Cap.7. Los regalos

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Aveline p.o.v

-Oye he tenido que soportar muchas cosas aquí, pero esto...- dice Susan.

-Creíamos que era la Bruja- dice Peter.

-Sí, sí, lo siento mucho- dice Papá Noel- en mi defensa diré que yo conduzco un trineo de estos mucho antes que la Bruja.

-Creía que nunca era navidad en Narnia- digo acercándome a Papá Noel.

-No, desde hace mucho, pero la esperanza que nos habéis traído, majestades, incluyéndote a ti, Aveline- dice Papá Noel- está empezando a debilitar la magia de la Bruja.

-¿Eso quiere decir que mi maldición se romperá?- pregunto entusiasmada, agitando mi cola.

-Lo siento, querida mía, pero ya sabes cuáles son las condiciones para romperla, no obstante, creo que os merecéis esto- dice Papá Noel cogiendo un saco rojo de terciopelo.

-¡Regalos!- grita Lucy.

-El jugo de la flor de Fuego- dice Papá Noel entregándole una botellita con detalles dorados a Lucy- una gota, cura cualquier herida, y ten esto, aunque espero que nunca tengas que utilizarla- dice dándole una daga a Lucy.

-Gracias señor pero- dice Lucy- creo que sería muy valiente.

-No me cabe duda- dice Papá Noel riendo- pero las batallas siempre son repugnantes- Papá Noel saca un arco de su saco- Susan, confía en este arco, no acostumbra a fallar.

-¿No ha dicho que las batallas son repugnantes?- dice Susan. Papá Noel se ríe de nuevo y la ignora.

-Y aunque no parezca que tengas problemas para escuchar, hazlo sonar y donde quiera que estés, algo acudirá a socorrerte- dice Papá Noel entregándole un cuerno de marfil blanco a Susan, con la forma tallada de un león.

-Gracias- dice Susan.

-Peter- dice Papá Noel- puede que no tardes mucho en utilizarlos- dice Papá Noel entregándole un escudo plateado con un león rojo en el centro y una espada con la empuñadura de una cabeza de león, Peter desenvaina la espada y parece que en la hoja, hay algo grabado en color oro.

-Gracias señor- dice Peter sonriendo.

-Y por último, Aveline- dice Papá Noel.

-¿Yo? Creo que así no puedo ayudar mucho- digo afligida.

-Querida- dice Papá Noel sacando una espada como la de Peter y una ballesta de madera y plata- no serás una loba eternamente y dentro de poco, volverás a ser tú, no me cabe duda, ten fe, Aveline, tu forma humana regresará cuando menos te lo esperes, mientras tanto, Peter, me gustaría que le guardaras las armas a Aveline.

-Será un placer señor- dice Peter mirándome de reojo.

-Y recordad, son armas, no juguetes- dice Papá Noel- utilizadlas como es debido, ahora, debo irme, el invierno está a punto de terminar y el trabajo se te acumula cuando llevas 100 años fuera- dice Papá Noel metiendo su saco en el trineo, después se sube en él y se marcha- ¡Larga vida a Aslan!

-Os dije que existía- dice Lucy con una mirada pícara.

-Ha dicho que el invierno, está a punto de acabar ¿Sabéis que significa?- dice Peter.

-Que no habrá más hielo...- concluyo la frase de Peter.

(...)

Llegamos a un río helado o, lo que queda de él, ya que el hielo se va fragmentando en grandes trozos que son arrastrados por la helada corriente.

-Tenemos que cruzar ya- digo mirando al hielo.

-¿Los castores no hacen diques?- pregunta Lucy.

-No soy tan rápido querida- dice el señor Castor.

-Vamos- dice Peter cogiendo de la mano a Lucy.

-Espera ¿Quieres pararte a pensar un minuto?- interrumpe Susan.

-No tenemos un minuto- suspira Peter.

-Solo intento ser realista- reprocha Susan.

-No, solo intentas ser lógica, como siempre- dice Peter.

-Ya basta- gruño y un sonoro aullido se hace presente- debemos cruzar el río cuanto antes, Maugrim no tardará en llegar.

Bajamos el acantilado y llegamos al principio del río, todavía convertido en hielo, pero no por mucho tiempo. Miro a Peter, quien tienen una expresión de miedo en su rostro, pisa el hielo y este se rompe, haciendo que demos un salto hacia atrás.

-Espera- dice el señor Castor- tal vez deba ir yo delante.

-Tal vez sí- dice Peter.

Seguimos las pisadas del señor Castor, yo intento no apoyar todo mi peso a cada paso que doy, pero aun así, el hielo se va rompiendo, aunque no es arrastrado por el agua, dándonos más tiempo para cruzar.

-Si mamá nos viera hacer esto- se queja Susan.

-Mamá no está aquí- reprocha Peter.

-¡Oh no!- grita Lucy, miro hacia arriba y veo a la manada de Maugrim cruzar la cascada helada.

-¡Corred!- grito y todos aceleramos nuestro paso, pero no es suficiente, los lobos nos rodean y nos dejan atrapados sobre el débil hielo, empiezo a gruñir a los demás lobos (multimedia), pero es inútil.

Uno de los lobos coge al señor Castor por el cuello y lo tira al suelo, ladro y me abalanzo sobre ellos, Maugrim me da un zarpazo en la cara y me hace tres arañazos en el lado derecho, haciendo que gotitas de sangre caigan por mi albino pelaje.

Uno de los lobos coge al señor Castor por el cuello y lo tira al suelo, ladro y me abalanzo sobre ellos, Maugrim me da un zarpazo en la cara y me hace tres arañazos en el lado derecho, haciendo que gotitas de sangre caigan por mi albino pelaje

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Peter saca su espada.

-Suelta eso- dice Maugrim- alguien podría dañarse.

-Por mí no os preocupéis- dice el señor Castor- atraviésalo. Maugrim va dando pasos hacia delante haciendo que nosotros retrocedamos.

-Huye ahora que puedes...y recuperarás a tu hermano- le dice Maugrim a Peter.

-¡Para Peter quizás deberíamos escucharle!- grita Susan.

-Una chica lista- se ríe Maugrim -oh vamos, esta no es tu guerra, todo lo que quiere mi Reina es que cojas a tu familia y te marches.

-Tu Reina es un fraude- gruño enseñando mis dientes- Peter, Narnia te necesita, yo te necesito, o le destripas tú o lo hago yo.

-¿Qué vas a hacer hijo de Adán? No tengo todo el día- dice Maugrim acercándose peligrosamente- y el río tampoco.

Oigo algo crujir y la cascada helada se empieza a romper, liberando toda el agua de su interior.

-¡Peter!- grito.

-¡Agarraos a mí!- grita Peter, clavando su espada en el hielo, haciendo que se rompa y que nos arrastre la corriente, clavo las uñas en el hielo y cierro los ojos. Una ola gigante nos sumerge en el agua, mis garras se sueltan y soy arrastrada por la corriente.

Intento nadar, pero al ver que es inútil, solo me dejo llevar, aguanto la respiración e intento sacar la cabeza a la superficie, solo lo consigo durante un segundo, antes de que la corriente me vuelva a sumergir al fondo.

La maldición (Peter Pevensie y tú) Las Crónicas de NarniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora