Capítulo 44

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- - - - - Narra Nagore - - - - -

Acabamos en su cama, no sabría decir dónde había dejado ni el bolso ni la chaqueta. Estaba en el mejor lugar y la mejor posición del mundo, tumbada hacía arriba y ella sentada encima de mí, con delicadeza y sonriéndome. Pasó sus manos por mi vientre, y empezó a recorrer mi cuerpo arrastrando consigo mi camiseta. Acabé de quitármela y me volví a acostar. Ella se deshizo de la suya también para estar en igualdad de condiciones. Volvió a recorrer mi cuerpo y me apoyé sobre mis codos para que no tuviera problema en quitarme el sujetador. Ahora sus manos ya no eran las que buscaban complacerme, empezó a darme besos haciendo el mismo recorrido de antes, pero esta vez se detuvo un rato en mis pechos. Arqueé un poco la espalda debido al placer y se dirigió otra vez a mis labios, con el mismo beso, parecía que se hubiera detenido el tiempo o que, como mínimo, estuviéramos a cámara lenta. Dirigí mis manos a su espalda para desabrocharle el sujetador pero me frenó.

Sandra: Shhhh - dijo muy bajito para que me relajara -. Cálmate dragoncito...

Bajé mis manos hasta su cintura y se empezó a alejar. Levanté la cabeza para observar sus movimientos. Me desabrochó el pantalón y me lo quitó lentamente. Me miró fijamente a los ojos y puso sus dedos sobre mi centro, aún por encima de mi ropa interior. Cuando hizo un poco de presión me dejé caer sobre la cama, tirando el cuello hacia atrás. Cambió la presión por un movimiento rotatorio. Involuntariamente iba separando poco a poco las piernas y mi respiración era más profunda. Se deshizo de la única prenda de ropa que me quedaba. Estaba relajada cuando de golpe sentí su lengua sobre mi clítoris, lo que provocó que abriera los ojos de golpe soltando un gemido al aire, se me volvió a acelerar la respiración a ritmo de las pulsaciones del corazón, que cada vez eran más seguidas.

Creo que era la primera vez que hacía el amor de esa forma, con tanto tacto, tan lentamente, que se cuidara tanto cada movimiento. A lo mejor nunca había hecho el amor, quizá ahora entendía el sentido de esas tres palabras juntas. Cada sensación que tenía era mucho más fuerte, los orgasmos también eran más intensos y mucho más duraderos. Perdí la cuenta de cuántos fueron, pero en el último me tembló todo el cuerpo hasta dejarme totalmente rendida. Me empecé a calmar cuando los dedos de Sandra salieron de dentro de mí. Abrí los ojos y la tenía en frente.

Sandra: Estás bien? - dijo sonriéndome -

Nagore: Estoy genial - contesté con una gran sonrisa yo también y hablando aún entre suspiros -

Nos estuvimos besando hasta que me recompuse de nuevo. Como si de un giro de baile se tratara la dejé a ella en la posición contraria. Imité la mayoría de sus pasos, no quería acelerarme, quería que ella sintiera lo mismo que yo, al mismo ritmo. Sus gemidos y sus caras de placer me lo confirmaron. No paré hasta que vi que su cuerpo también empezó a temblar y se le contraían un poco los músculos. Subí hasta ella calmándola a besos antes de llegar a su boca y dejar allí el último.

Estaba preciosa, estar desnuda le sentaba genial, el color de sus mejillas hacía que no se le pudiera comparar ningún tipo de maquillaje y el tener las pupilas un poco más dilatadas hacía que sus ojos se vieran todavía más bonitos.

Nagore: Eres preciosa

Sandra: Tú si que lo eres... tienes la sonrisa más bonita que he visto en mi vida - me decía mientras me acariciaba la cara -

Me tumbé a su lado para que no se le hiciera pesado tenerme encima, pegándome lo máximo posible a ella.

Nagore: Ha sido increíble Sandra... Pocas cosas creo que podrían superar el día de hoy

Sandra: Que te quedaras a cenar y a dormir sería una buena manera de hacerlo

Nagore: Pero tienes que hacer muchas cosas Sandra... Aún tienes la maleta sin deshacer...

Sandra: La deshago en un momento mientras tu te duchas. Además el lunes me iré muy pronto por la mañana... y después del debate no me podré ir contigo.

No me gustaba nada la idea que me tuviera que despedir de ella en el debate, porqué sabía que no lo podría hacer como me gustaría. Con la tensión de que nadie nos viera y la preocupación de después por pensar que nos podían haber visto.

Nagore: Puedo pasar a recogerte el lunes por la mañana y llevarte a la estación. Así no tienes que dejar tu coche y dejarlo allí.

Sandra: No Nagore. Me voy muy pronto. No te voy a hacer madrugar.

Nagore: Me da igual. El lunes no trabajo, puedo dormir más tarde.

Sandra: Nagore, de verdad, que tengo que salir a las 6 de mi casa como muy tarde.

Nagore: Perfecto, te paso a buscar a las 6 menos diez entonces para ir bien de tiempo.

Sandra: Nagore, que vas a dormir 3 horas como muchísimo si haces eso

Nagore: Y cuántas horas más vas a dormir tú?

Sandra: Pero yo lo tengo que hacer, tú no tienes porqué hacerlo

Nagore: Sabes que voy a venir igualmente, verdad?

Sandra suspiró, le costaba dejarse ayudar y pedir favores. Aunque saliera de mí hacerlos, pero sabía que en el fondo me agradecía muchísimo que hiciera ese tipo de cosas por ella.








Quiéreme, así de bienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora