CAPÍTULO V. UNA CONEXIÓN

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Cuando estoy a punto de agarrar el pomo de la puerta de mi habitación siento unas miradas clavadas en mí.
Me volteo y me encuentro a mis compañeros mirándome estupefactos y ¿sonrientes?

-¿Qué? - les suelto molesto.

-Has... ¡has estado en la habitación de Rachel viejo! - exclama Garfield sonriente.

-¡Garfield! - le regaña Kori.

-¡Oh,  vamos,  Kori, es asombroso!  ¡A mí cada vez que entro me echa a patadas! 

La líder del equipo reprime una risa.

-Eso es cierto...

-¿Habréis usado protección, no,  enano? - se burla Grayson acercándose a mí.

-¿¡Qué!? - me enfado poniéndome colorado.
Quiero rajarle el cuello.  Que coincidencia que no tenga la espada aquí...

-Vaya,  se ha puesto colorado y todo,  ¿que estábais haciendo,  tortolitos? - le sigue el juego Gar.

Me acercó un poco a él con la intención de atacarle,  pero se convierte en un ratón y se esconde tras Jaime.

-Arg...Sois todos unos imbéciles... - digo furioso volteandome para que no me vean.

-Oye, Dami,  solo era una bro-
Grayson deja la frase sin acabar al ver que ya me he escabullido.

Al cerrar la puerta del cuarto me invade una calma que de verdad echaba de menos.
Me dejo escurrir por a puerta hasta sentarme en el suelo.
Cierro los ojos hasta que por fin dejo de oír los comentarios,  llamadas y risitas de mis compañeros tras la puerta.

Abro el puño.  Un cristal brillante con forma de diamante rojo como la sangre.  Me había acostumbrado a verlo como un accesorio de Raven que le sentaba bastante bien.  Me olvidé que ese diminuto cristal encerraba a un demonio,  un demonio que es el padre de mi amiga...

Esbozo una rápida sonrisa ácida.  Que ridículo suena todo esto...

Me dejo caer en la cama,  sin molestarme en cambiarme.  A los cinco minutos me quedo dormido con el puño encerrando la gema.


No puedo evitar sentirme preocupada.
En el fondo sé que no hay mejor persona aparte de mí para vigilar a mi padre. Y ese,  maldita sea, es Damian.

Nunca había conocido a alguién tan responsable,  analítico , planeador,  manipulador,  odioso,  frío y-y... arg,  tan dulce... Rayos...
Pero que estoy diciendo...

Aparto esos pensamientos inmediatamente por que estoy empezando a sudar y me toco el hombro. Damian había hecho un buen trabajo.  Parecía hecho por un médico profesional, no por un orgulloso chico rico de 14 años...

Me ruborizo sin querer.  Por Dios,  que estúpida me siento...

Me incorporo de la cama y me dirijo a la ha hacer lo que siempre he hecho para relajarme,  aunque me duela todo el cuerpo.


Algo me despierta.  Una pequeña y débil luz morada,  sin saber como es posible,  me atraviesa los párpados.  Y la siento.  Esa conexión que se formó cuando me curó hace unos meses se hace más y más intensa.

Me levanto de la cama de un salto y miro por la ventana.
Y, como deduje,  está ahí.

Sin su traje de Raven,  en su postura de meditación a unos centímetros del suelo.  Rodeada de una débil luz morada que me ha despertado en el medio del bosque,  justo en el lugar donde hablamos por primera vez.

-¿Rachel...? - murmuro sorprendido.

-Deberías estar descansando - le digo enfadado atravesando unos árboles hacia ella.

Abre un ojo para mirarme y vuelve a cerrarlo con una sonrisa pícara en los labios que me acelera el corazón.

Me siento frente a ella y levanto un poco la cabeza para mirarla directamente.

Empieza a descender hasta el suelo y pone los brazos en la postura normal.

-¿Dónde está? - me pregunta sorprendiendome mientras abre los ojos.

¿De verdad me está preguntando eso?  ¿Se preocupa ahora por su padre?

Alargo el brazo hacia ella y abro el puño cerrado,  dejando a la vista la gema.
Veo como aprieta los dientes al verla y yo también al ver como brilla de nuevo.

Vuelvo a cerrarlo y lo aparto de ella.

-Por ahora me lo quedo yo- no me molesto en pedirle permiso.
Me mira sin remedio con una sonrisilla.

-¿No vas a hablar?

Niega con la cabeza.

-No deberías estar aquí,  estás muy débil aún...

-Estoy mejor.  Supongo que tendría que darte las gracias por lo del hombro,  asi qué... gracias - sonríe.

-¿De nada? - levanto una ceja.

Se ríe al verme. 

-En serio,  sería mejor que entrasemos- le insisto.

Se levanta y se aleja unos pasos.
Voltea la cabeza y me hace un gesto con la cabeza.

Me levanto rápidamente y la sigo hasta la torre fundidos en un silencio realmente cómodo.

OBSESIÓN DOLOROSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora