III: Esa sirvienta, aprende

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 La mañana comenzó y nuestra querida sirvienta no podía evitar sentirse inútil, aún estaba aprendiendo se decía así misma pero eso no hacía que la culpa disminuyera, en lo que llevaba media hora de trabajo había lavado mal el servicio, se llevó varios regaños de parte del mayordomo y eso hizo que pusiera más empeño, pero a diferencia de Sebastián que tenía una capacidad sobrehumana para aprender las cosas a ella se le hacía un poco más difícil o solo era muy distraída, como sea, en ese instante estaba sentada en alguna parte de la mansión auto compadeciéndose por sí misma.

- ¡No puedo rendirme! ¡Hoy aprenderé a ser la mejor sirvienta que la casa Phantomhive pudo tener! - exclamó mientras se levantaba y extendía un puño al aire para darse ánimos.

- ¡Ese es el espíritu ___! - habló Mey Rin sonriendo y la menor le devolvió la misma sonrisa.

Con toda la disposición del mundo fue a la cocina, lavaría el servicio hasta que este brillara de limpieza. Al momento de entrar vio a Sebastián preparando el desayuno y con algo de timidez se acercó.

- ¿Puedo ayudar? - el mayordomo la miró y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro.

-Puedes hacerlo, pero sigue mis instrucciones-

- ¡Si! -

Manos a la obra ___ seguía al pie de la letra las instrucciones y luego de ya varios intentos fallidos, logró su cometido y la vajilla se encontraba reluciente y blanca, ___ con entusiasmo abrazó al mayor y le agradeció, éste solo sonrió ante las acciones de la niña, le llamaba bastante la atención, no era un demonio cualquiera, bueno, no era un demonio del todo tampoco, pero nunca había visto en el pasado a alguien de su especie. ___ continuó con su labor, con los cinco sentidos activos disfrutando del proceso, aunque estuviera viviendo muchos años de esa forma, como una niña, esto era algo realmente nuevo para ella y de cierta forma le gustaba, pero si quería ser eficiente debía hacerlo mucho más rápido.

Entre tanto, Sebastián había terminado de preparar el desayuno y ya estaba listo para ir a despertar a Ciel.

-___ por favor ten todo listo para cuando el joven amo baje a desayunar-

- ¡Sí! - se despidió con energía mientras apuraba el paso, no le faltaba mucho que lavar que digamos [...]

Un nuevo integrante apareció en la casa Phantomhive, ___ casi se atraganta con su saliva cuando se dio cuenta de quien se trataba, nada más ni nada menos que el hombre que había llamado "remedo de adorno navideño" dos capítulos atrás, no entendía nada y menos si era legal que fuese un mayordomo y como fuese, realmente no le importó, ella no era nadie para pedir explicaciones.

De forma eufórica saludó a su amigo una vez el Phantomhive estuviera lejos y eso desconcertó al demonio de mayordomo, pero no era como si fuese pecado el conocerse o algo así, la razón detrás de este repentino acoplamiento fue que Madame Red le pidió a su querido sobrino que aceptara a Grell para que este mismo aprendiera algo de su mayordomo y dejara de cometer tantos errores.

De esto se arrepintió casi al momento al ver la torpeza de, como en palabras de ___, remedo de mayordomo.

A la hora del desayuno, mientras Ciel comía tranquilamente mientras era servido por su mayordomo y sirvientes, Grell apareció encima del carrito donde estaba el té y terminó derribando al pobre de Finnian y en el intento de poder ayudarlo terminó jalando todo el mantel de la mesa principal al suelo.

-Joven amo ¿Por qué tomó a un chico tan inútil? - susurró Bard agobiado por el caos.

- ¿Crees que estás en posición de decir algo así? Fue un mal cálculo- recordó las palabras de su tía –había pensado que Sebastián sería el único estresado aquí y que no habría daño hacia mí-

Entre la Tierra Y El Infierno [Ciel Phantomhive Y Tu] [FINALIZADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora