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—Mierda —mascullé apoyando rápidamente las palmas de mis manos contra el suelo para evitar golpear mi rostro al caer del sillón, fallando al chocar el hombro derecho contra la mesa de la sala de estar. ¿Qué hacía aquí?

Me reincorporé lentamente y volteé para asegurarme que todo en el apartamento estaba en orden y así era. Desde el suelo, divisé las llaves cerca de la puerta y lo recordé.
Corrí hasta mi habitación para encontrarme con la cama perfectamente hecha y sin rastros de Alex. Su celular y las llaves de su auto habían desaparecido de sobre la mesa, dándome a entender que se había ido.

La puerta estaba cerrada con seguro, por lo que entendí la aparición del llavero en el piso, había cerrado desde afuera y deslizado las llaves por el espacio debajo de la misma. Sonreí ante el gesto de cuidado, pero la felicidad se esfumó cuando observé el reloj.
Tenía sólo diez minutos para salir y llegar a la universidad, hoy tenía la entrega de resultado de unos exámenes y no podía faltar.

En segundos, me cambié y arreglé, tomando una pequeña caja de jugo de la heladera y una barra de cereal para desayunar en el bus. Maldición Alex, ¿por qué no me despertaste?

— ¿Dónde estabas? Íbamos a desayunar juntas, ¿recuerdas? —me reprochó mi amiga a la vez que yo arrojaba la basura en el cesto y el resto me miraba.

—Lo siento, me quedé dormida. El celular simplemente no sonó. —mentí corriendo con el grupo hacia el salón de clases. Una vez dentro, todas nos sentamos en círculo, esperando a que la profesora ingrese y comience con la devolución de las calificaciones.

— ¡Díganme que vieron las fotos! —chilló Poppy con el celular en su mano.

— ¿Fotos de qué? —preguntó Mía mascando chicle.

— ¡De uno de los integrantes de One Destination! —gritó mirando la pantalla de su celular haciendo que mi corazón se detenga y mis manos comiencen a sudar. Maldición.

—Oh Dios, ¿cuál de todos? —respondió Kim poniéndose de pie junto a ella en lo que yo rezaba que no dijera Alex Styles.

— ¡Nate Holly! —exclamó y sentí como mi cuerpo se relajaba—. Anoche estaba con una chica de cabello rubio saliendo de un bar. Miren, ¿no se ven tiernos?

—Apenas puedo verle el rostro, Poppy. —farfulló Kim algo decepcionada— Deja al chico en paz.

— ¡Pero lo amo! —dijo y todas reímos al unísono.

—Peor sería si fuera el de los rizos... ¿Cómo se llamaba? Ya ni recuerdo su nombre, pero sí que estaba bueno.

— ¿Lewis? —habló Sarah mirando a Poppy.

—Alex, se llamaba Alex. —dijo ella buscándolo.

— ¿Se ha muerto? —inquirió Kim abriendo los ojos.

—No, idiota. Sigue vivo, sólo que ya casi no hay noticias de él, nadie sabe qué hace.

—Probablemente esté viviendo como alguien normal. —dije elevando los hombros mientras que esperaba a que la profesora me llame.

—No lo creo, tiene demasiadas chicas detrás como para ser normal. —agregó Kim sin mirarme.

— ¡Hext! —llamó la señora de sesenta años obligándome a abandonar la conversación.

Obtuve una nota alta en el examen, lo que solo me dejaba prepararme para el final de literatura, si pasaba con una calificación mayor a 85, por fin era libre de la universidad.

— ¿Cómo te ha ido? —preguntó Lucas de mala gana cuando llegué al trabajo días después.

—Bien, gracias. ¿Tú? —respondí acomodando mis cosas casi sin aliento.

—Setenta, tengo que estudiar para el final. —habló rascándose la nuca—. Oye, lamento lo del otro día con el loco de los álbums.

—No es nada, ya pasó. —dije rápidamente atando mi cabello en una coleta alta.

— ¿Pasa algo? Luces apresurada. —inquirió en lo que pasaba por su lado cargando cajas repletas de nuevos álbumes.

—Tengo que irme una hora antes y quiero colocar todo lo nuevo que ha llegado.

— ¿A dónde? —siguió, pisándome los talones.

—Con mi tía, necesita ayuda con la casa y prometí ir a las cinco.

—Oh, de acuerdo. Estaré en la caja si necesitas ayuda, Hannah te cubrirá. —informó, ganándose un pulgar arriba de mi parte.

—Maldición —susurré golpeando el estante con la palma de mi mano. Nunca le mentía a Lucas, odiaba hacer eso. Si él lo hacía, era por una buena razón, no como yo, usando excusas. Miré a mi amigo hacer su trabajo, arrodillada frente a las cajas en el suelo, sintiendo como mi pecho se contraía al comportarme como perra con él aunque a veces hiciera lo mismo conmigo—. Lo siento. —mascullé para volver a acomodar cosas intentando pensar en otra cosa que no me persiga hasta en sueños.

— ¿Te pasó algo en la espalda? —habló Lucas tras haber pasado horas concentrada en el alfabeto para ordenar.

— ¿Qué? —pregunté intentando ver a través de la tira de la musculosa— ¿Dónde?

—Aquí, permiso. —dijo tocando mi piel cerca del hombro donde se podía ver un pequeño moratón.

—Ouch —me quejé al tocar con fuerza—, no lo había visto. Probablemente me golpeé con algo.

—Ponte algo de hielo —recomendó regresando hacia donde unos clientes estaban observando remeras. Llevé la mano derecha hacia el hombro del mismo lado e intenté recordar de algún golpe hasta que la imagen de mí cayendo del sofá hace unos días apareció. Reí golpeándome la frente con la palma de la mano y seguí con lo mío cuando la alarma de mi celular sonó, indicando que era hora de que fuera a prepararme antes de ir a acompañar a Alex en su presentación, aunque estaba cien por ciento segura que yo estaba más nerviosa que él.

Writing ProcessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora