9 Pena Mutua

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"pena mutua"

El grito de kagome se había escuchado en varios kilómetros a la redonda espantando a cuanto animal se halljdara en su camino.

El demonio había soltado las piernas de ella para cubrirse los oídos presintiendo la acción de ella, una vez el grito se disipó ella estiró su mano en busca de la primer prenda de ropa que encontrará para cubrirse el pecho, una de sus piernas lo pateó en el pecho y lo alejó de ella haciendo que cayera sentado en el pasto.

Se quejó por el golpe y la miró encojerse mientras trataba de taparte y enterrar su rostro en sus piernas para no tener que verlo.

Estaba llorando.

Él no había consumado el acto en consideración a ella, no quería que esto pasara, no quería quedar tal y como lo que era en ese momento a sus ojos.
Un cobarde.
-ah... - la miko lloraba desgarradora mente, su cuerpo temblaba a causa del miedo y el shock, el demonio no sabía qué decir exactamente y con delicadeza, él era tosco y no podía decirlo más que de esa manera.
-miko... Tranquila, no pasó lo que crees.. - dijo tratando de calmarla, pero ella levantó el rostro completamente rojo de la furia, indignación y vergüenza.
-no mientas!!! Estabas sobre mi!! Te aprovechaste de mi!! Tu... Maldito hombre!!! Cobarde....-se soltó a llorar de nuevo ocultando su rostro a causa de la vergüenza que sentía, había sido deshonrada.
-te equivocas... Yo..
-vete!! Si ya obtuviste lo que quería vete y déjame en paz!!! Regresa con los tuyos y ya no me vuelvas a hablar nunca!!! Maldito..... Yo.... Fui una idiota... Por confiar en ti....

Aquello dolió, más que cualquier cosa que ella pudo decir, no tenía una excusa válida para lo que había hecho casi, él pudo simplemente dejarla y marcharse de ahí con un semblante frío como siempre, pero no, quería explicarle, quería que ella entendiera, quería que no se arrepintieron de haber depositado su confianza en él.
-no te hice nada, juro por mi clan y mi sangre que no te arrebaté tu castidad! - le gritó casi en tono de suplica. - sigues tan casta y pura como siempre lo has sido! Créeme!!!!

No le importó estar desnudo, ni que ella lo odiara, aun así se aproximó a la chica y la obligó a mirarlo a los ojos, entonces lo vio.
No parecía en lo más mínimo disfrutar de aquello, estaba desesperado por demostrar su inocencia ante ella, hasta podría decir que estaba preocupado por el hecho de que ella no le creyera.
-... - ella desvío su rostro, no quería verlo, era demasiado vergonzoso lo que estaba pasando, no quería ver el rostro de su profanador, aún así él la obligó a mirarlo a los ojos, la calmó hasta que su llanto cesó y le dijo una vez más.
-confía en mí, sería incapaz de mancillarte.

Nuevamente se soltó a llorar más esta ves lo hizo en el hombro del youkai quien la abrazó en un intento por consolarla, ella había susurrado que le creía y eso había aliviando su alma.

Gracias a los dioses.

.............

Envueltos en una gran vergüenza ambos se vistieron, sus verdaderos atuendos yacían en el bolso de ella al igual que un mundo de objetos y alimentos de su era, ninguno quería hablar de lo sucedido, él no se atrevía a tocar el tema por temor a que ella se incomodara y quisiera alejarse de él para tratarlo como un enemigo de nuevo.
Se sentía avergonzado de su comportamiento, técnicamente no había hecho nada malo, pero había estado a punto de ello, y a pesar de que su intención nunca fue mancillar el honor y la pureza de ella, sus acciones no tuvieron excusa, por más desesperado que estuviese, debió despertarla primero, hablar con ella y sólo con su permiso aventurarse a tocarla.
Ahora ella se esforzaba por mantenerse a distancia de él, tímida, atemorizada por las cosas que pensaba que pudo haber hecho él como hombre.
Que haría para pedirle perdón y que ella lo mirara como antes??
-miko.... Yo, te compensaré por mi falta de respeto, dime lo que quieras y éste sesshomaru te lo dará sin importar lo que sea o cuanto tiempo me tome.

Ella permaneció en silencio abrochandose la camisa blanca, él la miró esperando a que ella le dijera algo, cualquier cosa, insultos, reclamos, lo que fuera pero que solo le hablara y terminará con ese silencio incómodo que había ahora entre ambos.
-mi...
-un perfume-dijo ella finalmente. - quiero un nuevo perfume de preferencia con aromas cítricos y de flores.

Aquella mujer..
Pudiendo pedir lo que fuera, hasta la cabeza de la mujer que se interponía en su felicidad, había pedido un simple perfume.
No joyas.
No ropa.
No castillos.
No vidas.
Solo un mísero perfume.

-si eso deseas, este príncipe se encargará de regalarte lo que deseas.

No sería un aroma insignificante se dijo a sí mismo, buscar la esencia más delicada y duradera, la más exquisita combinación para así, repasar su error.
-entonces... ¿Exactamente qué hicis.... Hicimos?
-tú.... Nada, yo apenas y.... Rocé mi cuerpo con el tuyo. - dijo tratando de ser delicado, no quería que ella se ofendiera más de lo que estaba. - lo más que hice fue besarte, lo juro.
-entonces... Funcionó??
-por ahora, si.
-entonces no tenemos que.....
-si, al parecer con tener un mínimo de contacto íntimo podemos deshacer el hechizo pero, es temporal.
-entonces tendremos que.... Tocarnos continuamente?
-si queremos seguir en nuestras formas originales.... Si.
-....
-no tienes... Porqué hacer...
-esta bien. - le interrumpió ella. - ni tu ni yo podemos darnos el lujo de desaprovechar esta oportunidad.
-no tienes porque hacer esto, hallaremos la manera de romper el hechizo de otra forma.
- y hasta entonces que? Te acostumbrarás a ser mujer o soportarás el tener que tocar a una humana a cada rato?
-aún no es seguro que si hacemos... "eso" el hechizo se rompa por completo.
-yo no podría aguantar esto a cada rato.
-y soportarás entregarme tu castidad?

Aquella era una difícil decisión para ella, ciertamente se moriría de la vergüenza al ser tocada de forma tan íntima por el demonio cada cierto tiempo, pero definitivamente no se imaginaba teniendo sexo con él en toda regla.
¿Que debía hacer?

-prometo ser delicado al momento de tocarte, pero me niego a tomar tu castidad en contra de tu voluntad, no soy ningun cobarde. - dijo poniendo una mano sobre el hombro de ella.

De haber sido cualquier otra persona en el mundo, ya estaría muerto por lo que había hecho, pero su instinto le gritaba dejarlo estar junto a ella, se sentía cómoda, segura, confortable, como si todos sus problemas se alejaran de ella estando con él.

-yo.... Acepto.

En la más profunda y terrible vergüenza ambos sellaron un trato, seguir juntos, tocarse de ser necesario, besarse y hasta rozar sus cuerpos sin llegar a nada más, ser compañeros hasta que el día en que la maldición que pesaba sobre ellos desapareciera.

Entonces y solo entonces.... Se separarían

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