Carta

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Moira y sus hermanos están aburridos.
Permanecer en una casa desconocida , y nada que hacer es tan agotador. Están hambrientos, solos y con ganas de irse a casa, pero Moira sabe que no es bueno regresar a casa con los problemas que hay ahí. No es bueno que los gemelos escuchen que su madre es una zorra y los abandonó. Los gemelos dicen cosas, cosas que a Moira le importa un cacahuete, hasta que...

—Obvio que es un divorcio —dice Scott.

Moira tira la revista cerca de Alex, y el gemelo ni se inmuta. Suelen tener estas peleas siempre.
Moira le jala las orejas y hace que Scott tire su juguete al suelo, su boca se retuerce de dolor, pero no grita, no llora. Sabe que ha hecho mal y debe ser reprendido.

—¡No vuelvas a decir eso! ¡¿Me escuchaste?! —Moira tiene la cara roja y de verdad está molesta.
Sin embargo, hay algo o alguien que la inquieta, una figura escurridiza y obscura.
Un hombre: Sebastian Shaw.

                                                                                            [ . . . ]

Raven está molesta, defrauda de Erik. Sus lágrimas se acumulan en sus ojos sin salir. Su mente divaga en tantos escenarios, y en todos Erik hace que Charles éste en la peor posición por su culpa. Como si fuera suyo.
Raven siente como le hierve la sangre, está perdida en el pensamiento de que Erik es un acosador y que la víctima es su dulce hermano.

—Estúpido Erik — susurra Raven.

                                                                                         [ . . .]

La máquina de Erik escribe sin parar, como una metralleta.
Erik está tan arrepentido con Charles por haberle hecho eso... Es decir, él también se enojaría si alguien como él le rompiera un bonito jarrón.

Escribe una, y otra, y otra vez. Es una carta de disculpa pero ninguna suena bien o como su corazón quiere decir.
El suelo esta cubierto de bolas de papel amarillento con sus notas, las que suenan tontas, raras o demasiado románticas. Y su mente divaga por el cuerpo de Charles, sus labios rojos y...

«Querido Charles:

En mis sueños, beso tu polla, tu húmeda y dulce polla.

Erik.»

Erik se ríe y deja que la carta sea su entrada al verdadero deseo que le tiene a Charles. Esa tensión que por años le ha acompañado. Esa carta es la que sellará un trato con el destino. Por eso no la rompe, la deja ahí, al lado de la maquina. La dobla y saca un bolígrafo, lo llena de tinta y lo sella. Saca una nota amarillenta nueva y lista para escribir, y con toda su alma, escribe:

«Querido Charles:

Te perdono por pensar que estoy loco, por como actué esta tarde. La verdad es que me siento mareado y tonto con tu presencia, Charlie, y no creo culpar al calor. ¿Me perdonas?

Erik.»

Erik está satisfecho y pasa la mano por su cabello y la dobla, justo al lado de la carta sexual... Voltea por unos instantes, y ahí esta Eddie, durmiendo. Sonríe y la admira por última vez antes de preparar su traje elegante y disculparse con Charles como se debe. Las ansias que lo infundan se parecen a un ataque que no lo detiene, una emoción primitiva. De algún modo, ver a su madre le llena el corazón con una despedida dolorosa, y Erik no sabe por qué.

Atonement //CHERIK//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora