Capítulo tres.

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Cuatro.
Cuatro horas.
Las cuatro horas más interminables de mi vida. En serio, moriré de aburrimiento.
Estamos en urgencias, sí, el paranoico de mi mejor amigo se puso a buscar en Internet hace seis horas y le ha entrado el pánico. Que si podía coger una inflamación de no sé qué, que si un derrame o que me podía taponar las venas y llegar a causarme un infarto. Y yo pensaba que mi madre era la peor, recuerdo una vez que me corté con una hoja pero ese rasguño sangraba excesivamente, se desmayó mientras iba casa por casa buscando ayuda.
En fin, tendré que vivir con personas paranoicas toda mi vida.

- En serio, pediré la hoja de reclamación. - Vuelve a decir Dylan por quinta vez mientras mueve su pierna nerviosamente. - Tu pobre corazón puede estar colapsado ahora mismo y dentro de nada podrías morir. - Me mira con pánico. - ¡Enfermera! - Grita pero la enfermera pasa de él por séptima vez desde las cuatro horas que llevábamos aquí.

- Dylan, cállate ya. - Digo dándole una colleja. - ¿No crees que si fuera así ya me hubieran atendido? - Ruedo los ojos. - Además, mira está gente. Ellos necesitan más ayuda que yo. - Digo señalando a una señora que sostiene su mano cubierta por un paño, el cual está chorreando sangre. Creo que se ha cortado y tiene un corte demasiado profundo.

- Me da igual, la vida de mi mejor amiga está en mis manos. - Todas las miradas se dirigen a nosotros. Por favor, ten piedad y sácame de aquí.

- ¿Sabes? Cuando salgamos de aquí vamos a comprar una de Tequila. - Antes de que hable le callo. - No, mejor dos y otra de vodka. - Me relamo los labios.

- ¿Para qué? - Le echo una mirada fulminante. De verdad, vaya mejor amigo me ha tocado.

- ¿Para beber? - Pregunto cómo si hubiera otra respuesta.

- No no, y si el alcohol te perjudica más. - Iba a seguir hablando cuando la enferma pronuncia mi nombre.

Dylan rápidamente se levanta obteniendo la mirada de deseo de algunas chicas, desde que entramos hasta las enfermeras se quedaron embobadas con él y algunas le echaban un par de miraditas pero cuando se puso de insoportable, me dieron el pésame por tener que soportar a este bombón.

Pero Dylan parece no darse cuenta o si lo hace las ignoras, antes de entrar a la consulta me volteo para atrás y siguen todas mirándonos y es normal, mi mejor amigo tiene un culito. ¡Ay! ¡Y una espalda!
Reuerdo el día de la piscina, estaban jugando con Zack y acabó dándose un fuerte golpe en un costado. Le acabé dando un masaje, ya que mi primo estudió fisioterapia y me enseñó un par de cosas.

Me excite tanto al escuchar los jadeo que le estaba provocando con mis manos. Y como no, tenerlo expuesto para mí era una oportunidad que no podía dejar de pasar y me deleité tocando su formada espalda al igual que sus musculados brazos. En serio, estábamos rodeados en un burbuja de lujuria por ambos. Pero tuvo que venir Lauren y apagar las falsas ilusiones que se hicieron mis hormonas virgen. Aunque luego me pegue unas cuantas bofetadas mentales al haber pensado que podía follar con él. ¡Es mi mejor amigo! Que vergüenza. Y que por el entonces, yo estaba con mi ex.
Que hijo de puta.
Perdiciar tantos años con ese zorro miserable.

- ¿Maggie? - Pregunta la enferma sacando de mis pensamientos. Dylan me mira preocupada.

Vaya me han estado hablando y yo los he ignorado.

- Perdón, ¿pueden repetir? - Sonrío amablemente.

- Asiente - Sí, su novio - pongo una mueca, no sé porque nos confunden.- me ha explicado que se cayó y se hizo un par de rasguño. - Dylan la interrumpe.

- Sangraba demasiado y he pensado que podía ser un derrame o que puede llegar a coger tal infección que supondría la amputación de su pierna. - La enfermera abre los ojos sorprendida. - La tuve que convencer en venir, no me creía que le podría pasar algo así. Dile que tengo razón - Hace una pausa y mira la chapa que lleva. -

¡Adiós virginidad!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora