Bajamos de la moto y caminamos por un sendero hasta llegar a una zona llena de hierba, el aire se sentía puro no como en la ciudad llena de coches y contaminación , se escucha el sonido de los pájaros, todo esta tranquilo... . Veo que Daliam se sienta en el suelo y lo imito solo que él acaba por túmbese y poner sus manos tras su cabeza a modo de almohada.
-Tú sirvienta, o Marga como la llamas tú... es mi madre- me giró con el cejo fruncido ¿que mierdas dice?
-Marga no tiene hijos... ni si quiera pareja Daliam...- El no me mira, sigue con su mirada fija en el cielo, me tumbo a su lado mirándolo.
-Cuando tenía cinco años vi como mi padre golpeaba a mi madre... y también vi como ella huía dejándome en casa junto a él. No volvió a por mi- veo como una lagrima cae por su mejilla, se ve tan frágil en este momento...- con el tiempo me enteré de que mamá si quiso volver a por mi pero... el miedo a mi padre le hacía volver a su escondite que ahora se que es tu casa, ver que... lo que hacía conmigo lo hace contigo me dolió, ese hombre que ha estado ahí todos estos años... no se merece llamarlo padre... me ha echo a su imagen y semejanza, me ha dado más palizas que nadie, me ha echo robar, vender drogas, participar en peleas clandestinas para el ganar su dinero para alcohol y prostitutas, me ha estado usando toda la vida y lo sigue haciendo... ver a mi madre después de veinte años ha sido... alegria de saber que pudo hacer una vida mejor, pena de saber que no ha estado a mi lado y rabiar, de saber que ella ha estado sufriendo por mi en silencio- una lágrima cae de mi ojo, sorbo mi nariz porque es una historia muy triste y acaricio su mejilla quedándose en mis dedos algunas de sus lágrimas.
-Fabi... llegaste a mi vida como un huracán, lo revolucionaste todo... eres como el ángel de la guarda que nunca tuve, tú a pesar de tu edad has echo que vea la vida de otra forma y solo llevamos unas semanas conociéndonos... adoro ese temperamento, eres fuerte y no te importa tener dinero... no eres la típica pija que nos discrimina a los demás por no serlo, aunque como viste mi casa no tiene nada que ver con mi vida en las calles, pero tampoco la necesito es uno de los muchos regalos que me hace mi padre para que no me vaya de su lado...- gira su cabeza mirándome a los ojos- No quiero que te hagan daño Fabiola... te quiero demasiado aunque me empeñe en ocultarlo...- pone su mano en mi mejilla y... ¿me está besando?¡Daliam me está besando! Y se siente tan bien... no se como, pero acabo encima de él besándolo y el acariando mi espalda, paramos de besarnos por falta de aire y nos miramos a los ojos, sonrío.
-Yo también te quiero Daliam... me he enamorado de ti- El sonríe pícaro.
-Lo sé, soy irresistible...
-¡Serás idiota!- golpeo su pecho y el pone cara de que le ha dolido pero se que no es así, se sienta teniéndome a mi a horcajadas, y me mire fijamente.
-¿Como te has metido en mi cabeza tan rápido Fabiola?
-No eres tan malo y duro como parece Daliam, siempre lo supe, que dentro de aquí- tocó su pecho Justo donde está su corazón- había un chico sensible y que todo era un caparazón.- sonríe y me besa con decisión y fuerza.
-¿Quieres ver a tu madre?- El se tensa.
-No puedo Fabi, mi padre se enteraría y algún problema pasaría seguro.
-Pero no puedes vivir siempre así Daliam... tienes que denunciarlo...- El me mira serio
-No voy a denunciar a mi padre Fabiola. -Se levanta bruscamente quitándome de encima y camina enojado a su moto.
-¡Daliam! ¡Daliam espera!- corro tras de él hasta que lo alcanzó y lo agarro del brazo.- Daliam, creo que eres suficientemente maduro para saber que la relación con tu padre no te hace bien, tu mejor que nadie sabes todo lo que te ha echo, y que lo denuncies es la única forma que tienes de volver a los brazos de tu madre, de Marga, ¿porque es lo que quieres no?- Me mira algo más tranquilo.
-Sígueme, y cuando lleguemos no mires a nadie, y camina detrás de mi siempre.Asiento y subimos a su moto.
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No soy para ti
Fiksi Penggemar-¿Qué haces? Lo miré temerosa, ¿dónde me había metido? -Na...nada, sólo caminaba. -Esto no es lugar para una niña como tú. Me cogió del brazo y comenzó a caminar hasta la salida del callejón maloliente. -¡Vete a tu casa! Esto no es para crías pijas...