Campamento

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Existen dos formas de ver la vida, y no es aquello de los Milagros de Einstein, sino algo que no es ni conceptual ni poético.

La primera forma es aceptando que todo lo que sucede es por alguna razón, como si fuera una regla, como un péndulo, el cual puedes calcular en cada punto su velocidad, su aceleración, como algo puesto en nuestro destino porque era necesario experimentar alguna cosa, algo nuevo que aprender, una que otra cuestión que resolver, etc. Llevando consigo una serie de complejidades que creamos en nuestras mentes haciendo pensar en que todo lo que nos pasa está ya premeditado, como si quisieran llevarnos a un punto en particular, como si debiéramos, sea cual sea el camino a escoger, llegar al mismo punto, dado el caso que no es cierto, ya que de los diferentes aspectos que la vida tiene, unos están más llenos de experiencias que otros y sin embargo no es correcto que llegamos a un punto en especial, pero sí que tenemos la facultad de elegirlo.

La otra forma de ver la vida es creyendo que el mundo, el tiempo y el espacio es un enjambre de sucesos, acciones y cosas sin índice que nos lleva a diferentes puntos, es como si ahora hubiera un segundo péndulo amarrado a la bolita del primer péndulo, podemos calcular todo lo que se requiera del primero, pero del segundo es un infierno. Quizá los milagros de Einstein nos dicen mucho sobre el concepto de la vida, pero los péndulos explican un poco mejor la manera de interpretar estos contextos.

6:30 AM

He despertado una hora antes de que el despertador comience a sonar, quiero morir.

Quizá estoy soñando, pero será mejor que no comience a parlotear sobre lo que puedo o no interpretar, hoy es un espléndido día, el día de campo de Impacto Ambiental, y no quiero que nada lo arruine. Ya he tenido muchas cargas sobre mi cabeza para poder seguirme desplazando con la cantidad Torque que generan en mi vida.

Si, mis problemas son como torques, son directamente proporcionales a la importancia de prioridad que tienen en mi mente multiplicado por el tiempo límite en el cual deben resolverse, esos son mis torques, mis momentos de fuerza, mis infiernos.

Salgo de la cama con un pie envuelto en la sabana, haciéndome sentir como si desde ya el día estuviera maldito, y qué decir, si ellos dos estarán juntos, haciendo todas las cositas que hacen los novios en días de campo. Qué fastidio.
Escucho a Samuel salir de su habitación, porque su puerta acabó de cerrarse. Quizás Hércules piensa que estaré totalmente afectado al ver como se babosean frente a mí, pero lo cierto es que no me importa si se besan, si no lo hacen, si se pasean por el Olimpo y dejan que todos vean su gracia de no tener sentido cuando están juntos, si Milha solo quiere la herencia de Zeus, no me importa, al final todo esto sólo me trae más momentos de fuerza a mi vida.

Mientras pensaba estupideces Sam ya se ha ido y ahora salgo de mi alcoba con todo mi equipo. Es un poco más pesado que el de los demás porque llevo cosas adicionales para no morir en el bosque, como frituras, galletas, una guitarra y un kit de supervivencia por si algo raro llegase a suceder.

He desayunado un pedazo de pan duro que quedó de la cena y he llevado un termo cargado de mucho café para el viaje.

Al llegar a la entrada de la facultad he visto a casi todo el semestre preparado para ir, y una docena de buses esperando hasta la hora de partida, mi reloj de muñeca marca las 7:40AM. James y Carlos están apartados del gentío hablando con un grupo de amigos de la clase, me acerco a ellos arrastrando mi pesado equipaje. En resumen llevo una maleta que pesa aproximadamente 15 kilos, con una guitarra encima y dos abrigos en cada manigueta.

Me he acercado a James, el me ha visto y se dirije hacia mí.

-Hey tío! Estás listo para morir en el bosque?
-Listo y preparado para la enésima ronda! Exclamo a todos.

MilhaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora