20 de septiembre 2010.
Era martes por la noche y yo estaba en la sala esperando a que algún cliente me dijera que subiéramos a la habitación. El lunes Chris no fue a verme. Ni tampoco el miércoles, ni el viernes.Y no me sorprendió. Ya había pasado una semana. Le había pedido que se alejara y formara una nueva familia con su novia.
Me cansé de esperar y fui a la cocina por algo de beber, ahí estaban algunas nuevas llenando y lavando copas para los invitados.
-Fuera todas, quiero hablar un momento con Kate- se escuchó la voz de Marie.
Las chicas salieron al jardín trasero, dejándonos solas.
-¿Qué ocurre?- le pregunté.
-Tengo un trabajo para ti- sonrió.
-¿De qué trata?
-Un cliente, me pidió que te dejara trabajar con él toda la noche hasta mañana. Al inicio le dije que no, ya que no me parecía apropiado...- yo estaba de acuerdo con ella.
-Pero...
-Pero, ha prometido pagarte muy bien por las cuatro primeras horas. Y puede que hasta te pague más si pasas toda la noche con él.- su sonrisa se fue y se puso seria- Le había dicho que otra de las chicas estaba disponible, pero él insistió en que quería que tú fueras.
-No tengo elección, ¿cierto?- fui directo al grano. Me daba una idea de quien podía ser el cliente.
-No. Y estas perdiendo mucho tiempo aquí. Un auto te esta esperando frente a la mansión.- suspiré- Vamos niña...
Caminé fuera de la cocina y fui directo a la entrada. Abrí la puerta y pude ver un auto gris esperándome. Caminé hacia el y un señor salió para abrirme la puerta trasera. Le di las gracias y entré al auto. El chofer volvió a subirse y arrancó el auto. Miré a mis dedos en todo el trayecto. Las palmas me sudaban y mis nervios comenzaban a crecer. Hacia mucho que no lo veía.
El auto paró y supe que tenía que ser ahora o nunca. El chofer bajó y me abrió la puerta. Me tendió la mano para ayudarme a salir. La tomé y le di las gracias. Estábamos afuera de la mansión. La puerta se abrió y un señor de traje me sonrió. Caminé hacia él y entré a la casa.
-Se ve encantadora- le sonreí.
-Gracias.
-Acompáñeme- caminó por un pasillo hasta una puerta. Tocó un par de veces.
-Adelante- se escuchó desde adentro.
El señor abrió la puerta y me dejó entrar primero. Lo miré, pidiéndole, suplicándole que me llevara lejos de ahí. Él sólo me sonrió con pesar y cerró la puerta.
Miré hacia el frente, al escritorio. La silla estaba dándome la espalda. Rogué porque se quedará así.
-Toma asiento, por favor- moví mis pies y me senté en una de las sillas que estaban ahí.- ¿Quieres algo de beber?
-Lo que sea, esta bien- traté de sonar normal. La silla dio la vuelta y Adam posó sus grandes manos en el escritorio. Lucía un traje negro muy costoso que le quedaba perfecto. Lo que más coraje me dio, fue que se veía tremendamente guapo y sexy. Como lo recordaba antes, creo que incluso más.
-¡Román!- gritó. A los cinco segundos entró el mismo señor que me había recibido en la puerta.
-¿Si señor?
-Haga favor de traernos una copa de vino...
-¿Alguna preferencia, señor?
-Sorprende me- Román se fue, dejándome otra vez sola con él.