Me desperté en la habitación donde me habían encerrado. Seguía teniendo un frío enorme y me sentía débil. Cuando miré alrededor vi que la habitación estaba vacía.
-- Serán idiotas. -- sonreí de forma arrogante. -- Me han dejado sola en una habitación de la que puedo huir. -- pensé en voz alta.
Nada más levantarme me di cuenta de que no eran tan idiotas como pensaba que eran. Seguía encadenada a la cama, di un suspiro y crucé los brazos. Intenté ver si las cadenas llegaban al menos hasta la ventana. Seguía siendo de noche... las horas que habían pasado ... todos esos minutos... no había salido el Sol... Más que la Ciudad del Segundo Eterno parecía la Ciudad de la Noche Eterna.
Me quedé mirando el suelo.
-- Si usase la fuerza... podrían oír un ruido y sospechar de que intentó escapar... Pero que otra cosa puedo hacer. -- pensé en voz alta para así poder concentrarme. Tenía que pensar en algo, pero no sabía cómo... no sabía en que... Después de que pasaron unos minutos oí unos golpes en la puerta. Como si esperasen que fuese a abrir la puerta.
-- ¿Angelito, nos abres? -- preguntó la voz de Daniel. Gracias a esa pregunta se me ocurrió hacer lo contrario para ganar tiempo. Di un salto y cerré la puerta. Sabía que habían venido para volver a beber algo de mi sangre... la sangre angelical que me quedaba.
-- ¿Son cosas mías o ha cerrado la puerta? -- preguntó una voz desconocida.
-- Tirar la puerta abajo. -- ordenó Hugo y dio un chasquido.
Aproveché para romper las cadenas.
-- ¡Esta intentando escapar! -- gritó otra voz desconocida. Salí corriendo hacia la ventana y luego me quedé mirando la altura.
'Mis alas son blancas... si las uso se notará demasiado... pero si no las uso podría acabar muy mal herida. ' - pensé y di un suspiro. En ese mismo instante las puertas se abrieron, me gire y sólo reconoci a 3 personas de siete. Concretamente a Hugo, Andrew y a Daniel. Las otras cuatro personas eran desconocidas, y entre esas vi a dos vampiros y dos vampiras.
-- No te atreveras a saltar. -- dijo con una sonrisa arrogante Hugo mientras hizo unos pasos hacia mi. -- ¿Por qué no eres buena chica y me ofreces algo de tú sangre? -- añadió y volvió a dar unos pasos hacia mi. Quise retroceder pero no tenía a donde.
-- ¿Para eso la quieres? -- se puso en medio de Hugo y de mi Andrew con las manos cruzadas.
-- Eso no es asunto tuyo... -- gruñó Hugo y de la rabia le salieron los colmillos de vampiro.
-- Mío quizás no, pero del Rey si. -- respondió dio de forma simple y tranquila Andrew. Luego se giró hacia mi y me guiñó el ojo.
-- ¡Apartate! -- levantó la voz Hugo y con decisión dio unos pasos hacia mi. Luego pasó algo que no me esperaba por nada del mundo, Andrew hizo que Hugo se tropezase con su pie y asi hizo que se cayese al suelo.
-- ¡¿Eres idiota o que?! -- gritó Hugo mientras intentaba levantarse. Aproveché ese momento para saltar por la ventana.
-- ¡¡No dejéis que salte!! -- gritaron Hugo y Daniel al mismo tiempo. Antes de que alguno de los dos puediesen hacer algo salté. En unos instantes de mi espalda salieron dos alas blancas, que luego se convirtieron en dos negras, lo cual no me esperaba...
Caí de forma suave en el suelo y nada más ponerme en pie empece a correr. Lo último que oí fueron insultos dirigdos hacia Andrew... sinceramente, no sabía que pensar... no sabía el por que un vampiro me ayudaba... pero el que me ayudase no significaba el que fuese a confiar en el.
ESTÁS LEYENDO
La Ciudad del Segundo Eterno © [Editando]
FantasiQue es lo que queda en el interior cuando dos mundos chocan? Que pasa cuando uno de ellos es obligado a estar en el otro? Obligado a formar parte de el, sin poder escapar por mas que lo intente? Lo unico que tienen en comun estos mundos, es el eno...