Porque no es un enemigo el que me reprocha, si así fuera, podría soportar, ni es uno que me odia el que se ha alzado contra mí, si así fuera, podría ocultarme de él; sino tú, que eres mi igual, mi compañero, mi íntimo amigo.
Salmos 55:12-14
Hay varias imágenes que llegan a mi mente cuando las luces del domo calan en mis ojos. Una de ellas es el recuerdo de lo que sucedió con mi padre, yo era joven cuando lo ejecutaron. Es una memoria de hace años y no tengo idea de porque quiso salir en este momento.
Mi madre acababa de dar a luz al pequeño Gabriel, él no dejaba de llorar en uno de los pequeños cuartos de la casa, Ruth trataba de calmarlo, mientras mis padres discutían en la diminuta cocina. Mi padre se pasaba las manos por el cabello y las movía, queriendo explicar algo, mi madre lloraba y negaba. Ella lo golpeó varias veces, empujándolo y él detuvo sus manos y la abrazó. Nunca voy a olvidar esa imagen. Ni la siguiente. Por la mañana los guardias entraron a casa y trataron de levarse a Gabriel, pero mi padre puso las manos sobre su cabeza y se arrodilló frente a la puerta, pidiendo que lo llevaran a él en su lugar. Quise salir a detenerlo, pero mis piernas no se movieron, no pude deshacer los puños que se habían formado, mientras ellos lo esposaban. No fue de una mala manera, no lo golpearon, tampoco lo miraban con odio o cualquier otra cosa que pudiera imaginarme, ellos simplemente seguían ordenes, algunos incluso lo respetaban, pues era un hombre que conocía historias y tradiciones. Era un hombre que ayudaba a todos. Era una gran persona. Algo que yo nunca voy a poder ser.
No desde aquel incendio. Eso pensé en el momento en que lo arrestaron. Cuando Sarah corrió detrás de él para evitar que se lo llevaran. Cuando tuve que sostenerla para que no siguiera golpeando con sus pequeñas manos a los guardias, quienes poco a poco perdían la paciencia. Sarah me llamó cobarde ese día, tardó un par de meses en volver a dirigirme la palabra.
Suspiro lentamente y me cubro los ojos con una mano sucia para evitar que las luces los lastimen. Recojo mi paga con Josué, quien me espeta que no estoy trabajando lo suficiente.
Me voy a casa, esperando poder limpiarme un poco antes de ir a ver a Eva. Necesito respuestas y estoy seguro de que si alguien las tiene, es ella. Mis pies hacen ruido mientras se arrastran sobre la tierra. Necesito sacar el hollín de mi cara, manos y del resto del cuerpo. Lástima que no pueda hacer lo mismo con mis pulmones, ya que los ataques de tos son cada vez más frecuentes.
Llego empujando la puerta, la cual se estrella contra la pared del otro lado. Ruth está remendando los pantalones rotos de Gabriel, el cual juega sentado sobre el suelo de madera vieja, acomodando piedras por tamaño, las mismas son de diferentes colores, mi madre y Sarah las tiñeron con pintura que conseguí en el mercado. Sarah está sentada a la mesa, su ceño fruncido y sus ojos fríos me siguen hasta que llego a la cocina.
―¿Donde está mamá?― pregunto y me detengo en el marco de la puerta.
Sarah levanta la mirada y me fulmina sin responder. Quizá tenga que cerrar la puerta de mi habitación con llave esta noche. Eso si no quiero amanecer con la garganta cortada. Creo que el único motivo por el que mi hermana no ha tratado de apuñalarme mientras duermo es porque sin mi paga, morirían de hambre.
―Te hice una pregunta y espero una respuesta, tienes que...
―Está dormida― me interrumpe Ruth desde su lugar.
―¿Enferma?― pregunto y me retiro del marco de la puerta para buscar algo de tomar en la cocina.
―Sí, claro. Como si hubiera un día en el que no enfermara por cualquier cosa...
―¡Sarah!― la reprende Ruth. Mi hermana más pequeña cierra la boca.
Me doy por vencido al darme cuenta de que no hay nada que alivie la picazón en mi garganta. Sigo buscando por toda la cocina, hasta que tomo un vaso y abro la llave del agua, pero nada sale de esta, solamente un ruido hueco. Frunzo el ceño y golpeo el tanque debajo del fregadero. Sarah suelta una risa malvada desde la mesa, pero continua mirando los pequeños dibujos grabados en ella. Mismos que mi padre hizo con un cuchillo, los puso ahí para contarle historias a mi hermana.
![](https://img.wattpad.com/cover/108370844-288-k100000.jpg)
ESTÁS LEYENDO
El Quinto Amanecer
Ciencia FicciónCristina vive en la Fortaleza norte, aquella que ha sido la base de la sociedad durante los últimos cien años. Un día, los Padres Fundadores desaparecen sin dejar rastro. El mundo ha pasado por guerras y desolación. Se dividió a la sociedad en...