Capítulo diecisiete.

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Me despierto por unos escalofríos debido a los besos de Dylan por mi espalda. Hago una especie de gruñido, ya que la verdad estaba muy cómoda durmiendo. Gracias a la compañía de Dylan no he pensado en aquel horrible hombre. Su cara vuelve a mi mente e intento olvidarlo.

- He hecho tortilla francesa con jugo de naranja. - Vuelve a besar mi espalda.

- No quiero bajar. - Murmuro abrigándome hasta el cuello.

Me apetece pasarme el día entero en la cama.

- Te lo he traído. - Dice y abro un ojo para comprobarlo y es cierto, la bandeja se encuentra en mi mesilla. Mi barriga ruge al oler la tortilla. - ¿También quieres que te lo dé? - Bromea pero la verdad que esa idea me ha parecido bastante buena.

- Estaría bien. - Digo mientras me siento.

- ¿Es en serio? - Le sonrío como respuesta y él niega con la cabeza. - Eres de lo que no hay.

Corta un trocito de la tortilla y lo moja con tomate, acerca el tenedor a mi boca y yo cojo el trozo encantada.

- Está riquísima. - Digo mientras mastico.

Él vuelve a cortar otro trozo y cuando voy a cogerlo, lo aparta. Comienza a reírse pero yo le miro seria.

- Has jugado con mis sentimientos. - Digo esta vez cogiendo el trozo.

- Tu cara ha sido muy buena. - Dice una vez que se ha terminado de reír.

Me encanta las pequeñas arrugas que se le forman alrededor de su boca cuando se ríe y ver sus ojos achinados. Y ya que estamos ver su sonrisa, os juro que sí le vierais reír os enamoraría al igual que yo.

Espera, ¿al igual que yo?

Okay...

Olviden eso último, no estoy enamorada de Dylan. Es solo mi mejor amigo al que le pretendo dar mi virginidad pero porque es en la persona que más confío, no por nada más.

- Los chicos han dicho de salir hoy, ¿te apetece? - Vuelve a ofrecerme otro trozo el cual acepto gustosamente.

- ¿Por qué no vamos a Ocean Park?

Sé que acabo de decir que hoy solo quiero pasar el día en mi cama pero la verdad que ir al parque acuático con los chicos me animaría más.

- Mejor a Sea Land, está más cerca y Zack tiene cupones de descuentos. - Niego.

- Utiliza animales, iremos a Ocean. - Bebo un sorbo del jugo.

- Se los diré entonces. - Deja la bandeja en la mesita y se levanta para coger su móvil.

Vuelvo a acostarme y a abrigarme. Dylan me ve y niega.

- Levántate. - Intenta hablar autoritario.

- Oblígame. - Me cubro entera con la manta.

Siento como Dylan se sube encima mía y deja caer todo su peso aplastándome. Gruño como modo de queja e intento moverme para alejarlo, pero no funciona. Comienzo a sentir bastante calor por culpa de que la manta está pegada a mi cuerpo y la verdad, no es que estemos en invierno.

- ¡Dylan! - Exclamo pero solo consigo que se mueva aplastándome más.

- ¿Has dicho que te vas a levantar? - Pregunta divertido.

Vuelvo a moverme y consigo poco espacio pero el suficiente para levantar mi pierna y darle un pequeño golpe haciendo que se levante. Por lo que rápidamente saco mi cabeza de debajo de la manta buscando aire. Escucho la risa de Dylan.

¡Adiós virginidad!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora