2. Poca sutileza

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Viola odorata = Las violetas simbolizan delicadeza. Con ellas puedes demostrar ese amor que no te sientes capaz de declarar, ya que las violetas también significan sutileza. 

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Los tallos, eran tan suaves y delicados. Los dedos de Magnus se morían por tocarlos, a veces lo hacía, se quitaba los guantes de látex y acariciaba las plantas con delicadeza, como un secreto entre ellos. Un mimo y despedida.

El local era amplio, tenia paredes blancas decoradas por ornamentas de plástico que demostraban cómo se verían si fueran reales. Magnus las odiaba, le parecía tan falso. Las flores tenían su humor y no siempre se veían así.

- Magnus amor, podes fijarte cuando entra alguien.

Sonia le pasó por atrás mientras se lo decía y se acercó a una pareja de ancianos que buscaba flores para una corona.

Velorios. Siempre venían por lo mismo. Tristeza.

Ya nadie entregaba flores por amor, por romance. No les salía del alma hacerlo, estaban esos idiotas que decían que regalar flores era regalar muerte ¿Qué clase de excusa patética para no gastar es esa?

Información de último momento. El chocolate está hecho de cacao, y saben que? El cacao muere cuando es quitado de la planta. También las semillas de café, todo en realidad.

Detestaba a ese tipo de personas. De verdad.

- Te dejo los muertos para vos. - Susurro solo para que quede entre ellos y era la verdad. Odiaba atender asuntos de esa índole.

Sonia era su novia hacía unos dos años. Su padre la había contratado para que lo acompañara en el negocio o mejor dicho, le consiguió novia, luego de la muerte de su madre.

Magnus no era difícil de conquistar, no sabía decir que no y era extremadamente educado. Se avergonzaba ante las personas y no sabia como actuar.

También había cosas que su padre no sabía sobre el.

Su sexualidad era una de ellas.

Sonia si lo sabia, tenían una especie de relación abierta por parte de el. A veces lo encontraba con hombres o mujeres cuando salían y no había nada para hacer. Al fin de cuentas ella se lo terminaba llevando a casa.

El era un hombre libre.

Lo habían aclarado ni bien ella insinúo que eran exclusivos. "Yo soy polvo en el viento querida, lo único que amo son mis plantas y les pertenezco a mis flores, a nadie mas." y ella lo acepto, después de todo hasta vivían juntos.

Al menos todo eso pensaba el que sabia de la vida.

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Las campanas de la puerta sonaron con brusquedad y luego vino el golpe de la misma. Eso molesto a Magnus de sobremanera y enseguida giró molesto a mirarla.

No había muchas cosas que lo sorprendieran pero mierda.

Alto y esbelto, cabello corto por detrás y encima despeinado, vestido con un saco largo negro que le cubría la espalda y una camisa verde agua que le hacía juego con sus ojos.

Perfección.

Había algo en ellos, algo familiar.

Sonia fue hasta él con una sonrisa y cuando fue a hablar el chico le interrumpió. Era demasiado lindo y eso era obvio. Tenía una actitud claramente sobradora. Tan mal educado, pero quien necesita que hable... ¿No?

- Que bueno una mujer. Vos me podes entender... Y ayudar capaz.

- Si, claro. - Sonia puso mala cara.

- Me mande una cagada, necesito algo para arreglarla. No se, unas flores lindas... Puede ser? La plata no importa y si es ahora te lo voy a agradecer.

- Esa es la especialidad de Magnus, los vivos. - Miró a su novio y le sonrió divertida.- Igual ya estamos cerrando así que.. - Se giró en sus talones y se fue.

- ¿Qué le pasa a la tipa esa? - Alec miró a Magnus y ambos se quedaron boquiabiertos.

- ¿No cogi con vos una vez en un bar? - le pregunto.

- Todo es posible, pero necesito las flores. - le contesto sin ningún problema a semejante pregunta.

- Si claro. Tengo la mejor selección. Le decimos el ramo para idiotas.

- Jaaa - Alec sonrió y... que hermosos dientes. - Te lo discutiría pero lo soy.

- Podes discutir lo que quieras mientras te lo preparo.

- Te espero acá. - Se sentó en uno de los banquillos. Eran para decoración, no para sentarse pero Jesús, María y José. Que lindo quedaba sentadito ahí.

• • •

- Acá tiene señor... - Le preguntó Magnus dejando el ramo sobre el mostrador.

- Lightwood... Alec. - Y se miraron de nuevo. Puta madre.

- Alexander. - Le corrigió. ¿Acaso le elegía el nombre?

- Gracias, el arreglo se ve... De verdad muy lindo.

- Muchas gracias, me dedico a esto. - ¿Quien era el soberbio ahora?

- Se nota. - Parecía más relajado, tal vez una hora había sido mucha espera.

- Espero esto te traiga una buena cogida y mamadas. - Magnus empezó a reír y Alec luego de caer en que era un chiste empezó a reír también.

- Eso espero... - Y se quedó esperando a lo que el florista solo se quedo mirándolo, adorando sus ojos verdosos.- Tu nombre.. - le aclaro.

- Magnus.

Le pasó su tarjeta de crédito y Magnus se la aceptó, acariciando sus dedos mientras la tomaba. La sutileza a veces mejor guardarla. Cobro lo que tenia que cobrar y ahí quedó.

Alec tomó el ramo y se lo llevó. Antes de irse giro y miró a Magnus que se apoyaba contra el mostrador.

- Ah, Magnus...

- ¿Si? - Le contestó.

- No creo que hayamos cogido.

- ¿Que? - Le preguntó.

- Recordaría tan bonito rostro en mi cama. - Le respondió Alec y se fue.

Y Magnus miró a todos lados. Los humanos estaban definitivamente locos.

Pero que lindo que era ese chico, y por qué esos ojos lo llamaban tanto?

Miro a un costado y un girasol estaba tirado, tal vez el mismo lo había tirado cuando salio disparado a atender al bello chico. Lo tomó del piso y en su mente todo hizo clic.

Lo contemplo y abrazo. Ahora era de él.

El floristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora