Fer la miró a través del espejo y por un instante se quedaron así perdidos, uno en los ojos del otro. Entonces dio un paso al frente y le hizo una seña al chico de que los dejara solos. Este salió apresuradamente cerrando la puerta. Lucero seguía mirándolo por el espejo, llevaba una camisa blanca de tela suave. Él se acercó y se paró a su espalda. Ninguno de los dos dijo nada.
Fer puso sus manos en los hombros de ella y le sonrió.
-- ¿Qué haces aquí?—el frunció el ceño—Es decir... sin avisarme que vendrías
-- ¿Te incomoda que haya venido?—esto no estaba saliendo como él se imaginó
-- ¡No! ¡Por Dios!— ¿Qué demonios le pasaba?—Yo... estoy feliz de que estés acá
-- No parece—Él retiró las manos y le dio la espalda—estás incómoda
-- No, no...yo no...
-- Si quieres me voy.
Debía hacer algo y pronto. Debía arreglar esto y no seguir pareciendo que no le agradara que él estuviera ahí. Lucero se paró y se acercó a él. Le puso una mano en la espalda y lo obligó a darle el frente. Dios mío, era tan grande que le costaba estar a su altura, sobre todo porque ella aún no se había puesto sus botas de tacón. Se empinó un poquito y lo besó en la barbilla.
Él se tambaleó ante el gesto y ella lo agarró del cuello de la camisa para que bajara la cabeza.
-- Nunca digas que quiero que te vayas—Sus narices estaban juntas— Me hiciste mucha falta.
Él la abrazó y ella rodeó su cuello con los brazos. La alzó y dio varias vueltas con ella así, hasta que la dejó en el suelo, pero sin soltarla.
-- ¿Estás bien?—lo preguntó cuidadosamente—digo por lo de la separación
-- Todo lo bien que se puede estar—lo miró a los ojos antes de decir—después de dejar a tu esposo de 14 años.
-- Me imagino
-- Ni siquiera me llamaste para preguntar
-- No quería incomodarte.
-- Nunca
Se miraron por un instante y él bajó la cabeza lentamente para darle un beso. Quería que fuera breve, un roce nada más. Pero en cuanto sus labios se tocaron, se prendió la chispa y el deseo lo invadió.
Fer la miró por un instante y sonrió. La cargó, la sentó de golpe sobre el tocador y se puso entre sus piernas. Volvió a besarla esta vez más profundo, ella le clavó las uñas en la espalda y se besaron con más intensidad, olvidando por un instante donde estaban.
Fernando le tomó el labio inferior entre los suyos y ella protestó ante la mordida que le dio.
-- Espera—lo empujo un poco—espera
-- Mmm
-- Fer...
Él levantó la cabeza y la miró
-- Hay mucha gente allá afuera—Él le besó el cuello—y... no... podemos...
-- Me quedaré por ahí, hasta que termines y después...
-- ¿Después?
-- Después—Volvió a mirarla a los ojos—te vienes conmigo a mi casa.En ese instante alguien tocó la puerta y ella se bajó del tocador. Lo miró y sonrío. Fer tenía en la boca todo su lápiz labial.
-- Será mejor que... —le hizo señas de que se limpiara
-- ¡Ah sí!—Fernando se miró al espejo. Soltó la carcajada y se pasó el dorso de la mano por los labios— Será mejor...Ella fue a abrir. Era el chico que había estado antes ahí. Saludó nuevamente a Fer e incluso se tomó algunas fotos. Ella también se tomó fotos con Fer y las guardó en su celular. Él salió y ella terminó de arreglarse.
Las horas se hicieron eternas y aunque ella se divirtió mucho en el evento, su mente estaba en otro lugar y de cuando en cuando, sentía maripositas en el estómago pensando como terminaría aquella noche.
El evento terminó y ella se dirigió al camerino a recoger sus cosas. Un chico que ella no conocía la estaba esperando con un mensaje de Fer.
-- Venga conmigo señora
-- ¿Y Fer?
-- Ya se verán.
Ella recogió sus cosas y salió con él.
Caminaron en silencio y justo cuando ella pensó que irían al estacionamiento, el chico abrió una puerta y la invitó a pasar. Caminaron por un pasillo largo, hasta llegar a otra puerta que daba a un callejón solitario. Estaba algo oscuro y ella pudo ver una camioneta estacionada en las sombras.
El chico le indicó que se acercara, un hombre grande y corpulento le abrió la puerta para que pasara. Ella entró al vehículo pero Fer no estaba.
-- ¿Y Fer?
-- Está esperándola en casa señora, en un instante llegaremos.
El trayecto lo hicieron en silencio, hasta que llegaron a la casa, pero en vez de estacionar al frente le dieron la vuelta y Lucero pudo ver como se abría la puerta trasera dándoles paso.El auto rodó por un sendero de piedras hasta que entro en el garaje. El hombre se bajó y la ayudó a salir. Ella lo miró inquisitiva y el hombre adivinó lo que estaba pensando.
-- Es por su seguridad señora—se tocó el quepis— El señor me mataría si mañana alguien dijese algo inapropiado de usted.Ella sonrió ampliamente y él le indicó por donde debía entrar. Ella camino despacio, abrió la puerta y se encontró con los ojos de Fer. Él la tomo de la mano y la invitó a sentarse en el sofá junto a él.
-- Es bonita tu casa
-- Gracias—él le tomó la mano— ¿Te trataron bien?
-- Tus empleados son muy amables—ella le acarició la palma de la mano— Pero...
-- ¿Pero?
-- ¿Por qué tanto misterio?
-- Es que así deben ser las cosas—le sonrío— ¿te asustaste?
-- Me sentí como en una película de espionaje
Fernando soltó una sonora carcajada
-- No quise que te espantaras—la abrazó—pero no podemos darnos el lujo que alguien te vea entrar a mi casa a altas hora de la noche.
-- Te agradezco el gesto
Él la miró algo serio esta vez
-- Yo preferiría que vinieras por la puerta principal y a la luz del día
-- Es que aún no...
-- Lo sé y solo por eso hice las cosas como las hice—se puso de pie— Es más nadie me vio entrar a tu camerino y nadie me vio salir.
Lucero se sorprendió por lo que dijo.
-- ¿Y el chico que me peinó?
-- Es un viejo amigo
Le dio la mano para ponerla de pie y tiró de ella para que lo siguiera hasta arriba de las escaleras. Se paró frente a una puerta y la invitó a pasar. Ella entró primero y él la siguió. Era una habitación bastante grande, dominada por una enorme cama con sábanas grises.
El decorado era muy masculino, con tonos tierra y negro.
Ella se giró para darle el frente.
-- Me hiciste mucha falta
-- Y tú a mí
-- Pensé en ti día y noche, noche tras noche
-- Yo también
-- Miraba todos los noticieros, a ver si te veía
-- Igual yo
-- ¿Y por qué no me besas?Él se acercó hasta que sus cuerpos se tocaron.
-- Pensé que nunca me lo pediríasY se besaron.
Una y otra vez, hasta que a los dos les faltó el aliento. Fer la arrastró hasta el borde de la cama y la volvió a besar con intensidad. Luego la cargó, pero en vez de llevarla a la cama, entró con ella al cuarto de baño y la dejó en el suelo.
Ella miró a su alrededor y sus ojos detuvieron en un punto
-- ¿Un jacuzzi?—Subió una ceja— ¡Qué exótico!
-- ¿No te gusta?
-- Sí
Estaba lleno y Fer acciono un botón. El agua empezó a burbujear.
Le tomó sus manos y las llevó hasta el borde de su camisa. Ella se la desabrochó despacio, mirándolo a los ojos. Le encantaba su cuerpo. Era fuerte y masculino. Ella dejó que sus dedos rodasen por aquellos músculos perfectos y Fer se derritió ante el placer de la caricia.Ella se apartó un poco y despacio, se fue despojando de su ropa bajo la mirada de Fer. En un instante estaba casi desnuda ante sus ojos. Se acercó y el hundió la cabeza en su pecho. Ella acarició su cabello y se dejó llevar por el deseo.
Terminaron de desvestirse, entraron despacio y se sentaron juntos. Fer la rodeó con sus brazos y volvieron a besarse. Olía a madera y a manzanas. No era raro, en él, todo olía a manzanas. La espuma le hacía cosquillas a Lucero y la sensación era increíble.Él le acarició la espalda y deslizó los dedos por su piel. Ella se estremeció bajos sus caricias y le devolvió el gesto despacio. Fer se inclinó y reclamó su boca con fuerza. Ella le correspondió de la misma manera.
Estaban embriagados de deseo. Estaban como en otra galaxia.Hicieron el amor despacio, deleitándose en el placer de acariciarse.
Nada importaba.
Nadie importaba.
Solo ellos dos y el gran amor que se tenían.
Se quedaron allí hasta que tocaron el cielo... juntos.
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Almas Gemelas
RomanceLas almas que se encuentran y se reconocen, nunca se sueltan; ni con la distancia, ni con el silencio, ni con las vueltas que da la vida 💫