Descansa

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CAPITULO 3.

Como lo dije los problemas no desaparecen jamás, cuando llegamos a casa Damon y yo, yo fui directo a la ducha y después caí rendida a mi cama durmiendo profundamente, al día siguiente desperté y tenía un mensaje que requería toda mi atención, como alma que lleva el diablo me puse de pie y me cambien tan rápido como pude, tomé una pequeña mochila e introduje lo indispensable.

—Damon saldré —informe al bajar las escaleras con mi mochila.

—¿No tienes escuela? —pregunto de algún lugar.

—¡Son Vacaciones! —grite y tome las llaves de mi auto—. Me voy —Damon se encontraba en la biblioteca-bar.

—No tardes —hablo.

—No entiendes —llame su atención—. Saldré no sé cuándo regrese —mi hermano observo mi maleta—. Te explico después adiós —me di la media vuelta y camine hacia la salida, al abrir la puerta Elena se encontraba parada en la entrada de mi casa, solo la mire con mala cara y le devolví el favor de ayer y la empuje con el hombro haciendo que cayera al suelo, con una sonrisa de satisfacción la mire en el suelo y avance sin problema alguno a mi auto.

***

Prefiero andar en carretera, pero tenía que llegar cuanto antes a mi destino por lo que tomé un avión, hice toda la rutina de un aeropuerto, aunque con ayuda de la compulsión siendo primera en todo. El avión despego y me dedique a escuchar música por lo que restaba del vuelo. Al aterrizar baje y tome mi mochila y como rayo salí en busca de un taxi.

—A esta dirección por favor – le entregue el papel al hombre del taxi y asintió llevándome a mi destino.

El recorrido no duro tanto, alrededor de unos 15 a 20 minutos, el hombre informo que habíamos llegado al destino, tome dinero y se lo entregue, baje del auto y el enorme edificio frente a mí era donde tenía que ir. Mi cuerpo pedía alimento, pero no exactamente comida, sino más bien sangre a mis espaldas estaba una calle por la cual había personas paseando y unos cuentos autos andando, no podía controlarme mucho, pues no había desayunado y la última gota de sangre que probé fue la de Klaus cuando me salvó de morir por el veneno de licántropo, pero eso no cuenta porque solo fue como cura no como alimento, en fin. Observe a mi alrededor y no había manera como tal de evitar que la gente me mirase, a dos edificios de donde me encontraba había un pequeño callejón que sería perfecto, de nuevo levante mi vista para observa a las personas y un chico de aproximadamente unos 27 o 30 años se acercaba hacia mi camino.

—Disculpa —el hombre llevo su mirada hacia mí—. ¿Me podrías decir la hora? por favor

—Claro —llevo la vista a su reloj—. Son las

—No harás nada —use la compulsión cuando levanto su mirada hacia mí—. Harás exactamente lo que yo te diga —él chicho se quedó en su lugar—. Sígueme —avance y el tras de mi camine directo al callejón—. No tengas miedo, no te hare daño —hablé con pena—. Lamento esto —mis colmillos se alargaron y entonces bebí del cuello de aquel hombre. No recordaba lo bien que sabía la sangre humana recién salida de la vena, por lo que me deje llevar por ese delicioso sabor, cerré mis ojos disfrutando aquel suculento manjar que hace tanto no probaba, él hombre jadeo y entonces me separe. Mordí mi muñeca y mi sangre empezó a brotar—. Bebe —él obedeció y bebió, su herida poco a poco mejoraba y su piel volvía a tomar color—. Suficiente —separe mi brazo de su boca y limpie sus comisuras—. Ahora te iras de aquí y no recordaras lo que paso —usé de nuevo la compulsión y desaparecí de su vista.

Entre al edificio y observe los nombres de los habitantes de ahí, mi dedo se deslizo por los nombres hasta que fui a dar con lo que buscaba. 3-C era mi destino, subí escaleras arriba a paso rápido pero humano, hasta que por fin fui a dar. Frente a mí una puerta blanca con el numero 3 arriba y la letra C en el centro de la puerta se hizo presente, un respiro y después mis dedos golpeando la puerta. Espere sujetando mi mochila con una mano, mientras del otro lado me abrían, la puerta se abrió dejando ver a una chica cabello negro hasta los hombros, ojos azules, de tez blanca.

La Tercera Salvatore - Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora