El desierto de los zombis.

16.

/08:07/ /Ávila/

El día siguiente, continuamos nuestro camino. Nos hacía falta comida urgente, espero que podamos encontrar cerca de la ciudad. Nuestra hipótesis es que si han llegado a Ávila, ya habrán salido en busca de más comida o sangre. Si no es así, compraremos un boleto para entrar en la boca del lobo. 

Ya era casi por la tarde del día siguiente. Continuabamos andando por una carretera. Las casas comenzaban a ser más abundantes, lo que implicaba que nos estábamos acercando. Unos cuantos edificios agrietados se podían apreciar. 

- Oh, no. - dije - Por aquí ya han pasado.

Todos examinaron los edificios. Es increíble pensar como un edificio se puede dañar así, es retóricamente imposible que un ser humano haga eso, así como nada. 

- Chicos, está es la ciudad. Estar alerta. - dijo Mark. 

Nos adentramos a la ciudad contemplando atónitos como personas caminaban tranquilamente por las calles. 

- ¿Chicos? - dijo María. - ¿Soy la única que está viendo eso?

- No. - contestó Pedro. - Esto es muy extraño. 

La gente nos miraba raro, como no. Llevábamos la ropa literalmente llena de sangre y apestábamos. Una señora se nos quedó mirando por un largo rato. Esto es muy extraño. 

- ¡Halloween es la semana que viene! - soltó un chaval de lejos. 

- ¿No saben nada? - pregunté a Lucas. 

- Si todavía esas cosas no han llegado aquí, tenemos que avisar a la gente. ¿Aquí había una muralla, no? Ese podría ser un buen lugar. 

- Lucas, estamos en la realidad. Nadie va a creernos, somos unos simples críos. - respondió María. 

Pero yo hice caso omiso y me subí a una fuente de piedra. Aclaré mi voz. 

- ¿Hola? ¡Hola! Tal vez no nos crean por nuestras pintas y eso. Creánme, yo no lo haría. Pero esta vez deben de hacerlo. Va a sonar bastante raro e increíble, pero tienen que creerme. Venimos de Madrid, hace un par de semanas se desató el terror allí y unos especies de zombis atacaron la ciudad. ¿No me creen? Tengo heridas verdaderas, moratones y la sangre es verdadera. Tienen que ponerse a salvo, pueden llegar en cualquier momento. 

El círculo de personas que estaban a mi alrededor estalló de risa. Miré a Pedro, que no llevaba ni un rastro de sangre en su ropa, él asintió. 

- ¡Por dios! ¡Esas heridas son verdaderas! - soltó.

- ¿Cómo lo sabes? - dijo una mujer. - seguro que eres uno de sus amigos. 

Me bajé de la fuente y me sujeté a Pedro. Iba a enseñarle las heridas a esa señora, de verdad eran verdaderas. Pero se me ocurrió otra idea mejor. 

- Me... me estoy... - me sujeté a Pedro y el me sujetó.

- Por dios, Laura. - dijo Pedro.

- ¡Llamen a un médico! - resaltó María. 

- Despiértate muchacha. - dijo Lucas. 

Por si las moscas, no me moví. El tiempo iba pasando y no sabía lo que pasaba a mi alrededor. Estaba demasiado asustada por cualquier cosa. Teníamos que llegar a Portugal, pero también es importante la vida de los demás. Abrí un ojo y solo vi a mis amigos alrededor preocupados. 

- ¿Y el resto? - me levanté. 

- No me digas que era actuado. - dijo María agarrándose el pecho. 

Lucas resoplaba mientras daba vueltas, intentado calmarse. Mark y Pedro se reían.