17.

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JaeBum sonríe con dulzura cuando al tocar la puerta, la madre de YoungJae le recibe, sobre su atuendo un mandil de cocina y en su mejilla y frente harina esparcida.

—¡JaeBummie!—Exclama con felicidad la mujer. Le regala una cálida sonrisa que estaba seguro YoungJae había heredado.

—Hola, señora Choi—.

—YoungJaenie no me dijo que vendrías—Un gesto pensativo y después se hace a un lado—Pero pasa. Él debe estar en su habitación, puedes subir si gustas.

—Está bien. Gracias—Una inclinación y sube a la habitación de su amigo, mientras la mujer camina de vuelta a la cocina—¡Ya llegué!—Grita fuertemente, haciendo que un distraído YoungJae caiga de su cama al suelo por el repentino portazo.

—¡Hyung!—Reprende con pucheros.

—¿Me extrañaste?—se echa en la cama como si fuese la propia.

—Nos vimos hace como cuatro horas, JaeBum hyung—Le dedica una mirada de desaprobación mientras se levanta del suelo.

—Yo también te extrañé—Suelta un suspiro mirando hacia el techo, sintiendo como el menor se recuesta a su lado.

—No le dije que sí.

—No hace falta, nene. Sé que lo hiciste.

Las mejillas se le coloran por el repentino apodo, pero lo ignora y en su lugar frunce las cejas en un intento de lucir interrogador.

—¿Por qué está tan seguro de eso?

El mayor alza los hombros y murmura un—¿Cómo no extrañarme?

—Posiblemente JinYoung hyung no le extrañe nunca.

—JinYoung... es diferente—Algo en el interior de YoungJae se tuerce, pero lo ignora como JaeBum, pues el último pone los ojos en blanco y le es imposible notar la agriedad en YoungJae.

—¿Por qué... Él es diferente?

—Porque es un amargado.

—Oh, eso...—Segundos donde sólo siente alivio que rápido se reemplaza por indignación—¡Hyung, no sea grosero!

—No soy grosero. Solamente digo lo que es.

—Hyung no es un amargado. Sólo no habla mucho porque...

—Porque es un amargado.

—Ya, JaeBum hyung.

—¿Tu mamá hace la comida?

—No, ya comimos. Está intentando hacer unas galletas que vio en un recetario. ¿por qué?, ¿Tienes hambre?

—No, no. Es que la vi con su mandil y me preguntaba qué cocinaba. Sólo eso.

—¿Seguro?

—Seguro.

—Puedo cocinar algo para ti. Incluso mamá estaría muy feliz de que le pudieras algo para comer.

—Podemos esperar a que estén esas galletas.

—Como tú quieras.

—O podemos ir a ayudarla en la cocina, ¿no crees?

—Me gusta esa idea. Vamos.

Mientras JaeBum ayuda a la madre del chico a preparar la receta, escucha anécdotas y risas llenas de diversión. No puede evitar sentirse como en un hogar.

Por un consejo [2Jae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora