—Hola. Buenos Días —escuché la voz de el hermano mayor tras de mi.
—Hola Elijah. Buenos Días —me puse de pie e hice media reverencia con respeto a el hermano—. Lo siento si molesto, es que Kol se subió a cambiar su camisa y yo...
—Descuida —sonrió amablemente—. No molestas —tomó asiento a un lado de donde yo estaba hace un momento—. ¿Qué hacías?
—Observaba el agua —comenté mirando el agua de la cascada de nuevo—. Es tan cristalina, trataba de concentrarme para poder escribir...
—¿Escribes? ¿Eres escritora? —mencionó tan interesado.
—No —negué con una sonrisa—. Es mi diario, escribo lo más importante de mi día o de lo qué pasa en mi vida, así como cosas extrañas y sin sentido. Mi hermano me acostumbro a ese hábito, él decía; que así no podrá olvidar nada nunca.
—Pues tu hermano tiene razón —apoyo—. Después de pasar tantos años uno va olvidando sus mejores momentos de la vida, los momentos más felices, los que nos hicieron sentir vivos, para solo recordar los que desearías olvidar —sonrió algo nostálgico.
—Supongo que a todos nos pasa algún día —me encogí de hombros—. Tal vez así somos los humanos, tal vez nuestra mente juegue con nosotros. Una amiga que solía conocer, me dijo una vez; que los momentos malos se convierten en las lecciones de la vida, que un mal momento no puede arruinar tu vida entera porque sólo es eso, un momento. Que siempre debería sonreír en un momento así y recordar los buenos momentos, porque eso son los que se convierten en los bellos recuerdos.
—Pues tu amiga era muy sabia —asentí mirando el agua—. Todo en esta vida es temporal Anabella, si las cosas van bien hay que disfrutarlas y si las cosas van mal no hay que preocuparse, nada dura para siempre —me atreví a mirarlo y Elijah guiño su ojo, pero no un guiño molesto, no, uno de esos que te dicen que todo está bien.
—El amor dura para siempre —sonreí mirándolo.
—Sólo el verdadero amor —sonrió de lado.
—Estoy listo, Darling —la voz de Kol me hizo girar hacía las escaleras donde bajaba el último escalón para caminar en mi dirección.
—Hasta luego, Elijah —me despedí de su hermano agitando mi mano.
—Hasta luego Anabella —sonrió hacía Kol y a mí y entonces salimos de casa.
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Los meses pasaban y con ello todo a nuestro alrededor. Kol y yo estábamos muy bien en nuestra relación. Yo en lo personal me sentía un poco triste, pues la señora Copper falleció hace un mes exactamente y me hace mucha falta. Ambas nos llevábamos muy bien, ella siempre sabía que decirme cuando me veía triste, sabía como levantar mi estado de ánimo con solo una acción, ella sabía como ser una grandiosa madre. Por otro lado, me alegro de que por fin esté reunida con su hijo, a menos ellos ya están juntos de nuevo en la paz. Kol fue el encargado de vender la casa de la señora Copper como ella había deseado, había dejado bien en claro que ese dinero, fuera utilizado para comprarme una casa. Aunque me negué muchas veces, al final dijo que quería hacer una buena acción por mi como yo lo hice por ella durante mucho tiempo. Kol compró una casa para mi, era una casa muy sencilla y lo agradecí, no quería lujos ni nada por el estilo, solo un lugar donde dormir.
Por otro lado, mi sed por la sangre está ciento por ciento controlada. Estoy mejor que nunca, por fin después de tanto tiempo lo logré. Me siento orgullosa de mi misma, fue un logro más para mí, y aunque con mucha ayuda, al final pude hacerlo. Aún recuerdo mis primeras lecciones cuando Kol tenía que separarme de las personas porque yo no lo podía hacer sola, en ocasiones Kol salía volando, pero en otras yo salía arrojada al suelo, Kol los hacía tomar de su sangre y entonces me entraba esa crisis nerviosa de siempre. Todo se intensificaba, la culpa, el miedo, todo estaba ahí. Ahora puedo decir que eso pasó hace tiempo.
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La Tercera Salvatore - Libro II
FanfictionPero las familias no siempre están unidas por un lazo de sangre. Yo creo que una familia se crea también a partir de un sentimiento. Son las personas que en tu vida te quieren en la suya, aquellos que harían cualquier cosa por verte sonreír y aquell...