11. Placer ( +18 )

572 65 20
                                        

Primula acaulis =  Esta flor es la de la juventud. De acuerdo al color de su flor puede significar pureza en el amor, amor dulce e inocencia.

• • •

Mientras Alec se iba a bañar luego de la cena, Magnus preparo todo para la sesión de masajes. Las velas en los muebles que hacían de un ambiente único para lo que tenia en mente.

Alec salió del baño con la toalla en la cintura, observo todo en especial las flores que estaban en la mesa de luz, eran tan pequeñas y tiernas. Sonrió satisfecho por lo que estaba a punto de suceder. Masajes, claro.

- Veni.. Acostate.

- Que hermoso esta todo.. Gracias.

- No mas hermoso que vos Alexander.

- Magnus.. - Alec soltó una risita mientras se quitaba la toalla y se dejaba caer en la cama.

- Relajate lo mas que puedas.. - le susurro, mientras le echaba el aceite en la espalda.

- Eso intento.. - Dijo sintiendo sensaciones raras con respecto al aceite.

Magnus paso sus manos por toda la espalda de Alec, saboreando el contacto con su piel tan blanca a comparación de la suya, quemada por el sol de tanto trabajo en los viveros de su padre cuando era pequeño.

El aceite le ayudaba a moldear los músculos claramente trabajados y los masajeaba con gusto, sintiendo como estos se relajaban bajo el toque de sus dedos.

Alec no decía nada, estaba quieto y su respiración era suave y lenta.

Se sintió a gusto al saber que podía lograr que su amante se relajara de esa manera, que confiara tanto en el como para llegar a ese estado de paz con el.

Los masajes pasaron por su espalda y hombros, concentrándose en su nuca donde dejo algunos besos; en los brazos y manos dejo mas caricias que masajes. Se separó un poco más y comenzó a masajearle las piernas, sin tocarle las nalgas, hasta llegar a sus pies a los cuales les dedicó considerable tiempo.

Alec parecía adormitado, relajado por la ducha previa y las manos de su amante. Poco sabia donde iba a terminar la noche.

Magnus aprovecho lo adormitado que estaba para separar un poco sus piernas y dejarse caer sobre el, rozo su pene en su entrada y eso despabiló a Alec.

- Queres? - Le susurro en el oído, buscando claramente el consentimiento que merecía la situación.

- Si.. - Susurro y Magnus sonrió dejando un beso en su nuca.

- ¿Si? - preguntó sobre su piel, tratando de que de verdad esté despierto.

- Si, por favor. - contesto y Magnus se separó de él, lo miro algo raro y de repente sonrió apretando sus labios.

- Alexander.. Sos tan mío..

Dejo un hilo de besos por toda su columna vertebral, bajando hasta llegar a sus nalgas las cuales mordió y marco con chupones, dedicándole su tiempo a cada uno.

Podía sentir la respiración de Alec acelerarse e incluso su cuerpo se comenzaba a tensar. Sabia que probablemente su pene ya estaría duro, pero eso no era algo que a el le importara en ese momento.

Con ambas manos tomó sus glúteos y los separó. Hundiendo su rostro en el medio de ellos, comenzó a dejar besos en su entrada. Las piernas de Alec se separaron solas sin que el dijera nada, su cuerpo respondía por el.

Humedeció de por mas esa zona y sin dar más vueltas comenzó a jugar con su lengua. Alec jadeo e intentó moverse, intentando tal vez escapar de ese sentimiento nuevo. Seguramente era una sensación antigua para él, tal vez en algún momento había jugado con esto, con el mismo pero que lo haga otro era enteramente diferente.

Le sostuvo con fuerza la cadera mientras se lo devoraba y preparaba para lo que más ansiaba hacer desde que lo había visto aquella vez en la florería. Cogerselo hasta el hartazgo de todas las maneras posibles.

Alec ya no estaba relajado. Su cuerpo era tensión pura y estaba caliente. Su temperatura había cambiado. Sus brazos estaban delante, sosteniendo su torso levantado con los codos mientras su cabeza se movía de un lado a otro soltando gemidos y demás palabras que eran irrepetibles.

Había una frase que Magnus reconoció y adoro: " Cogeme por favor "

La había repetido varias veces en los ya casi diez minutos que llevaba comiéndolo, lamiéndolo, mordiéndolo e incluso había lamido esa zona tan sensible entre su escroto y ano, esa en particular fue la que lo hizo acabar contra las sábanas y su firme abdomen.

- Tan virgen mi amor... - susurró Magnus y Alec solo respondía con su respiración descontrolada.

Trepó de nuevo con sus besos hasta su nuca. Dejando que sus manos le acariciaran el cuerpo, tan suave por el aceite que su piel había absorbido. Una de sus manos volvió al lugar del crimen y juguetona con sus dedos lo molestaba en su entrada.

- ¿Queres seguir? - Pregunto como un susurro.

- Si dios.. Si, quiero Magnus. - Estaba agitado y lo adoraba.

Dejó que uno de sus dedos se resbalara en su interior y Alec empezó a moverse más. Con su otro brazo Magnus lo abrazó para que no se moviera tanto pero la sensación de invasión fue más fuerte cuando el segundo dedo lo penetro.

- Dios Alexander... No te resistas.

- No lo puedo evitar, perdón.. - Hundió su rostro en la almohada.

- Date vuelta - Magnus se alejo de el para que el pudiera moverse y lo hizo, estaban de frente y las mejillas de Alec estaban coloridas.- Mírate que hermoso sos..

- Basta.. - Dijo algo entre molesto y avergonzado.- ¿Es necesario todo esto?

- Mi hermoso Alexander... - Magnus se agachó y dejó que su miembro rozara su entrada, introdujo su glande sin avisar ni decir nada.

- Ahhh - Alec intento separarse pero Magnus no lo dejó e hizo presión y el dolor fue fuerte.

Alec lo tomó de los brazos, soportando el dolor que sentía cuando su pene se adentraba en él, pero enseguida lo quito y liberó de la presión. Alec sintió que el aire volvió a sus pulmones, no había notado que no había respirado en lo que duró ese momento.

- Entendes? - Le dijo Magnus.

- Si.. - Susurro Alec.

- No lo hago para molestarte..

- Lo se, perdón.. Estoy nervioso..

- No te disculpes.. - Magnus sonrió y lo beso suavemente - Yo también lo estoy...

Se quedaron besándose por un largo rato, haciendo que un beso suave e inocente se transformara en uno pasional. Las manos de Alec recorrían la espalda de Magnus como si quisiera grabar en su mente como era, tocando con sus dedos cada músculo y cada vértebra.

×

El floristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora