11,5. Placer (+18)

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Se quedaron besándose por un largo rato, haciendo que un beso suave e inocente se transformara en uno pasional. Las manos de Alec recorrían la espalda de Magnus como si quisiera grabar en su mente como era, tocando con sus dedos cada músculo y cada vértebra.

Sus miembros erectos se rozaban y causaban jadeos entre los besos. Al igual que sus tres dedos moviéndose en su interior. Cuando agrego el cuarto Alec perdió toda noción de control, dejó que su cabeza cayera sobre la almohada.

Magnus le susurro su nombre en el oído y Alec sintió que comenzaba a morirse lentamente. Todo su cuerpo respondía a él, estaba inundado por el, el, el, el era todo.

- Magnus.. Por favor.. - susurro sintiendo que esos cuatros dedos lo iban a hacer acabar nuevamente y no quería eso.

El florista escuchó sus súplicas, quito su mano de allí y se posó entre sus piernas. Alec lo abrazó y comenzó a besarle el cuello, idolatrando su cuerpo como nunca pensó que haría con nadie en su vida.

Magnus llevo sus brazos a los costados de su cabeza, apoyando la suya en la almohada mientras su pene comenzaba a penetrarlo nuevamente.

Alec sintió distinto la situación, un frío que parecía ser un líquido. Este líquido se introdujo en su interior junto con el miembro de Magnus. Le helaba y quemaba a la vez, una sensación de éxtasis le dejó la boca abierta.

Lubricante pensó y todo cerro. Se sentía distinto. Se sentía mejor.

Los gemidos no tardaron en llegar con los movimientos de Magnus. Era tan hermoso lo que estaba pasándole. Magnus estaba haciéndole el amor, besándole el cuello y penetrándolo con tanta suavidad

Su corazón si de algo dudaba, dejó de hacerlo. Se sentía entregado al 100% a el. A su manera de tocarlo, de amarlo. No podía dejar de gemir ni de abrazarlo.

Las luces de las velas en la noche reflejaban en la piel sudada de ambos cuerpos desnudos. Y todo era perfecto. Los movimientos de Magnus eran la gloria, y mas cuando se hicieron mas bruscos y el placer fue más fuerte.

- Magnus! - soltó cuando toco ese punto que le hizo sentir mareos.- No pares por favor, no pares mi amor - dejo salir sin pensar.

- No voy a hacerlo - le prometió en su oído, mordiéndole el lóbulo de la misma.

Y no lo hizo, estuvo constante durante varios minutos haciendo que Alec se estremeciera y rogara y maldecirá debajo de él, dejando sus marcas en su espalda. Sintiendo que quería explotar de placer con cada penetración profunda.

Sin quererlo acabó con entusiasmo arqueando su espalda, movimiento que aprovechó Magnus para abrazarlo por la misma y hacérselo lo más duro que podía, lo único que se escuchaba en la habitación era el ruido de sus pieles chocando y los jadeos de ambos.

- Mag.. Magnus.. - susurraba sintiendo que su alma misma estaba siendo quebrada. La presión que sentía era fuerte y no sabia cuanto iba a aguantar así, dolía.

Magnus se dejó llevar y le acabo en su interior.

Alec se quedó quieto, con las piernas abiertas de una manera que jamás había estado, sintiéndose tan expuesto y tan libre a su vez, notando como su cuerpo había reaccionado a esta nueva manera de sentir placer. Placer verdadero y real.

Cuando Magnus salió de su interior y se recostó en su pecho, sintió el semen escurrirse por su entrada a la vez que unas lágrimas comenzaban a caer por sus mejillas.

Era como si todo se hubiera liberado. Todo. Era felicidad o melancolía?

- Magnus.. - susurro.

- Si, Alexander.. - le respondió.

- No quiero volver...

Magnus sabía a lo que se refería. A la vida que tenían separados, a esa vida que valía mierdas, esa vida que ninguno de los dos había elegido pero que tristemente por los caminos de la vida tuvieron que tomar.

- Tenemos que hacerlo.. - le susurro.

Alec no respondió, solo se dejo llorar. Se permitió dejar salir toda la angustia que sentía. Magnus se dedicó a acariciarle el rostro, a limpiarle las lágrimas, a aceptarlo.

El floristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora