Capítulo 30

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30

El mundo entero es un teatro.

—William Shakespeare, Como gustéis.

La sábana se cae.  La cama tiembla. Trozos de granito caen sobre mi frente. Abro los ojos alerta. Todo se mueve, los gritos traspasan las paredes. Salgo como puedo de la cama, tambaleándome por el cruel balanceo del suelo, me agarro al pomo de la puerta y paso la tarjeta para abrir. Salgo y el caos se me echa encima.

Una horda me mujeres de todas las edades pasan corriendo, intentando no caerse, por delante de mí. Las expresiones de terror y los gritos son los reyes del pasillo.

—¡Ah! ¡Corre! —Andrea me coge por el pecho de la camiseta azul clarita que uso para dormir y me arrastra con ella. Otro ruido estridente sacude Refugio, haciendo que Andrea, yo, y otras mujeres nos demos de bruces contra la pared del pasillo. Me caigo al suelo y Andrea me levanta.

—¡¿Qué está pasando?! —Pregunto a gritos entre toda esta ola de ruidos.

—¡No lo sé! ¡No pares de correr!

En este momento es cuando noto que todo lo que me han estado enseñando Jorge y Noah sirve para algo. Corremos lo más rápido que podemos con todo el balanceo y la marabunta de gente. Llegamos a una sala donde hombres y mujeres nos juntamos para dirigirnos a la salida más cercana.

Veo a gente llorando, con heridas. Veo a niños berreando y a madres asustadas. Los cazadores intentan regular la situación, pero es imposible, la gente no hace caso. Esto es igual que lo simulacros de incendio que se hacen en los colegios y en las oficinas: se supone que hay que estar tranquilo, pero, ¿cómo pretenden que estemos tranquilos cuando un edificio cavado en la roca se nos viene encima? Veo a Charlie delante de todo el mogollón de gente.

—¡Parad! —Apenas se le oye —¡vamos a abrir las puertas, pero tened cuidado! ¡No sabemos lo que hay ahí fuera!

—¡Tampoco sabemos lo que pasa aquí! —Grita un hombre. Otra bomba hace temblar el lugar.

Charlie va a decir algo, pero nadie lo escucha. Se abren las puertas y la gente se mata por salir. Hay personas que se caen y quedan aplastadas por sus propios compañeros; otros salen y otros se quedan atrás para asegurarse de que todos salen. Me doy cuenta de que no veo ni a Noah ni a Dan. Andrea tira de mí.

—¡Espera! —Me suelto— ¡Dan y Noah no están!

Desde aquella noche, Noah y yo habíamos estado muy juntos. Él había estado muy animado y había decidido pasar las horas en el invernadero, plantando flores y todas esas cosas. Noah debía de estar ahí cuan ha empezado esto, y puede que siga allí. El invernadero puede resultar laberíntico si intentas salir con prisas. Necesito saber donde está Noah.

Andrea está desesperada y con lágrimas en los ojos.

—¡Ellos saben defenderse solos! ¡Rápido! —Dan aparece sin aliento y Andrea se relaja un poco — ¡¿Y Noah?!

Dan niega con la cabeza y tira de nosotras:

—No lo sé. Vamos, saldrá por su cuenta.

Tira tan fuerte de las dos que me cuesta mucho soltarme, y, cuando por fin lo hago, salgo a correr en dirección contraria. Dan y Andrea me gritan pero no les hago caso. Corro y me caigo. Me levanto y me limpio la sangre de las rozaduras de las manos. Subo las escaleras, que aún resisten bastante bien, y me dirijo hacia el pasillo de las habitaciones masculinas. Subo otras escaleras y un bloque de piedra cae, haciéndome caer por la fuerza del golpe. Me doy con la cabeza en el suelo y un timbre molesto me arrasa, el dolor agudo remite un poco y me levanto. Paso por encima del bloque y sigo corriendo.

REFUGIO ( #1) [EDITANDO]Where stories live. Discover now