito mientras sus lágrimas salían. Podía sentir que en cualquier momento su cabeza estallaria.

<<¡¡Dejame salir!!>>

- ¡¡callate!! - volvió a gritar.

<<Se fuerte...>>

- no puedo, no puedo - murmuró contra el pisó mientras apretaba su cabeza tratando de no sentir dolor.

<<Tienes razón, no duraras mucho, yo podre salir>>

- para... - murmuró al sentir una punzada mas fuerte y poco a poco tener su vista borrosa.

<<Se fuerte Mal>>

Descendientes 2: No todo ha terminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora