Capítulo dieciséis.

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- ¿Puedes decirme algo? - Pregunta Dylan y por primera vez siento que tiene miedo, aunque aún sigue con la mirada pérdida al igual que yo.

- ¿Qué quieres que te diga? No entiendo nada Dylan. - Me siento en el filo de la cama dándole la espalda.

Tras vario minutos otra vez en silencio me atrevo a hablar.

- ¿Por qué no me lo dijiste antes? - Suspiro. - No tiene nada de malo que seas un prostituto, bueno... - Vuelvo a callarme.

- No quería que pensarás mal de mí, eres la única persona importante en mi vida Maggie.

Mi corazón parece que va a salir del pecho cuando escucha sus última palabras.

No me puede decir esas cosas.

- ¿Por qué empezaste? Si necesitabas dinero me podías haber pedido, no es ningún problema para mí.

Pero no responde, nos vuelve a invadir el silencio hasta tal punto que escucho el tic tac del reloj.

¿No le había quitado las pilas?

Odio ese maldito sonido.

- ¿Cómo quieres que te diga algo si no me has contado nada?

Se mueve detrás de mí pero no volteo a mirarle.

- Sabes que tú y yo nos unimos por la pérdida de tus padres. - Asiento.

- Recuerdo ese día, teníamos diez años. - Digo con melancólica. - Me acuerdo cuando te dije que le hice prometer mi virginidad a mi madre y ambos pensamos que se refería a la rosa que tenía en la sala, no había día que no la regaramos a pesar de que era de plástico pero no lo sabíamos. - Ambos reímos.

- Te mentí, mi padre no me fue infiel a mi madre. Un día estaba en el parque con ellos y un niño me quito mi pala y comenzó a intentar ser mi amigo, sin embargo yo no quería, solo quería que de largase pero no se iba, seguía insistiendo. Aquel día algo en mí nació y comencé a pegarle al niño, fuertísimo con mis propias manos. Casi lo mato. - Me volteo mirándolo pero él tiene la mirada perdida. - De milagro no murió, le rompí la nariz y algunas costillas. La madre de aquel niño me denunció, me lo merecía. Mis padres me llevaron a un médico y dijeron que padecía ataques de ira, impulsividad. Mi madre intentaba ayudarme en todo pero mi padre me tacho de bestia y que era un deshonor para él, así que nos abandonó. - Suspira. - Con las pastillas que me recetó el médico mis ataques eran leves y tú me ayudabas a relajarme aunque no lo supieras, me daba tanto miedo decirtelo porque si te alejabas al igual que mi padre me romperías. Sin embargo, a los dieciocho después de haber salido de la fiesta sorpresa que me preparate me volvió a dar otro ataque por un grupo de su normales, así que un tío que caminaba por ahí me vío y me dio esta oportunidad. Realmente me ha ayudado, consigue distraerme y aprendo a escuchar y a empatizar con los demás. Pero hay ocasiones que... - Se queda callando pero no le obligo a seguir, no le quiero presionar. - A veces mientras he follado con algunas, la ira acumulada vuelve a salir sin darme cuenta sobrepasandome y haciéndoles daño, dándole la razón a mi padre. Es preferible que nadie sienta nada por mí.

El silencio vuelve a llenar mi habitación.

¿Dylan con ataques de ira? Si es un amor de persona, de hecho es la mejor persona que he conocido, nadie me ha cuidado ni protegido como él lo hace.

Entonces me doy cuenta de más de una vez he visto sus nudillos rojos y con arañazos y siempre me decía que era que se había cortado. Hago memoria de que a los diecinueve fui a darle una sorpresa pero mientras subía una chica con la camisa mal puesta y los pantalones desabrochados, bajaba más escaleras corriendo y llorando repitiendo la palabra "monstruo". Cuando llegue a la puerta de Dylan él estaba muy nervioso y me dijo que estaba ocupado, que no se sentía para nada bien. Ese día pensé que había llorado.

- No puedes obligar a alguien que no te quiera. Eres la mejor persona que he comido y después de sincerarte conmigo lo sigo pensando. - Cojo sus manos y empiezo a quitar el vendaje de la mano derecha. - Ojalá me lo hubieras contado antes y haberte podido ayudar, porque no me imagino como te debes sentir en esos momentos. Pero es normal Dylan, nos suele pasar que a veces explotamos. - Me interrumpe.

- No me has visto, doy puto miedo y asco.

- Tu cara ahora mismo da asco y aquí estoy mirándote. - Bromeo y ambos reimos a carcajadas. - No te imagino escuchando charlas de horas sobre la vida ajena de otras personas, ni siquiera escuchas dos minutos de la mía. - Le miro con el ceño fruncido haciéndome la ofendida.

- ¿Qué vida interesante tiene una virgen? - Me llevo la mano al pecho y finjo dolor, ambos reímos.

- Pues hoy me han violado y me he enterado que mi mejor amigo no me deja ser su Bella. - Pongo una mueca triste. - Porque dice ser una persona tóxica pero yo creo que solo es un idiota que intenta hacerse el duro ya que no acepta mi ayuda. - Termino de quitarle el vendaje y aprecio como su mano está hinchada y los nudillos y algunos dedos morados. - Aunque su mejor amiga es una cabezota y le va a ayudar a partir de ahora porque ella quiere que él esté bien y vea la buena persona que es. - Acaricio sus nudillos y Dylan pone una mueca de dolor que disimula rápidamente. - No quiero que sigas pasando por esto tú solo, déjame ayudarte. - Beso su mano y Dylan se muerde el labio haciendo que mi mirada se centre en ellos.

Y eso que intentaba dejar mis hormonas a un lado. Pero es que este hombre es tan caliente.

- Olvidemos lo que ha sucedido entre nosotros y actuemos como mejores amigos otra vez, ¿te parece? - Desvío mi mirada para mirarle fijamente a sus ojos pero estos miran mis labios y me doy cuenta que me los he mordido.

Dylan acerca su mano izquierda acariciando suvamente mi cara y por inercia cierro los ojos. Ahora mismo siento un zoológico en mi barriga, es en necesario, no exagero. Los abro rápidamente al sentir sus labios encima de los míos, su rostro está enfrente y sus ojos cerrados mientras sus labios se juntan con los míos. Cierro de nuevo los ojos y le sigo el beso, ahora sí sintiendo que me voy a desmayar completamente. Su otra mano la deja en mi cadera acercándome a él, las mías están agarrando su pelo para profundizar el beso y sinceramente para que no se aleje, no quiero dejar de sentir sus labios. Mi cuerpo se tensa y suelto un jadeo inconscientemente cuando muerde mi labio.

Me armo de valor y me acomodo subiendome encima de él sintiendo su pene empalmado debajo de mi feminidad. Vuelve a acercarme más a él y está ves es él quien jadea cuando tiro de su cabello. Las manos de Dylan se adentran en mi camisa y roza mis pechos desnudos.

Sus sucias manos, su apestoso aliento, sus sucias palabras, sus repugnantes caricias, su maldita cara.

Me alejo rápidamente poniéndome de pie y caminando de un lado para otro intentando olvidar aquellos pensamientos.

- ¿Estás bien? Lo siento si me he pasado. - Dylan se levanta y se posiciona delante de mí quitando mis manos delante de mi cara. - Ey. - Dice al verme llorar,me abraza fuertemente mientras me da besos en el pelo.

- Lo siento, lo siento, no se me va ese asquerosos momento, lo siento, en serio. - Sollozo entre sus brazos sintiéndome completamente vulnerable.

¡Adiós virginidad!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora