At the trees or at cafeteria, I feel comfortable with you

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Había días en los que simplemente Evan no podía levantarse de la cama por más que lo intentara, por más Querido Evan Hansen que quisiera escribir o pensar, simplemente no conseguía mover un músculo de su cuerpo. 

En días como ese, era en que sentía que las palabras de Jared sobre su ansiedad eran ciertas en algún sentido: un monstruo que se lo comía lentamente por dentro para luego dejar solo una cáscara hueca sin sentimientos, en días como ese eran en los que sentía solo. En días como ese se preguntaba si valía la pena seguir viviendo.

Comenzó a llorar sin saber por qué o tener un motivo exacto ¡no había hecho nada malo, nada incorrecto! ¿Por qué, entonces, se sentía así de mal? con un dolor punzante creciendo en su pecho, una sensación de ahoga que desespera a cualquiera, veía todo lejos y también lo sentía lejos, si desaparecía en ese momento ¿alguien lo notaría? algún amigo, familia... ¿alguien que lo encontrara? ¡No, Evan! no puedes hacerle eso a tu alrededor, debes estar bien para mamá, sonreír, aunque cueste.... pero ella no estaba ahí hoy, su madre estaría trabajando un turno de 24 horas para tener un poco más de dinero.  Miró hacia al lado y lo vio: su cajón de la mesita de noche que dentro tenía unas cuchillas viejas ¿aliviaría el dolor físico, al menos un poco, al dolor mental? No, se había prometido que no lo haría, por más que le costara no lo haría, incluso si era en las piernas para que nadie lo notara.

Luego de unos largos minutos de lucha interior, que bien pudieron ser horas, logró levantarse de la cama e ir bañarse, quizá el agua que limpiaría su cuerpo desnudo lograría limpiar también aquellos demonios que azotaban su cabeza día y noche. Salió de ella, se quitó la bolsa protectora de su yeso y se vistió. Intentaría, por más que le costara hacer que ese día fuera bueno, porque tenía una familia, iría a beber un buen chocolate caliente para animar el alma y jugaría en la consola que su amigo le prestó. Sonreiría aunque le costara, encontraría al menos un motivo para hacerlo.

Y tal como le había prometido a su madre el día anterior, iría a la cafetería, quizá dejaría una carta, quizá no. E incluso si no estaba convencido de ir y realmente no tenía ganas de hacerlo, juntó energía y valor necesario (que salieron de quién sabe donde) para ir allí. Salió de la casa y dio el primer paso, ya no había marcha atrás.

Sus pies lo llevaron hasta allí, aún temeroso por no estar seguro del camino y tentado a usar Google maps en varias ocasiones. No es que quedara lejos de su casa, pero esta quedaba cerca del centro de la ciudad donde todo era caos y él vivía más bien en un sector tranquilo y con muchos árboles.

De todas formas, llegó allí y se encontró con un escenario similar a la vez anterior que había visitado ese lugar: muchas personas charlando, otros tantos escribiendo sus cartas, unos pocos solos y evidentemente ansiosos. El olor a café y chocolate caliente mezclado en el aire llenaba sus fosas nasales, al igual que el aroma a galletas recién horneadas. La ansiedad de la vez anterior no lo llevó a percatarse de la hermosa decoración que alguien había hecho con mucho esmero para que todo aquel que entrara allí se sintiera, además de que fuera de las ventanas se hallaran cientos de Anemone Palmata, también conocida como hierba centella. O cómo la combinación perfecta de esas flores amarillas y las grandes ventanas iluminaban de forma natural el lugar. Una música tranquilizante sonaba de fondo. A un lado, los buzones, ansiosos esperando las cartas de la gente: un apartado para aquellas que esperaban a ser respondidas, otros para los que las escribían por primera vez y una para los que llevaban un buen tiempo intercambiando mensajes secretos. Ningún detalle estaba dejado al azar.

Respiró tranquilo y se acercó a la barra, si bien en esta ocasión había un par de personas hablando animadamente, intentó sentarse lo más lejos posible de ellos. Una vez se acomodó, saludó a Connor y pidió chocolate caliente, el mismo de la vez anterior, intercambiaron un par de palabras e intentaron también tener alguna conversación fluida, pero fallaron profundamente.

Con el paso de los días, aquella rutina se volvió natural para Evan y de forma increíble, en aquel pequeño tiempo, también las charlas con Connor surgieron de forma natural.

Ese lugar se estaba convirtiendo en un pequeño refugio para el más bajo, era, de hecho, un lugar seguro y tranquilo en el que sabía que podía ir siempre que quisiera, donde siempre habría alguien esperándolo, siempre habría un nuevo amigo esperándolo, siempre estaría Connor Murphy esperando a Evan Hansen.

Ese lugar se estaba convirtiendo en un pequeño refugio para el más bajo, era, de hecho, un lugar seguro y tranquilo en el que sabía que podía ir siempre que quisiera, donde siempre habría alguien esperándolo, siempre habría un nuevo amigo esperánd...

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¡Buenas noches gente de Wattpad! En este capítulo quise reflejar lo que las personas con trastorno ansioso sufrimos. Habrá días en los que simplemente todo parece estar bien y otros en los que apenas tienes energías para levantarte de la cama, que es superior a la flojera y realmente aunque quieras, no puedes hacerlo. 

Gente, la salud mental es igual de importante que la salud del corazón, pulmones y todo el cuerpo y nuestra mente también se puede enfermar. No se tomen a la ligera este tipo de problemas :c

En fin, muchas gracias por leer, no teman en dejar una estrellita y un comentario si les gusto (Sí, te hablo a ti) y nos leemos el próximo capítulo.

¡Nos bemoles! 

Pd: si alguien no entiende lo de nos bemoles, es porque el inicio suena similar al "nos vemos" entones, nos bemos... vemos, bemoles ¿No? ¿no? :c bueno, ya me largo :c

Pd2: este capítulo iba dedicado a Cony, ella sabe quién es, pero no sé cómo poner la dedicatoria arriba así que la puse acá jeje

In a lot of cup of hot chocolate, I will find you [Dear Evan Hansen/Treebros]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora