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"¿Por qué le hechas la culpa a 
otros de tus errores?"
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-Joernay-

Podría decirse que las cosas no iban tan bien cuando Grisha supo que Eren llegaría al mundo. En realidad las cosas estaban peor que mal.

Su amorío, Dina, quien en realidad era su amante pero eso es algo que ella no sabía ni merecía saber, le estaba agobiando con esa idea de que tenían que casarse.

¡Pobre ingenua!

Sinceramente todo eso a Grisha ya lo tenía más que cansado. Quería terminar su relación con aquella muchacha que conoció, tal vez así Carla ya dejaría de joderle la vida.

Incluso tenía ya preparadas las palabras que le iba a decir para dar por terminada toda esa relación, pero antes de que de sus labios salieran si quiera algo; ella le comenta, entre risas, que está embarazada y que el hijo, por lógica, es suyo.

Y la mierda se seguía acumulando.

Si apenas aguantaba a Carla embarazada ahora también tenía que aguantar a Dina, vaya injusticia.

Tal vez debería pedir vacaciones, no, mejor no. Pensándolo bien, es posible que con eso Carla se vuelva más espesa.

Pasaba de eso.

Bien, ahora debía pensar en un plan para que Dina pierda a ese bebe y solo de esa manera él podría estar tranquilo.

Su pequeño Zeke se acerca, jala su abrigo para entregarle el cigarro que el mayor le ha pedido que traiga. Grisha acaricia sus cabellos, ha educado tan bien a su primogénito, es lo único que puede pensar en ese momento.


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Uri revisa los papeles que le han dejado, son demasiados, a veces quisiera una vida donde no aparecieran los malditos papeles que le complicaban la vida.

¿Acaso no piensan en los árboles?

Se siente fatigado, incluso su cuello se encuentra adolorido, un bostezo sale de sus labios; aleja la pila de papeles y decide que es mejor descansar.

Repentinamente se detiene, todo empieza a darle vueltas y por unos momentos deja de respirar, el aire no llega a sus pulmones y el piso al parecer se mueve.

Su secretaria lo ve pararse, es cuando su jefe detiene su andar donde se acerca preocupada, algo no andaba bien con el señor Uri.

Justo cuando estaba por tocarle el hombro y preguntarle si se encontraba bien, sucede el fatídico suceso.

Lo siguiente que se oyó por todo el edificio fue el grito de la secretaria pidiendo ayuda.

Lo siguiente que se oyó por todo el edificio fue el grito de la secretaria pidiendo ayuda

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Feo |Ereri|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora