Epílogo

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–Okay... –suspiró Alex tomando el cierre entre sus dedos para subirlo con cuidado a lo largo de mi espalda– Listo.

–Gracias. –Sonreí dejando caer mi cabello nuevamente sobre mis hombros y espalda, regresando la vista al espejo por enésima vez.

–Deja de mirarte, Leah te ha dejado como toda una celebridad, no dudes de cómo luces. –Dijo casi reprochándome al mismo tiempo que arreglaba el cuello de su camisa– Es más, saldría contigo. –Rió enseñándome la lengua.

Negué con la cabeza mientras que alisaba la falda del vestido rosa pálido, asegurándome que estaba perfecto. Alex iba a llevarme con él a una entrega de premios, sé que lo mencionó antes, pero nunca creí que pasaría de nuevo. Además estábamos tomándonos las cosas con calma, los besos se detenían en cierto punto por más que los dos deseáramos otra cosa, haciéndonos dudar de qué debíamos hacer y si esto estaba bien, pero no nos podíamos quejar de cómo nos había ido en estos seis meses.

Al llegar a mi casa el día de la firma de libros, la conversación atravesó todos los puntos posibles; hablamos como personas civilizadas, nos elevamos la voz, gritamos y terminamos en lágrimas en diferentes habitaciones del departamento, hasta que él ingresó a mi habitación, se recostó a mi lado en la cama y, aunque estaba dándole la espalda, me abrazó, estuvo sujeto a mí por horas hasta que nos dormimos y despertamos con las piernas y brazos enredados estallando en risas. Pero creo que así debía ser. Peleábamos antes, durante y después de lo ocurrido, Alex y yo no teníamos arreglo; algo bueno era que la relación no era tóxica, en ese caso no sabría qué hacer.

Al menos yo no fui la única con su sueño cumplido y final feliz. Él había sido nominado con el álbum del año en los premios Billboard, siendo esta su primera nominación como solista y, para él, la más importante.
Bajamos de la elegante camioneta por puertas diferentes, dándome unos segundos para suspirar y armarme de valor antes de enseñar mi rostro a todos los fanáticos que gritaban en la entrada, justo donde la alfombra comenzaba.

La mano de Alex se encontraba tendida en mi dirección dejándome sin otra chance que tomarla y rogar no tropezar los tacones altos con el vestido ni la alfombra. Nuestros nombres salían a gritos de las bocas de las personas aguardando detrás de las vallas, logrando que me sorprenda el hecho de que supieran mi nombre y usaran el apodo que él me había dado.

– ¡Ells! ¡Alex! ¡Una foto por favor! –Pidió una chica a gritos pero no pudimos detenernos por la presencia de dos enormes hombres vestidos de traje negro a nuestras espaldas. Sentí mi cuerpo temblar como si fuera a desmayarme cuando divisé a muchos de mis cantantes favoritos posar en la alfombra con todos los paparazi apuntándoles con las cámaras, gritándoles que miren en su dirección para dejar que los flashes les arruinen la vista. La mano de Alex que sujetaba la mía, la dejó ir para dirigirse a mi cintura y guiarme con él hacia la boca del diablo, exponiéndome ante las enormes cámaras negras y las personas gritando.

– ¡Alex! ¡Alex aquí! –Gritaban frente a nosotros– ¿Es tu novia? –Preguntaron desde otro lado.

–Sólo mira desde la izquierda hacia la derecha lentamente y sonríe, prometo que terminará pronto. –Masculló rápidamente en mi oído mientras se inclinaba de manera leve hacia mí y lucía como que estaba besándome la sien. La presión era mucha, demasiada tal vez, pero debía darle una oportunidad a este lado de la "fama", yo apenas recibía flashes en mi rostro y él se sentía extraño cuando no.

– ¡Alex, hermano, no te vayas! –Bufaron unos hombres cuando nos movimos a un costado, dirigiéndonos hacia donde se ingresaba a la fiesta de gala– ¡Preséntanos a la chica! ¡Señorita Hext, por aquí! –Pidieron reporteras a lo que solamente me cubrí como pude con el cabello, pretendiendo que había caído en mi rostro.

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