El desierto de los zombis.

15.

/22:23/ /Lago de los Serones, Ávila/

Todos tenemos armas. Si esos cadáveres son tan peligrosos, toda la ayuda es poca. Este pasadizo lleva hasta cerca de Ávila. Nuestro propósito es llegar hasta Portugal para pedir ayuda. Supuestamente, están impidiendo que allí entre nada, pero estoy segura que acabarán entrando, tenemos que ser más rápidos.

El frío se iba apoderando de España cada vez más rápido y ese era un gran punto en contra. No teníamos calefactores, los días son más cortos (por lo tanto más oscuros), las noches se hacían muy difíciles y no teníamos medicinas para combatir nuestras gripes. Gracias a Pedro, que es médico, hemos podido impedir muchas tragedias. 

Hoy, gracias a dios, hemos conseguido llegar al lago de los Serones en Ávila. Hemos podido rellenar nuestras botellas de agua, nos espera una larga caminata. 

Me encontraba sentada en una piedra, mirando al lago. Patos bebían agua y se escondían del frío. Una ligera brisa rozo mi piel y me moví en la roca, en busca de calor. Recordaba mi infancia mirando a la lisa superficie del agua. Mi padre y yo veníamos aquí, a pescar. Siempre me decía que en algún momento de mi vida necesitaría saber como pescar, ya que podría ser muy útil. Sonreí al recordar ese momento. Mi padre no tenía mucho tiempo para mí, a decir verdad. Así que, que viniera conmigo era un suceso poco visto y gentil de su parte.

Una mano tocó mi hombro. Me giré alarmada. Ahí se encontraba Lucas. 

- Perdón, no quise asustarte. Estaba llamándote, pero no me contestabas. Pensé que te había ocurrido algo. 

- Oh, no. - volví a mirar al lago. Me aparté para que Lucas se pudiera sentar a mi lado. - Solo estaba recordando viejos momentos. 

Coloqué mi cabeza en su hombro, sin apartar mi mirada del paisaje. Él puso su brazo rodeando mi cintura imitando una supuesta pareja perfecta. Supuesta, porqué no somos pareja ni perfectos.