Prologo

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3729 AC

Se izaban las banderas blancas alrededor de la plaza y se escuchaban los sonidos de las trompetas que tocaban diversas melodías, cada una más fuerte que la anterior. Los ángeles más jóvenes creían que era algún tipo de celebración pero los más grandes saben lo que sucede…un ángel sería juzgado por un crimen grave. Todos estaban emocionados acerca del juicio, supieran o no lo que estaba pasando. Los niños les preguntaban a sus padres que estaba sucediendo pero eran ignorados. La emoción de ver al condenado los hacia sordos inclusive ante sus hijos. Estos hacían berrinches que eran calmados con dinero para comprar caramelos o cualquier cosa que los mantuviera distraídos por un rato.  

El escándalo de Aiden y Perrie se supo en todo el paraíso. Algunos dicen que ellos dos estaban comprometidos, otros dicen que se casaron en secreto, otros dicen que tienen un hijo, el rumor más común es que iban a la tierra únicamente a tener relaciones sexuales. Algo si era seguro, estos dos se iban a escondidas a vivir un romance prohibido. El amor que estos dos se tenían el uno al otro era uno de los más puros que han existido en ambos mundos. Por desgracia el destino tenía algo preparado para ambos.

En caso de que tengan curiosidad, Aiden no era un chico feo pero tampoco de los más atractivos. Tenía un cabello de color castaño con el estilo de una ola. Sus ojos eran café pero tampoco eran de esos ojos café hechizantes, sino ojos comunes y corrientes que pasan desapercibidos. Aunque es fácil suponer que Perrie observaba esos ojos todo el tiempo. Eso causa el amor, ¿no? Este te atonta y te hace ver a esa persona como lo mejor del mundo pero en el fondo sabes que no es así e igualmente ignoras a esa vocecita y te enamoras aún más.

Aiden estaba atado de manos y pies en una posta pero su mirada seguía firme. Él estaba convencido de que volvería a ver a su amada. Incluso seguía susurrando su nombre una y otra vez lo suficientemente bajo como para que nadie lo escuchara pero al leer sus labios se detectaba que pronunciaba el nombre de Perrie Edwards. A algunos les conmovía la escena mientras que otros estaban emocionados por saber cuál sería la condena de Aiden por semejante traición. Lo que tenían todos en común es que se sentían obligados a ver los ojos llenos de amor que tenía el pobre angelito.

Todos se callaron al escuchar el sonido de unas botas pisando el escenario de madera. Un ángel que aparentaba unos pocos años era el que hacia tan fuertes pasos. Sus ojos azules transmitían ira a pesar de ser una criatura de la luz. Tenía un cabello cuyo color dorado que resaltaba gracias a la luz de su aureola. A juzgar por sus rasgos faciales dirías que es imposible que este es alguien con autoridad al que todos respetan pero su aura transmitía poder. El ángel procedió al centro junto con el condenado. Es algo obvio decir que este ángel sería el que decidiría el destino de Aiden. Él es el juez. El juez levanto la mano para obtener más atención, lo cual era innecesario ya que todos estaban enfocados en el juicio de Aiden.

-Aiden Grimshaw, se te acusa de traicionar a los cielos al cometer la blasfemia de irte a escondidas con un ser de la oscuridad, con la criatura más repugnante de la creación. Tú te has aliado con los demonios y eso es considerado uno de los crímenes más graves junto con el asesinato y el paganismo. ¿Mis especulaciones son ciertas? - dijo el juez con una voz llena de autoridad.

-Déjeme decirle su señoría, que sus especulaciones son en parte ciertas pero usted tiene una concepción errónea de lo que es un demonio. ¿Por qué un enamorado es condenado como si fuera un asesino? No somos muy diferentes a los humanos, ambos tenemos un terror a lo desconocido. ¿Puedes juzgar a alguien por su procedencia? La moral nos dice que no pero nuestros actos nos demuestran lo contrario. ¿Eso no nos hace hipócritas?

-¿Qué es toda esa palabrería que dices? Te hice una pregunta y esperaba una respuesta y tú me vienes con un sermón.

-Me mezcle con el enemigo para descubrir sus secretos, tal vez así los destruiría pero en lugar de ello me termine enamorando. Entre más los conocía más los ame.

Angeles y Demonios *Larry Stylinson/Ziam MayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora