-- Esta será tu habitación. -- gruñó unos de los chicos, concretamente Daniel.
-- Es raro que una presa tenga habitación propia. -- cruzó los brazos el otro chico que estaba con el.
-- Es raro que alguien como tu tenga cerebro. -- comenté de forma arrogante.
-- Uy cuidado Simón, no vayas a ofenderte. -- dijo Daniel y le dio con el codo.
-- Cierra el pico Dan. -- gruñó Simón. En la puerta apareció Andrew.
-- ¿Qué haces aquí? -- preguntó Daniel levantando la ceja.
-- Te recuerdo que este es MI castillo... he venido a ver cómo está. -- Respondió y me miró a mi. Sus ojos se volvieron de color violeta lo cual me hizo retroceder un paso.
-- Os llama el Rey. -- añadió más tarde Andrew cuando la habitación se llenó de un silencio desagradable. Los dos intercambiaron miradas y luego decidieron salir de la habitación. Me quedé mirando con desconfianza a Andrew. Sus ojos volvieron a cambiar de color, está vez eran de un color verde claro. Tragué saliva y después de unos minutos de silencio decidí preguntar algo:
-- ¿Que quieres? -- crucé los brazos y le miré de forma desconfiada. No era la pregunta más inteligente del mundo... ¿Pero no que otra cosa podía hacer?
-- Te sigue sangrando el mordisco. -- comentó e ignoró mi pregunta por completo. Me toqué con la mano el cuello y al apartarla vi que entre mis dedos había sangre, bajé la mirada y di un suspiro. Dejé de prestar atención a mi alrededor y cuando levanté la mirada vi que Andrew estaba delante de mi. Retrocedí unos pasos.
-- Te he hecho una pregunta... -- gruñí y crucé los brazos.
-- He venido a ver cómo estás. Ya lo he dicho antes. -- suspiró y bajó la mirada.
-- ¡Si has venido a morderme el cuello te puedes olvidar ir olvidando de ello! -- levante la voz. No iba a confiar en su palabra.
-- No soy como mi hermano, sonará raro pero soy vegetariano. -- explicó.
-- Sabes que no te creo, verdad? -- pregunté de forma arrogante.
-- Lo se, se te nota en los ojos. -- esas palabras hicieron que por mi cuerpo pasará un escalofrío.
-- ¿Por que me habéis traído aquí...? -- suspiré y bajé la mirada. El abrió varias veces la boca para responderme, pero siempre la cerró por que no sabía que responder.
-- ¿Puedes irte de aqui...? -- pedí, -- Necesito estar sola... -- suspiré.
-- Siento que tienes frío, en el armario quizás hay ropa... podría servirte... -- dijo de forma amable y se dirigió hacia la puerta.
Antes de que pudiese abrirla, la abril alguien del otro lado... era Hugo. Trague saliva y retrocedí unos pasos.
-- Vaya hermanito, interrumpo? -- preguntó con una sonrisa en el rostro.
-- Ya me iba... Está cansada y débil tiene que dormir... -- añadió Andrew intentando hacer que se fuese también.
-- ¿Por qué? A mi me gusta la presencia de una chica tan rebelde y dulce a la vez. Sobretodo el sabor de su sangre, deberías probarla. -- le aconsejó Hugo a su hermano y le guiñó el ojo.
-- Sabes muy bien que soy vegetariano... -- gruñó Andrew.
-- Tú si, pero yo no. -- sonrió y se acercó a mi con una velocidad enorme. Retrocedí unos pasos, pero antes de que pudiese hacerlo me volvió coger con brusquedad y fuerza de la cintura.
-- ¡Sueltame! -- levanté la voz y empecé apartarlo de mi. Andrew se quedó mirandonos, vio como de su boca empezaron a salir los colmillos.
-- ¡Déjala estar! -- gruñó Andrew y lo apartó con fuerza de mi.
-- ¡¿No ves que está débil?! --- añadió y me miró. Me había caído al suelo, había perdido el equilibrio... tenía razón... estaba débil y entre bestias de sangre fría.
-- ¡¿Qué es lo que pasa aquí?! " - se abrió la puerta de repente y en ella apareció el Rey.
-- Quería volver a morderla. -- respondió como primero Andrew e intercambió la mirada con su hermano.
-- ¡Hugo! Te dije que no puedes hacer eso tantas veces seguidas o acabarás matando al juguete. -- gruñó el Rey.
-- Lo sé... y lo siento... pero su sangre... me gusta. -- intentó defenderse Hugo.
-- Deja que descanse, al fin y al cabo, podemos tenerla aquí toda la eternidad. -- sonrió el Rey.
-- ¡Yo no soy ningún juguete! -- metí en la conversación, -- ¡Y estoy más que segura de que no me quedaré aquí toda la eternidad con unas bestias de sangre fría como vosotros! -- añadí gritando y apartandome de ellos al ver que toda la atención se puso en mi.
-- Deberías descansar... -- gruñó el Rey y me miró de arriba a abajo.
-- Estoy bien. -- suspiré y crucé los brazos.
-- Yo no lo diría. " - sonrió el Rey y dio un chasquido con los dedos que hizo que perdiese el equilibrio... Pero esta vez era diferente... Cuando lo perdí las veces anteriores me levantaba después de un rato... Esta vez era imposible... Era como si no tuviese pies. Andrew vino corriendo hacia mi y se quedó mirándome con pena.
-- ¡¿Qué le has hecho?! -- levantó la voz y dirigió la mirada hacia su padre.
-- Nada, dije que estaba cansada. -- respondió el Rey con máxima tranquilidad.
Andrew me levantó del suelo y me dejó con cuidado encima de la cama. Cada vez sentía más odio hacia Andrew... Sabía que dolo era teatro... Estaba casi segura de ello.
-- ¿No te sientes de forma patética? -- preguntó Hugo.
-- ¿Por que? -- preguntó Andrew confundido.
-- Por ayudar a un estúpido ángel. -- respondió Hugo con una sonrisa irónica.
-- Necesita ayuda y está sola aquí... aparte de que la habéis secuestrado. -- gruñó.
-- Chicos dejarlo estar y vámonos de aquí. -- dijo el Rey y todos salieron de la habitación.
-- Espera, padre, sólo una cosa más. -- dijo Hugo se acercó a la cama en la que estaba, como por arte de magia en la mano le apareció una cadena y con ella me encadenó a la cama. Quería negarme... O hacer algo para que no le fuese tan fácil... Pero era imposible al no sentir las piernas... Y al estar tan débil.
-- Ya podemos irnos. -- añadió, me guiñó el ojo y salieron de ahí.
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La Ciudad del Segundo Eterno © [Editando]
FantasyQue es lo que queda en el interior cuando dos mundos chocan? Que pasa cuando uno de ellos es obligado a estar en el otro? Obligado a formar parte de el, sin poder escapar por mas que lo intente? Lo unico que tienen en comun estos mundos, es el eno...