El sol daba directamente en mi cara siendo tan molesto, me giré hacia el otro lado para evitar sentir la luz en mi cara, pero al parecer era en vano, el sol pegaba en mi espalda quemándome completamente. Resignada abrí mis ojos dándome cuenta que me encontraba sola en aquella enorme cama. Los recuerdos de la noche anterior vinieron a mi mente, recordaba que le pedí a Elijah quedarse conmigo, una sonrisa triste se hizo presente.
—Tengo que pedirle una disculpa —puse de pie para dirigirme al baño.
Dentro del baño, abrí la llave regadera para deshacerme de mi ropa, el agua ligeramente fresca me hacía despertar mejor. Decir que no pensaba en Kol sería una completa mentira, cada instante pensaba en él y lo extrañaba demasiado, a tal punto de querer darme por vencida, pero él no estaría contento en lo que me convierta.
—Te extraño psicópata —mencione a la nada.
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Baje las escaleras de la mansión con un pijama limpio, no tenía pensado salir el día de hoy por lo que la comodidad era primero, como tenía un poco de apetito y mi estómago gruñía cada vez un poco más exigiendo algo de alimento de inmediato, baje el último escalón y camine hacía donde escuche la voz de Klaus.
—Pero si tu odias a Kol —mencionó Rebekah.
Los tres se encontraba sentados en la mesa redonda. Elijah y Klaus guardaron silencio al verme de pie ahí. Rebekah observo hacía donde sus hermanos lo hacían topándose conmigo y guardando silencio de inmediato.
—Lo siento, no quise interrumpir —me disculpé con los presentes retomando mi camino a la cocina.
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—¡Ah! —un molesto Klaus entró a la cocina.
—¡Hey!, tranquilo —lo mire atenta—. ¿Qué pasó?
—Elijah y Rebekah pasó —en realidad se veía muy molesto, algo no nuevo en Klaus.
—Siéntate —pedí—. Si quieres puedes contarme que te tiene así mientras te preparo algo para que se baje un poco el coraje —propuse mientras comenzaba a sacar los insumos que necesitaba.
—Silas quiere la cura —empezó a relatar Klaus—. Quiere la cura para tomarla y poder morir —asentí sin entender que tenía de malo aquello—. El inmortal me ha estado atormentando para que le dé la maldita cura. Según la cosa, es que; Silas toma la cura se muere y levanta el velo.
—¿Velo? —pregunte sin entender y entregue la taza a Klaus.
—La barrera entre los vivos y muertos —explicó—. ¿Qué tiene esto? —señaló la taza.
—Es un té para los nervios, con una pizca de alcohol —sonreí—. ¿Qué gana Silas con quitar esa barrera?
—Reuniese con su amada —se encontró de hombros—. ¿Quién podría renunciar a su inmortalidad por morir por una mujer? —pregunto con el ceño fruncido y aparentemente sin entender.
—Es que no te has enamorado —mencione simple. Klaus observo con una ceja alzada.
—Al morir siendo él sobrenatural dejará a todo ser sobrenatural salir de aquel lugar —mencionó Klaus—. Algo así como volver a la vida.
—¿Qué? —pregunte sorprendida—. Eso quiere decir que... —giré a ver a Klaus que me miraba con una pequeña sonrisa—: Kol él —Klaus asintió—. ¡Dios! —salte a los brazos de Klaus, que al no estar preparado caímos ambos al suelo, yo sentada sobre él—. ¿Dónde está la maldita cura? Yo misma se la entregó en persona si es necesario al infeliz enamorado. Que haga lo que quiera, lanzarse de un puente, ahorcarse de un árbol, me ofrezco como voluntaria para matarlo yo misma si eso es posible. Sabes que me gusta ayudar a las personas.
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La Tercera Salvatore - Libro II
Fiksi PenggemarPero las familias no siempre están unidas por un lazo de sangre. Yo creo que una familia se crea también a partir de un sentimiento. Son las personas que en tu vida te quieren en la suya, aquellos que harían cualquier cosa por verte sonreír y aquell...