Perdiéndote.

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-¿Quieres un poco de té?

Negué con la cabeza y espere a que se sentara a mi lado. Pero no lo hizo.

Se quedo frente a mi, esperando alguna reacción de mi parte.

-Vamos, Katie. Dime que puedo hacer. ¿Quieres que te acompañe a la comisaria? Lo haré. ¿Quieres irte a casa? Yo conduzco. Pero no me puedo quedar aquí parada, esperando que reacciones.

En ese momento, en medio del discurso de mi mejor amiga, la puerta se abrió más rápido de lo que jamás había visto. Se golpeó contra la pared, e hizo un sonido sordo. La manilla casi se revienta al chocar contra la muralla y el piso tembló ante tan brusca entrada.

Iba vestido con unos pantalones negros caídos por la cadera, una sudadera blanca y unas zapatillas gastadas. Iba despeinado, y estaba pálido. Sus labios se contraían en una firme linea, y observo toda la habitación para finalmente posar sus ojos verdes en mi. Caminó sin vacilar, y más rápido de lo que abrió la puerta estaba a mi lado, agarrandome ambas manos con fuerza. Tanta que casi la podía sentir. Casi.

-¿Cómo estás? ¿Se supo algo? -Preguntó con pura ansiedad en su voz ronca.

Siempre tan optimista.

-Hola Luke. No, aún no se sabe nada. -Respondió Lea por mi. Lo miró de pies a cabeza y se sentó a mi lado vació. Me hacían sentir como una niña enferma, que necesita protección. Mientras mi hermano rondaba por ahí afuera, y no comía hace tres días.

-Yo solo... -Comenzé a hablar. Ambos posaron su vista en mi, y ni un solo pelo se movió en la habitación hasta que continúe. Casi pude sentir los pensamientos de Lea "¡Está hablando!" -Me siento mal ¿Saben? Quiero decir, mientras yo estoy acá, totalmente abrigada, y con todo lo que quiera al alcance de mi mano, Nial está allá afuera. Quien sabe donde. Con la misma ropa, y sin comer nada. No se en donde está, y yo estoy completamente protegida, con mis dos mejores amigos ¿Alguien podría explicarme como es que eso es justo?

Se demoraron unos segundos en responder. Probablemente es lo más largo que había dicho desde que había llegado a la casa de Lea.

-No lo es. -Luke me miró sin saber muy bien que decir. -¿Y sus amigos?

-Los que no estaban inyectados en cocaína o alcohol afirmaron haberlo visto en la fiesta de Elías, y que se había ido solo, completamente drogado.

Mi móvil comenzó a vibrar y desprender música que mi cerebro no alcanzaba a procesar. Lo tomé con ambas manos como una taza de café y verifique el numero. Respondí a la segunda vibración y casi se me resbala de las manos al llevarlo tan rápidamente a mi oreja.

-¿Se supo algo? -Pregunté

Mi madre suspiró.

-No. Aún lo están buscando. Me dicen que me quede tranquila.

-¿¡Tranquila!? ¿¡Que estemos tranquilas!? ¡Maldita sea mamá! ¡Tu hijo podría estar muerto por una sobredosis y tu estás tranquila! ¡¿Es que vas a seguir ignorando todo otra vez?! -Exploté.

-No, Katie, pero ¿Que más quieres que haga?

-¡Cualquier cosa! ¡Cualquier cosa es mejor que quedarse sentada tomando un café!

Suspiró y esperó unos segundos. Luke me acarició el brazo para calmarme. Comenzé a respirar profundo. Me decía a mi misma cada acción para concentrarme en algo. Ahora levántate. Camina a la derecha. Toma la mano de Luke.

-Katie, quiero que apenas se acaben las clases vengas a la comisaria 64. Está a solo unas cuadras de tu escuela.

Respóndele a tu madre.

Libertad al amanecer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora