3.

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—Hasta que la entrometida se fue—Salto del susto en mi lugar cuando escucho la grave voz del idiota de hace unos momentos.

—De verdad deberías irte. No quiero problemas. Y para comenzar no sé qué es lo que quieres—Defiendo. Él sonríe de lado.

—¿Quieres saber qué es lo que quiero?—Me mira de pies a cabeza.

—No. No quiero, mejor vete—.

—¿Pero qué tienes tú?, háblale con respeto a tu hyung. Alguien necesita un castigo aquí—Su mano se dirije hasta mi brazo y tira cerca de mí.

—Estás loco. Suéltame—Intento zafarme.

La sonrisa que de repente me dedica hace que sienta un escalofrío recorrerme. Me quedo quieto en mi lugar cuando lo miro a los ojos, todas sus intenciones plasmadas en su mirada.

Él no- él no quiere lo que yo pienso, ¿verdad?

—¿Qué?, ¿tú no lo quieres?—Se burla—Eres un marica. Con tal de tener pene debe hacerte feliz, ¿no es así?—Cuestiona.

—N-no. Déjame. No—Ambas manos van a mis brazos y mi espalda golpea la pared por el empujón que me da.

—No sé si darte una buena paliza o una buena follada—Mi mirada choca con la suya y mi respiración se atora cuando veo que en realidad no va de broma.

—Yo-yo no...—Niego rápido.

—Ninguna de las dos. No permitiré ninguna de las dos. Así que deberías hacerte un favor y largarte de una buena vez—Un muchacho de cabellos negros y camisa del mismo color, interviene.

Habló con tanta tranquilidad, que pensé que el chico frente a mí se reiría y le daría una paliza.

Pero no fue así. Me da una mirada rencorosa y después gira a ver al pelinegro, este cruza sus brazos y lo mira. El contrario no tenía una mirada furiosa, era algo más como una tranquila diciendo que en cualquier momento podría soltarte un puñetazo y haría como que nada pasó luego de quebrar tu nariz, –O al menos esa impresión me trajo a mí–.

—La próxima vez no te salvas—Se da media vuelta luego de amenazarme. Pero el azabache toma la parte trasera de su camiseta.

—No habrá próxima vez. Tú vas a alejarte para siempre de él y si me entero que estás haciendo que pase un mal rato; personalmente me encargaré de romperte la cara, ¿Fui claro?—El otro se suelta bruscamente y tensa la mandíbula.

—Lo fuiste—Sisea.

—Bueno—Lo suelta, sonriendo de lado.

El chico se va yo miro como se aleja, después veo al azabache frente a mi.

—Gracias—Hago una reverencia.

—Ah, no. No lo hagas. Odio a los matones—Alza los hombros.

—¿Tú no eres uno?—Al percatarme de mis palabras cubro mi boca, él levanta una de sus cejas y me mira—Lo- siento. No quise- yo no...—Comienzo a negar con mis manos.

—Entiendo. ¿Choi YoungJae?—Pregunta.

—Si—Afirmo.

—Im JaeBum—Se señala.

—Ah, ya. ¿Vamos hasta mi casa?—Él hace un sonido con su lengua detrás de sus dientes y entre cierra los ojos.

—¿Está muy lejos?—Interroga.

—No. Como a unas cuadras—Respondo.

—Mmh, bueno. Vamos—Comienzo a caminar y él me sigue—Ah. Y YoungJae—Doy un medio giro para verlo—No soy un matón—Defiendo.

—Lo siento—Hago una reverencia.

—No hace falta—ríe.

Miro al frente y sigo caminando. Me ponía nervioso ir a casa con él.

Usualmente no llevaba amigos a casa, normalmente a esta hora mi tía siempre está ahí y suele soltar comentarios sobre mis amigos o sobre mí.
Una vez le preguntó a alguien que si se sentía a gusto entrando a una habitación con un gay y el chico no volvió a dirigirme la palabra nunca más.

Recuerdo cuando esta pregunta fue dirigida para Jackson él respondió con un “Ah, YoungJae no es gay. Y si así fuera no tendría ningún inconveniente; es mi amigo y lo quiero un montón. Sus preferencias no van a cambiar eso, es estúpido si alguien piensa lo contrario.”

No sabía qué tan homofóbico sería el azabache, así que temía, y no precisamente por su rechazo, sino por lo que podría decir en la escuela. Yo no quería más problemas. 

Por un consejo [2Jae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora