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—Sorpresa. —Cantó Alex tomándome por la cintura al salir de la tienda.

— ¿Qué haces aquí? —Cuestioné sorprendida ante su repentina aparición— ¿No tenías ensayo con la banda?

— ¿Ahora quién es la preguntona? —Dijo reprochándome— El productor necesitaba unir las canciones querida Ells, se deshizo de nosotros por unas horas. —Reí comenzando a caminar a su lado hasta llegar a su auto.

—Creo que haré como tu productor en cualquier momento... —Bromeé besándolo rápidamente antes de abrir la puerta del lado del copiloto— Espera, ¿dónde vamos? —Pregunté una vez que él estaba dentro.

—Vaya que eres fácil de secuestrar, entraste al auto sin que lo pidiera. —Acotó haciendo que me sonroje— Iremos a comer. Son las doce y media, tengo hambre. —Demandó encendiendo el auto.

—Ahora sí nos entendemos un poco mejor. —Reí fijando la vista en el camino al igual que él.

Una vez sentados en el restaurant, observé la carta y decidí por pollo al verdeo, mi favorito.

—Y una copa de vino tinto, por favor. —Añadí sonriéndole amablemente al mozo al mismo tiempo que Alex reía.

—Una copa de vino para mí también. Gracias. —Dijo entregándole el menú al hombre para volver a mí— Vaya elección, eres toda una adicta a la uva ahora. —Comentó haciéndome reír.

—Es tu culpa. —Negué con la cabeza al mismo tiempo que elevaba los hombros— Había pasado un tiempo desde la última vez que había bebido y ahora no podrás detenerme.

—Es bueno saberlo, ¿qué sería de mí si no tuviera mi cava en la casa? Nadie comparte mi gusto en vinos de todas formas. —Bromeó tomándome de la mano por sobre la mesa— Gracias por escapar conmigo.

—El trabajo está siendo un infierno y un glaciar al mismo tiempo, así que gracias por rescatarme. —Reí acomodando un mechón de cabello detrás de mí oreja al mismo tiempo que Alex me observaba fijamente. No sabía si había dicho la frase por la escapada o por si de verdad le agradecía haber aparecido en mi vida. Intenté disimular el cuestionamiento interior para evitar temas de conversación que pudieran llevar a una pelea innecesaria. Era satisfactorio poder estar con él en la misma mesa y haber comido sin problema alguno.

—A nosotros. —Brindó elevando su copa de vino con las últimas gotas del mismo al igual que la mía. Asentí con una sonrisa, dejando que el cristal golpee y provoque un agudo sonido.

—Faltan dos días, ¿cómo lo llevas? —Preguntó con las manos en sus bolsillos mientras caminábamos por el parque.

— ¿Llevar qué? —Cuestioné sonriendo ante la confusión de lo que hablaba.

—Tu calificación. —Dijo sonando irónico al mismo tiempo que me observaba sorprendido— No me digas que lo habías olvidado.

— ¡Mi cabeza está llena de cosas que, si el celular no me recuerda, me olvido de las cosas! —Reí cubriéndome el rostro ante la frustración oculta bajo el chiste.

— ¿Quieres hablar de eso? —Habló ahora de manera suave colocando su mano izquierda sobre mi hombro del mismo lado, acercándome a él con una sonrisa.

—Mmm... no. —Pensé arrugando mi nariz— Tienes demasiadas cosas que hacer como para preocuparte por mí, deja que el tiempo me ayude a solucionarlo.

— ¿No es por lo que ocurrió en casa de tu tía, verdad? Porque si ella se molestó, puedo...

— ¡No! —Reí negando con la cabeza— No es eso, es más, me llamó cuando me dejaste en casa y se burló de mí. Así que no, ella puede con eso.

—Eso me hace sentir bien por un lado, pero me refería a lo de... ya sabes. —Intuyó meneando la cabeza de lado a lado haciendo una mueca.

—No, no. —Susurré dejando que el viento agitara mi cabello, ocultando mi rostro de la vista de Alex— Es algo difícil de explicar... "Ese" asunto... —Bufé— Si llega a arruinarlo todo, juro que no sé qué voy a hacer...

—Hey —llamó colocándose frente a mí para tomarme por los hombros y hacer que lo mirara a los ojos—, tranquila, no estoy pidiéndote nada; sólo quiero saber si estabas bien. Luego recordé lo de la otra noche y me sentí fatal.

—Todo está bien. —Sonreí besándole la frente— Creí que...

—No vamos a hacer nada hasta que tú no estés lista. —Añadió y volvió a caminar a mi lado— Cambiando, ¿podemos sentarnos? Mi cintura está matándome. —Se quejó al mismo tiempo que yo asentía y reía— ¿Qué?

—Estás envejeciendo, Styles. —Bromeé dejándome caer sobre el césped.

—Pasé toda la mañana con mi trasero aplastado en el piano, tenme piedad. —Habló recostándose en el suelo por completo.

¿Desde cuándo me preocupaba la edad que Alex tuviera? Fruncí el ceño al darme cuenta de que lo hacía casi todo el tiempo aunque no me diera cuenta de ello. Muchas personas habían hecho énfasis en lo obvio, pero cuando Nate preguntó y Alex comenzó a toser, algo se unió en mi mente.
Una parte de mí estaba aterrada que aquellos cinco años más fueran a ser una barrera entre su experiencia con todo, desde relaciones y el mundo, hasta la vida.

El viento agitaba mi cabello hacia todos lados, dejándome sin otra opción que cerrar los ojos y rendirme en la lucha por mantenerlo apartado de mi rostro. Un click me obligó a regresar a tierra y dejar mis pensamientos enredados a un lado.

—¡No! Vuelve a cerrar los ojos, por favor. —Pidió Alex apuntándome con la cámara de su celular.

—Oye, no. —Me defendí rápidamente cubriéndome el rostro con ambas manos.

— ¡Hey! ¡Déjame tomar una foto tuya! —Rogó luchando para quitar mis brazos de mis ojos hasta que finalmente cedí y le permití acceso a mis ruborizadas mejillas— Por Dios, eres hermosa.

—Cállate Alex. —Demandé conteniendo una risa.

Estuvo unos diez minutos indicándome poses extrañas pero algo profesionales, en lo que el insoportable sonido de la cámara se oía una y otra vez, hasta que finalmente apartó el aparato de mi vista y sus ojos aparecieron en mi campo de visión.

— ¿Satisfecho? —Bufé estirando ambos brazos hacia arriba.

—Ven aquí. —Dijo haciéndome voltear y caer hacia atrás, chocando mi espalda contra su pecho, permitiendo que sus piernas envolvieran las mías al igual que sus brazos se enredaban sobre mi abdomen— Ahora sonríe.

Dicho y hecho. Recosté la cabeza sobre su hombro izquierdo y me divertí haciendo gestos extraños y graciosos frente a la cámara frontal, dejando que mi corazón palpite con fuerza al oír su risa y sentirla vibrar en su pecho. Las arrugas a los lados de sus ojos indicaban que de verdad estaba divirtiéndose conmigo, dándome una sensación de tranquilidad que invadió mi cuerpo de inmediato; permitiendo que me sintiera como en casa, por primera vez en años.

Writing ProcessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora