4. No soy una bruja.

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CAPITULO 4.

Me encontraba sentada en el sillón de la pequeña sala, las tres ya habíamos limpiado la sala, recogimos las velas, los artículos raros y la sal. Yo me encargue de llevar el cuerpo de Ag a su habitación acostándola en su cama, más tarde Elizabeth le daría sepultura como era debido.

Todo esto era difícil de procesar aún. La bruja que me dio protección y un poco de magia había muerto por mi culpa, y no hablo de que la acabo de asesinar, si no que, ella firmo su sentencia él día que llegue aquí para ser hechizada. Agnese sacrifico mucho por mí, tal vez yo era una ingenua y no veía la situación, pero ahora todo ese peso cae sobre mis hombros, una muerte de un inocente recae sobre mí y no sé cómo lo podre superar.

Flashback

—Buen día querida Amanda —mencionó él hombre a mi lado con su mano entrelazada a la mía—. ¿Está tu madre?

—Hola —menciono la chica frente a nosotros con una enorme sonrisa hacia mi chico, sujete su mano celosa a lo que él sólo me regalo una sonrisa divertida—. Claro pasen —avanzamos y entramos a la casa.

—Amanda —un grito se escuchó del otro lado—. ¿Quién era? —una mujer apareció frente a nosotros, no era una persona grande, pero tampoco tan joven como la que nos recibió, tal vez y rondaba los treinta algo, ella nos observó y una pequeña sonrisa escapo de sus labios—. Pero mira que me trajo el viento —mencionó con cierta diversión, él hombre a mi lado se puso de pie y la saludo.

—Hola querida Agnese —sonrió—. ¿Puedes hacerme un favor?

—¿Tú pidiendo favores? ¿Qué se acerca el Apocalipsis? —bromeo.

—No es para mí —aseguró—. Es para ella —me apunto y ella giro su rostro a mirarme, le sonreí con amabilidad, pero con una pisca de temor.

Fin de Flashback

Agnese me dio protección durante años y después creo un hechizo donde siendo vampiro podía tener un poco de magia; tengo algunos sentidos más desarrollados que un vampiro normal y la verbena no me lastima como al resto de los vampiros, aparte de que algunos hechizos no causan daños en mi.

Ella me cuido por un tiempo junto a Selene, de ahí es que nos conocemos y fuimos buenas amigas, pero después tuve que huir y con la ayuda de ambas lo pude lograr.

Ag en ese entonces tenía 33 años, había tenido a Amanda a los 17 años y el padre de Amanda murió cuando él tenía 20 y la bebe solo dos años de edad, desde ese entonces Agnese nunca volvió a estar con otro hombre y se dedicó solo a su hija y a la magia.

Elizabeth me tendió una copia de los grimorios de Agnese, sin muchos ánimos los tome y guarde en mi mochila, Selene preparaba algo de comida para las tres, ya era tarde y ninguna habíamos comido algo, tampoco era como que teníamos hambre, pero teníamos que fingir estar bien.

Cerré mis ojos con fuerza gracias a un dolor de mi cabeza, llevé mis dedos a mis sienes comenzando a masajear en círculos suaves. El dolor seguía después de unos segundos, aunque parecía ir disminuyendo y gracias a todos los cielos este desapareció.

Narrador

—Ya está lista la comida —la vampira, la cual tenía unos 700 años informó al aire para ser escuchada por las chicas en la casa.

La pequeña de los Salvatore asintió y tras unos segundos más se puso de pie impulsando sus manos en sus muslos para poder dirigirse a su destino, al estar de pie puso un pie en marcha hacia la mesa, pero el otro nunca llego.

Un grito desgarrador hizo a las chicas propietarias del departamento girar hacia el sonido proveniente de su invitada. Ana tomó su cabeza con ambas manos y con un enorme dolor se tiro rodillas al suelo, el dolor era imparable, era como si miles de estacas estuvieran siendo clavabas en su cabeza, sentía fuego correr por sus venas, sentía como su corazón trabajaba a mil por hora, sentía su piel quemar con el sol cuando no tenía su anillo con ella, su grito era de dolor puro.

La Tercera Salvatore - Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora