Capítulo 18

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-- ¿Cómo pudiste hablarle de esa forma?—Fernando se miró la espejo del camerino— ¡eres un estúpido!—
Sus hijos eran lo más importante en su vida y él debía comprender eso. Debía disculparse.
Salió del camerino y comenzó a dar vueltas por toda la locación.
La buscó por todos lados, sabía que la había herido feo y que no lo merecía. Preguntó a todos al pasar, pero nadie la había visto.
Se alejó del set y empezó a caminar por un sendero hacia el bosque. Caminó y caminó pero no la encontraba. Fernando empezaba a desesperarse, cuando de pronto tuvo una corazonada.
En días atrás ella había estado allí sola. En ese sitio donde grabaron algunas escenas de la telenovela y él la había regañado por eso, pues era peligroso.
¿Y si estaba ahí? Estaba empezando a oscurecer y eso lo preocupó. Agilizó el paso y pronto se acercó a la orilla. Miró a su alrededor pero no la vio. Rodeó la laguna y se deshizo mirando. Pero nada, ni rastros de ella.
Dispuesto a rendirse echó a andar hacia el sendero cuando oyó un sollozo.
Aguzó el oído y dejó que el sonido lo guiase. Observó atentamente y la vio allí detrás de un árbol, abrazando sus rodillas. Sus mejillas brillaban por las lágrimas.
Se acercó despacio para no asustarla. Se agachó a su lado.
— Lucero
— ¿Qué es lo que quieres?
-- Bonita yo…
Ella levantó los ojos y el vio algo que le partió el corazón.
-- ¿Qué?--- Escupió las palabras-- ¿Acaso olvidaste algún insulto?
En realidad si había olvidado decirle algo pero no era un insulto precisamente.
--Lo siento—le tocó la cara—No debí hablarte así, es solo que a veces…
-- A veces ¿qué?
-- ¡A veces soy un estúpido!
Lucero estuvo muy de acuerdo con él
-- Me dolió lo que me dijiste
-- Lo sé y lo lamento—Fernando se puso de pie—Debo comprender que tus hijos son lo más importante para ti y que yo…
Ella guardó silencio en realidad quería oír lo que tenía que decirle
--Yo—prosiguió él— solo soy un amigo para ti.
De modo que eso era lo que él pensaba, él pensaba que ella lo quería como a un amigo. Si supiera cual era la verdad.
--Y… ¿eso te molesta de algún modo?— ella también se puso de pie— Es decir, el hecho de que solo te quiera como amigo
El asintió
-- Pero ¿por qué?—ella no lograba comprender. A menos que…
Fernando le dio la espalda.
-- Dime porqué
-- Yo…
-- ¿Tú qué Fer?—— ella se le acercó-- ¿Tu qué?
Se volteó.
El corazón de Fer latía fuerte. Pero, tal vez era mejor decir las cosas de una vez.
-- Estoy enamorado de ti
Lucero lo miró fijamente
-- ¿Me amas dices?—Ella sonrío pero sin humor— Ahora resulta que me amas
Él pudo ver una sombra de duda en sus ojos.
-- Es la única verdad de todo esto
-- Me amas—Ella se alejó unos pasos— ¡El Sr. Fernando Colunga me ama!
-- No estas siendo muy amable ¿sabes?
Ella se volteó. Sus ojos chispeaban de rabia
-- ¿Y desde cuándo se supone que el señor está enamorado de mí?
Fernando lo pensó y casi se arrepintió de hablar. Pero ya había empezado y ahora no podía parar
-- 15 años para ser exactos
Lucero se tambaleó. De hecho, él pensó que caería al suelo pero se mantuvo en pie.
-- ¿Qué dijiste?
Fernando repitió
--Te dije que te amo hace 15 años
-- Mientes muy bien—ella aplaudió irónica—ah claaaaro, ¡me olvidaba que eres… actor!
A Fernando le dolió su actitud, pero la comprendía.
-- Es tu problema si no me crees, pero es la verdad.
Lucero sintió que la rabia la consumía. ¿Qué clase de hambre era este?
Lo golpeó en el pecho con fuerza y el agarró sus manos acercándola a su cuerpo, hasta que sus ojos estuvieron muy cerca. Los de ella empezaron a humedecerse.
No quería preguntar. No quería que él supiera cuanto le dolió que la dejara. Pero algo en su interior le reclamaba que le pidiera una explicación y así lo hizo.
-- ¿Por qué?
-- ¿Por qué, qué?
-- ¿Por qué me dejaste aquella vez?—Las lágrimas ya le corrían por sus mejillas—Si me amabas tanto, ¿por qué me abandonaste así?
Fernando cerró los ojos y suspiró.
-- No estaba listo para ti, o al menos eso pensé
-- No entiendo
La soltó.
-- Digamos que me di cuenta que eras demasiado para mí y yo no podía arruinar tu vida así.
-- ¿Demasiado?
-- Eras una muchachita hermosa, llena de ilusiones y yo no quería un relación estable con nadie en ese momento.
Lucero estaba sorprendida por sus palabras.
-- ¿Puedes explicarme mejor eso?
Fernando volvió a acercarse.
-- Mi mundo era el de las mujeres sin complicaciones, y tu…
-- ¿Yo qué?
-- Necesitabas un hombre que quisiera compromiso.
-- Fer...
-- Déjame terminar—Esta vez le abriría el corazón— Eras especial y me di cuenta en el preciso instante en que te besé.
Ella sintió que algo cálido le recorrió la espalda.
-- No sabía que…
-- No, no sabías. Y pensé que jamás te lo diría, además…
-- ¿Además?
-- Te casaste con otro
-- Tú me dejaste
-- Sí. Pero me di cuenta muy tarde, de que…
-- ¿De qué?
-- ¿Por qué tienes la manía de repetir todo lo que digo?
Lucero sonrió
-- ¿Vas a decirme o no?—le mostró sus hermosos dientes— ¿de qué te diste cuenta?
Él le tomó la cara entre las manos y la miró fijamente.
-- Me di cuenta de que no sirvió alejarme—Su voz no era la misma de siempre— De todas formas perdí el corazón.
- -Entonces te alejaste porque no querías lastimarme y el que salió lastimado ¿fuiste tú?
Él asintió.
Ella vio algo en los ojos de Fer que jamás había visto antes. Estaba triste y ella no soportaba más verlo así. Quería borrar esa expresión de tristeza de su rostro, quería que Él supiera que ella también estaba sufriendo con todo esto.
Lo abrazó y el hundió la nariz en su pelo. Ella lo apretó fuerte y le susurró.
-- A mí me pasa lo mismo
Él se apartó y la miró a los ojos
-- Ahora soy yo el que no comprende
Ella hizo una pausa. Las palabras se agolparon en su garganta pugnando por salir
-- Fer yo…
-- ¿Dime?—Él la miró con atención esperando su respuesta
Su corazón latía fuerte y casi ni se oyó su voz al hablar.
--Yo… también te amo.
Se dieron un beso largo y por un buen rato ninguno de los dos dijo nada. Solo se quedaron allí abrazados, escuchando los grillos que indicaban el anochecer.
Luego Fernando la tomó de la mano y caminaron juntos hasta la locación.
Los integrantes del equipo se sorprendieron de que se perdieran tanto rato, pero eran discretos y jamás nadie preguntaba nada.
Ya en el hotel se fueron a cenar juntos. No hablaron mucho, no hacía falta. Los ojos lo decían todo y ella supo cómo terminaría esa noche. Lo raro es que no le preocupaba. No le preocupaba lo más mínimo. Se sentía distinta y muy, muy tranquila. Fer le sonrío al terminar la cena y ella leyó en su mirada todo lo que quería esa noche.
Ella le devolvió la sonrisa y eso bastó.
Se puso de pie y salieron del restaurante. Con paso firme se dirigieron al ascensor. No se besaron, solo se limitaron a mirarse. Caminaron por el pasillo y ella lo detuvo.
-- Espera—Dijo agarrándolo del brazo—v amos a mi cuarto.
Fer sonrío ampliamente
-- Lo que ordene madame.
Le quitó las llaves de la mano, abrió y entraron cerrando la puerta tras de sí... Todo estaba a oscuras.
Lucero encendió la lámpara de la mesita y se volteó para mirarlo. Él se acercó despacio y se desabrochó la camisa. Ella acarició su pecho musculoso y con un dedo recorrió el borde de sus pantalones. Fer le puso una mano sobre la suya.
-- Me estas matando—ella sonrió— si sigues con eso no podré esperar mucho
-- No lo hagas——ella lo miró a los ojos—no quiero que esperes.
Él se quitó la ropa y se acercó más a ella. La desnudó lentamente y la besó con pasión probando el sabor dulce de sus labios.
Ella cerró los ojos hasta que sintió como la alzaba y la dejaba en la cama.
Fer se acostó a su lado y ella se entregó a él sin reservas, dejando que la tocara a su antojo.

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