El desastre.

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Raven parece león enjaulado. Da vueltas y vueltas, la soledad de su cuarto la hace volverse mártir. Las preguntas, la infancia y la educación de sus padres la hacen pensar. Y el pensar siempre es destructivo para la psiquis. ¿Qué hará? ¿Realmente el ser humano puede ser tan repulsivo? ¿Realmente Erik es tan malo?...

Moira rompe la atmósfera del cuarto entrando con un resplandeciente vestido rosa y millones de joyas ruidosas en su cuello.
La rosa entra por la puerta.

—¿Puedo pasar? —pregunta con un pie sobre la alfombra de Raven.

«Ya estas adentro de todas formas» piensa Raven. Después asiente y la ansiedad se desvanece.

—Tuve una tarde acelerada —dice Moira con la voz entrecortada y acercándose a pasos agigantados hacía Raven. Extendió su fino brazo hacia ella y continuó—. Los gemelos estuvieron torturándome. Mira.

—Qué terrible —dice Raven sin emoción, ni siquiera la mira. No quiere, pero la mirada torcida que Moira le dedica, la obliga. Está traumatizada. Raven no quiere que su corazón se estrujé, pero lo hace—. Moretones Chinos —dice.

—Así es. —Moira se tira en la cama de Raven con las lágrimas en sus ojos—. Ya quieren irse. Creen que están aquí por mí. —Y por fin llora. Un llanto tonto.

Raven suspira y toma a Moira de las manos. Tienen tantos problemas y ella es la única que puede desahogarse y lo único que puede decir para vengarse de su debilidad es:

—¿Puedo contarte algo realmente terrible?

Y Moira, en su deseo de sentir el dolor ajeno para sanar su salado llanto, responde:

—Sí, por favor.

—¿Cuál es la peor palabra que puedes imaginar? —pregunta Raven.

Los sentimientos tristes de Moira se transforman en eterna confusión.

[ . . .]

El sol se ha puesto, es casi la hora de la cena y Erik toca sus dedos con nerviosismo; se siente estúpido. Se siente tímido y no sabe qué hacer ante la mirada que le lanzará Charles. Sube los escalones con aún más nerviosismo y su cara no puede reflejar más arrepentimiento, porque ya no tiene más, pero su mano está decidida a enfrentarlo, y tira de la campana que sirve como timbre. Los tímpanos le resuenan.

—¡Es un maníaco sexual! —responde Moira. Unas palabras bastante groseras en sus labios de señorita. Es tan sorprendente.

—Así es. —Es bastante raro de Raven le conteste a unas palabras así con tanta naturalidad teniendo en cuenta su tierna edad.

—¿Qué hará Charles? —pregunta Moira—. Deberías llamar a la policía.

—¿Eso crees? —Razona Raven, después de un tiempo mira el reloj—. Mejor lávate la cara. Aún debo vestirme.

Moira asiente y sale de la cama de Raven de un salto. Los listones de su vestido se erizan en el aire y los pasos delicados que le acompañan los hacen danzar. Raven sale igual de apurada pero sin la delicadeza de Moira. La castaña se detiene en la puerta y le dedica una sonrisa tierna a Raven.

—Gracias, Raven. En ti si se puede confiar.

Y por alguna razón a Raven se le paralizan los nervios y su mente se niega a darle la razón a esas palabras. Sin embargo, le regala una sonrisa hipócrita.

[.  .  .]

La gran hora ha llegado y Raven viste un hermoso vestido blanco de seda, tiene los toques infantiles e inocentes entre su tela débil y las costuras en forma de golondrinas alrededor de los volantes. La tela es tan delicada que baila junto con ella y desaparece como el viento nebuloso, justo como ella camina alrededor de los pasillos del primer piso. Sus lindos pies calzan unas medias blancas junto con unas bailarinas atadas con listones blancos y brillantes. El cuello del vestido lleva dobleces y un collar sencillo de perlas.

Atonement //CHERIK//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora