Capítulo 8- No me oyes.

21 3 0
                                    

En mi escuela no sucedió nada interesante la verdad, un día bastante común.

Al parecer Mary ya no se preocupaba tanto por acosar a Gonzalo, tal vez se sintió amenazada de alguna manera, Mauro, desde la ultima  vez que la vio cerca no la recibió precisamente con los brazos abiertos.

La gritó bastante dejándola en ridículo con casi medio instituto, luego ella corrió alejándose lo más rápido que sus piernas le permitieron, la verdad me sentí un poco mal respecto a como actuó Mauro, cuando se acerco a mi solo lo miré un poco apenada, sentía que actuaba tal cual ella lo hacía conmigo años anteriores, agregado que mientras huía lejos el reía burlón señalándola. Aunque yo también podía reflejar una actitud similar o peor a aquella,  en mis adentros no podía ser cruel con la gente, aunque nunca había llegado a nada más que una discusión.

En los recreos estudiaba con algunos libros viejos que encontraba aprovechando para sumergirme en todos los aburridos temas de las áreas próximas a ser evaluadas, mientras que Mauro y Gonzalo morían de la risa viendo como la gente se molestaba intentando callarlos, pero al final cerraban sus libros cabreados a devolverlos y retirarse frustrados, admito que cada tanto una leve risa escapaba de mi parte, casi en un susurro, comparado con la risa del primate no emitía sonido alguno.

No recuerdo bien en que punto yo también comenzé a molestarme y opte por echar a los chicos y decirles que esperaran afuera con mi  típico tono mandón, ellos salieron refunfuñando y nombrándome una aburrida anciana. Cerré la puerta dando un gran golpe contra el marco de la misma. Cada rato causaban carcajadas de mi parte al ver las caras burlonas que hacían en cuanto los observaba, aunque fuera por un segundo, hacían cualquier monería.

Mi semana sería una rutina monótona si no fuera por los dos payasos que contaba como amigos, siempre decían cosas extrañas en momentos muy inoportunos causando que estallemos de risa los tres juntos, o comenzaban a hablar de cosas igual o más raras hasta terminar hablando de "Como se hacía un globo" no entiendo hasta hoy en día como es que tenían tanta imaginación.

Al final del día, me encontraba en e balcón acompañada por Gonzalo, esperabamos a Mauro mientras buscaba algunas cosas que habían estado lanzando en clases. El y yo habíamos tomado demasiada confianza, hasta podía contarle la primera bobada que me pasara por la cabeza sin pensar en si el se burlaría o reiría conmigo luego de que yo haya analizado que acababa de decir. También eramos algo melosos en publico, pero de una forma cómica y algunas veces ridicula.

Algunos graciosos ejemplos era cuando volvíamos a casa o nos encontrábamos solos los dos en la plaza y se colocaba sobre mi espalda como un enorme oso de felpa dejando caer todo su peso esperando que cayera, yo lenta y torpemente dando pasos cortos intentaba seguir caminando hasta casi caer al piso. O en otras situaciones caminabamos balanceando nuestras manos aferradas de atrás hacía adelante hasta ver quien se quejaba primero, casi siempre - por no decir siempre - era yo la primera en soltarlo y comenzar a sobar mi hombro divertida.

Disfrutaba bastante en su compañía, pero cuando estábamos a solas,  no podía evitar sentirme algo nerviosa, los nervios, espasmos u hormigueos me invadían de cualquier forma y aunque ya hace casi 1 año que eramos amigos, no emitía sonido alguno, si se acercaba demasiado me sonrojaba facilmente y optaba por mirar en dirección contraria, creía firmemente en que solo era nerviosismo de no conocerlo lo suficiente, aunque, si estaba cerca de el no podía evitar pensar en como sería abrazarlo o alguna otra cosa, aunque mi rostro facilmente se tornaba rojo y comenzaba a chillar como hiena en celo en mis adentros. De todas formas me negaba a pensar que le quería, solo eran los nervios de conocer a alguien nuevo, o la impresión, debo admitir que es bastante lindo.

Estabába junto a el, codo a codo, apoyandome sobre la barandilla, observando el patio sin niños corriendo o adolescentes gritando quien sabe que, en un idioma al parecer extinto.

My Love My DreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora