Órdenes del Rey

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El Rey estaba de espaldas hacia nosotros, hablando con uno de los chicos que estaban en las mazmorras. Supuse que era Hugo. El Rey se giró hacia nosotros a la velocidad de un caracol y se quedo observandome con atención.

-- Quitarle las cadenas. -- ordenó con una voz firme y fría. Todos intercambiaron miradas.

-- ¿Está seguro? -- preguntó uno de los dos. El Rey aceptó con la cabeza y dio un chasquido. Los dos se pusieron de acuerdo en quitarme las cadenas, pero yo fui más rápida. Intenté darle una patada pero ellos lo esperaban o algo. El Rey al verlo dio un chasquido con los dedos y me quedé paralizada. Todos aprovecharon para quitarme las cadenas. Cuando lo hicieron, todos nos quedamos mirando al Rey.

Di un suspiro y me cai al suelo de rodillas. En la puerta apareció el chico que me ofreció ayuda.

-- Andrew, hijo mio, acercate. -- dijo el Rey.

" Estupendo así que este chico tambien es el hijo del Rey." - pensé y cuando paso por mi lado intercambié una mirada llena de asco con el.

-- ¿Qué le ha pasado? -- preguntó preocupado cuando llegó justamente al lugar donde estaba el Rey.

-- Nada... aún. Sólo le hemos quitado las cadenas. -- explicó el Rey. Intenté levantarme mientras todos me miraban con atención. Vi que la puerta estaba bloqueada por soldados, di un suspiro y tragué saliva. Me sentía tan débil, volví a perder el equilibrio, pero no me cai, Andrew evitó que lo hiciese, hizo que me apoyase sobre el.

Los dos intercambiamos miradas y enseguida con un empujón le aparté de mi y volví a acabar en el frío suelo.

-- No me toques. -- gruñí de forma fría.

-- Es patético que tengas tacto con alguien tan orgulloso hermanito. -- comentó lo que acababa de ver Hugo. Con los brazos intenté tapar mi cuerpo. Tenía frío. Y no había comido nada desde hace unos días.

-- Tiene frio. -- dijo de forma triste Andrew ignorando el comentario de su hermano.

-- ¿Y? Es problema suyo. -- gruñó el Rey sin darme ni pizca de importancia. Andrew dio un suspiro y se quitó la chaqueta que tenía puesta. Me la pasó por encima intentando así que no pasara más frío.

-- No necesito tu ayuda... -- gruñí.

-- No es ayuda, es evitar que te congeles. -- me guiñó el ojo. Bajé la mirada y dejé mi enorme orgullo de lado.

-- Ahora, dinos, como te llamas. -- sonrió el Rey.

-- ¡No pienso deciros nada! ¡Me secuestrasteis! -- levanté la voz.

-- Eso no es cierto, te metiste en nuestro camino. -- dijo Daniel.

-- ¡¡Mentiroso!! -- levanté la voz y di unos tosidos.

-- ¡¿Cómo te llamas?! -- gruñó el Rey el cual ya estaba perdiendo la paciencia.

-- ¿Qué más da eso? -- suspiró Hugo y cruzó los brazos.

-- ¡¡Quiero que me respondas, eres nuestra presa debes obedecer!! -- razonó el Rey y intercambió la mirada con Hugo.

-- Lo único que debo es morir. -- dije sería sin parpadear.

-- Está bien. -- sonrió el Rey y dio chasquido los dedos. Sentí como una fuerza invisible me elevaba del suelo apretándome del cuello. Empezaba a quedarme sin aire. Andrew hizo unos pasos hacia su padre y apartó la mano que tenía extendida hacia mi haciendo así que volviese a caer al suelo de rodillas. Empecé a intentar coger aire que me faltaba en los pulmones.

-- ¡¿Qué crees que haces?! -- levantó la voz Hugo dirigiéndose a Andrew.

-- Evitar que la matéis. -- suspiro e intercambió la mirada con el.

-- ¿Y si nos dices tu nombre...? " - preguntó de forma desesperada Andrew dirigiéndose a mi. Sabía tan bien como yo que si no se les decía mi nombre me acabarían matando.

-- Me llamo Cadmia... -- Susurré con la esperanza de que no lo oyeran.

-- Cadmia. -- repitió el Rey con una sonrisa en el rostro. -- Muestra nos tus alas. -- siguió sonriendo. Me quedé paralizada... ellos saben lo que soy... pensé que les había borrado la memoria... Por mi cuerpo pasó un escalofrío, trague saliva y levante la mirada hacia ellos.

-- ¡Es una orden del Rey! -- dijo Daniel con poca paciencia. Di un suspiro y cerré los ojos, de mi espalda de forma dolorosa salieron dos alas blancas como la nieve. Abrí los ojos y vi como todos me miraban como si fuese un experimento, un monstruo.

-- Vaya, vaya, un ángel hermoso pero con carácter. -- sonrió el Rey. Mis alas desaparecieron y yo intenté levantarme del suelo y mantenerme en pie más de un segundo.

-- No deberías tratarla así. -- se opuso en seguida Andrew.

-- Más bien tu no deberías tratarla con tanto lujo. -- gruñó su hermano Hugo y cruzó los brazos.

-- Es sólo basura. -- añadió y pasó por mi lado mientras me acaricio por el rostro con un dedo.

Retrocedí unos pasos, pero el me cogió con la mano derecha alrededor de la cintura y usando la fuerza me acercó a él. Sentí un dolor en el cuello, Andrew estaba nervioso y se mordió los labios. Cuando Hugo se apartó de mi me miro a los ojos, me fijé que sus labios estaban llenos de sangre. Trague saliva y casi volví a perder el equilibrio.

-- Bienvenida a la Ciudad del Segundo Eterno, Cadmy. -- sonrió y se apartó de mi soltandome. Me caí al suelo de rodillas levante la mirada hacia el Rey y los demás que estaban presentes.

Todos estaban sonriendo... todos menos Andrew...

-- Llevarla de vuelta a la mazmorra. -- ordenó el Rey.

-- ¡Debería tener habitación propia! Está débil! -- protestó en seguida Andrew. Me sorprendía que le importarse tanto, pero ahora lo que más me importaba era que el cuello dejase de sangrar por el mordisco que me dio Hugo en el. El Rey intercambió la mirada con él y negó con la cabeza.

-- Está vez estoy de acuerdo con Andy. -- se metió en la conversación Hugo, el Rey dio un suspiro y con la mano hizo un gesto.

-- Está bien, como queráis. -- chasqueo los dedos y dos soldados y Daniel me cogieron de forma brusca de los brazos y me sacaron del salón del trono.

La Ciudad del Segundo Eterno ©  [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora