¿Lo correcto?

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Sentía como la luz golpeaba en mi cara siendo molesta, giré hacia el otro lado intentando poder acomodarme, pero fue en vano. No logré mi objetivo, por lo que resignada sabía que me tenía que levantar ya.

—Buenos días -—a voz de Kol se escuchó, pero no a mi lado.

—¿Qué haces despiertotan temprano? —cuestioné sentándome en la cama tapándome con la cobija

—¿Qué haces despiertotan temprano? —cuestioné sentándome en la cama tapándome con la cobija

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—¿De verdad te gusta esto? —levantó el libro que traía en sus manos—. Es aburrido.

—Es romance —se lo quite de las manos.

—Prepare el desayuno —mencionó con una sonrisa de orgullo.

—¿Tú? —busqué mi ropa, pero recordé que Kol la rompió ayer.

—Toma —me extendió una de sus playeras—. Si yo solo lo hice, sin ayuda de nadie —me coloqué que la playera y me puse de pie caminando hacia él y dándole un pequeño beso.

—¿Seguro que no hipnotizaste a la vecina o algo por el estilo? —tomé asiento en el banco de la barra—. Luce decente así que —lleve un bocado de huevo a mi boca—. No está mal, pero deja que me encargue yo de la cocina.

—No está tan mal —Kol probó sus panqueques—. Sólo come el huevo —mencionó Kol con una cara de desagrado por lo que empecé a reír a carcajadas.

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—Saldré en un rato más —anunció Kol.


Ambos nos encontrábamos en la bañera, dándonos una relajante ducha.

—¿A dónde? —cerré mis ojos y me recargué en el pecho de Kol.

—Mmm... no puedo decirte —dejo un beso en mi cabello húmedo.

—Supongo que es algo malo.

—Darling puedo hacer el bien a la humanidad.

—Dudó mucho eso la verdad.

—Para que te relajes no, no haré nada malo. Sólo que Klaus me encargo hacerle un favor —me senté en la bañera y lo miré acusadoramente.

—Lo que Klaus quiere nunca es algo bueno.

—Esta vez no es algo malo tampoco —beso mi nariz y me atrajo hacia él—. Disfruta el momento.

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Preparaba un plato de fruta para comerlo mientras miraba una serie. Me senté en la cama frente al televisor y me dispuse a comer, la verdad era que traía algo de hambre por lo que la fruta caía como anillo al dedo. La puerta de la casa fue abierta y despegando mi vista de la televisión para poder ponerla en Kol, pero cual fue mi sorpresa que mi novio entró con sangre en su playera y con un agujeró en ella.

—Dios mío ¿estás bien? —me pare de la cama como rayo y llegue hasta él.

—Si, darling no es nada —beso mi frente y pasó a un lado de mí.

La Tercera Salvatore - Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora