Sincerely, Me

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No estaba muy seguro de cómo había llegado a eso, pero allí estaba, fuera de ese lugar.


—Bueno, Evan, realmente no he visto que hayas tenido un real avance con tu ansiedad—dijo su psiquiatra— además  hace un par de semanas te quebraste el brazo por... ¿Cómo dijiste que había sucedido?

Hubo un silencio incómodo en la habitación, ¿Cómo realmente sucedió o cómo fue la historia que inventó y cuenta a todos?

— Eh... bueno... yo em... me caí de un gran árbol, sí, sí, eso sucedió.

Otro silencio, un suspiro y el psiquiatra se arregla los lentes. Lo había creído, tal vez.

—Está bien, Evan, a todos nos puede pasar. Y para finalizar, como siempre, tus tareas para esta semana— Tomó un lápiz y comenzó a escribir la hoja típica del doctor. Otra más para la colección, otra tarea sin cumplir— ¿Has seguido escribiendo las cartas dirigidas hacia ti? Bueno, continúa con ellas, además te aumentaré la dosis de xanax, aunque no demasiado, debes estar atento si presentas algunas de las contraindicaciones, por último ¿Has oído hablar de un café que abrió hace poco llamado "Sincerely, me"? está creado para personas con ansiedad social, su dinámica consiste en escribir una carta para alguien que vaya a ese mismo lugar, pones un nombre secreto o uno real y esperas a que alguien te responda, es bastante rápido, te puede servir para hacer amigos— dejó escapar un suspiro y escribió un par de notas más en su computador— Oh, y antes de que se me olvide, agenda una hora para la próxima semana y me dices cómo te fue.


Claramente no había querido ir a la caferería, entonces, ¿cómo fue que llegó hasta las puertas de aquel local que desprendía un reconfortante aroma a chocolate caliente?


Al salir de la pequeña oficina del doctor Sherman, se sentía demasiado agotado para siquiera  caminar, así que cuando se encontró con su madre que lo esperaba pacientemente como siempre, solo le sonrió y le dijo que, cuando llegaran a casa y comieran algo para el desayuno, le contaría todo.

—Bueno cariño, ¿qué tal te fue hoy? ¿Ya te sientes mejor para hablarme? — Heidi sirvió con calma el agua caliente dentro de sus tazas mientras dejaba al lado de la de su hijo una de las pastillas que debía tomar, una par de waffles con unas moras y las ansiosas manos de su hijo jugando sobre la mesa. Eran raras esas situaciones en las que podían tomar desayuno juntos, pero lo agradecía completamente, sentía que se acercaba, aunque sea solo un poco, a Evan.

—¿Fue hoy? Porque realmente sentí, digo, siento, digo creí que pasaron días semanas meses años.— Soltó un suspiro y secó sus manos a los costado de su ropa, no porque estuvieran sudando en ese momento, solo era una mala costumbre que se le había pegado con el tiempo.

—Calma, Evan.

— Él no se enterará de la mentira, pero... ¿Y la cafetería? ¿realmente tengo que ir?

Heidi sacudió la cabeza con confusión, no entendía ninguna de las palabras que el otro estaba diciendo.

—¿De qué mentira hablas? ¿Qué cafetería?

— ¿Y si me encuentro con un compañero de la escuela? ¿O tal vez me atropella un auto? ¿Y si al llegar está cerrado? ¡O desarrollo una extraña alergia alimentaria al trigo!

—Se llama esprúe celiaco, querido y definitivamente no lo tienes.

—¿Y si nadie respondiera mi carta?—Levantó la cabeza que hasta el momento tuvo gacha, con una cara realmente angustiada y con un par de lágrimas, al que a cualquiera le rompería el corazón— Mamá, ¿Y si nadie respondiera mi carta?

Heidi frunció el ceño intentando entender lo que estaba pasando, hasta que lo notó: La dificultad para respirar y sonidos, ojos llorosos y su cuerpo entero temblaba. Otro ataque de ansiedad. Lo veía lejos, se sentía lejos, demasiado estrés emocional por un día. Fue hacia él y lo abrazó, le comenzó a hablar lento y pausado, como siempre. Lo ayudaría a superar esta situación, aunque cayera rendida frente al cansancio de los turnos extras y la escuela nocturna, haría lo posible por ayudar a su pequeño

—Evan, cuenta conmigo hasta quince ¿está bien? Uno, dos, tres... Busca en la habitación cinco objetos que puedas ver.

 Lo fue soltando de a poco, pero no demasiado rápido. No escuchaba números, solo sollozos

— Cuatro, cinco, seis... ahora 4 cosas que puedas tocar y sentir—Ningún número, pero  Evan logró sentarse en el sofá y sentir algunas cosas a su alrededor— Siete, ocho, nueve, ¿Hay 3 cosas que puedas oler en esta habitación, hijo?

—Diez, once, doce, tre-trece, catorce...—Suspiro largo y tendido, lo había logrado— Quince.

Después de ese momento, logró explicar la temática del café a su madre, quien, emocionada con la idea de "amigos", le dijo que quizá allí podía encontrar a alguien que le firmara el yeso, que no importaba el dinero, que para eso tomaba turnos extras... Y terminó yendo, sintiéndose ansioso como nunca y pensando en las mil y una cosas que podrían salir mal, además de estar para allí desde...

—¿Diez, quince minutos? Querido, ¿por qué no te animas a entrar? Tranquilo, todo estará bien. Ah, claro, debí asustarte, soy Cynthia, la dueña del café, vamos, entremos juntos.

 Ah, claro, debí asustarte, soy Cynthia, la dueña del café, vamos, entremos juntos

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¡Hola hola! gracias por leer este primer capítulo de mi primer fanfic <3 

Este primer capítulo es más de introducción que cualquier otra cosa, como notaron es Cynthia la que maneja el lugar, ¿cómo conocerá nuestro ansioso Evan a Connor?  lo veremos el próximo capítulo(?)

Gracias, por leer  ̶s̶i̶e̶s̶q̶u̶e̶a̶l̶g̶u̶i̶e̶n̶l̶l̶e̶g̶a̶a̶l̶e̶e̶r̶l̶o̶:̶c̶  y pues... eso, ¡nos bemoles!

In a lot of cup of hot chocolate, I will find you [Dear Evan Hansen/Treebros]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora