Capítulo final.

35 2 2
                                    

—Crawford, ¿Qué estás haciendo?
—Estoy buscando una caracola para mi bella esposa.

Mackenzie soltó una carcajada y volvió a recostarse en la reposera. Miró a Crawford y éste volvió a sumergir su cara dentro del agua.
Salió y comenzó a respirar agitadamente, corriendo hasta donde se encontraba Mackenzie y quitando sus antiparras.

—¡Vi un pez! ¡Mack, vi un pez!
—¿En serio? —contestó emocionada.
—¡Sí! —le agarró la mano y tiró—. ¡Vamos, tienes que verlos!
—¡Eh, cuidado con la panza! —gritó Joshua y Mackenzie rió, levantándose con pesar.
—Na, estos kilos de más no pueden contra mí —sonrió—. Vamos a ver esos peces, Crawf.

Él chilló como niño y llevó a Mackenzie al mar, dándole las antiparras y tirándose al agua. Ella puso un pie dentro y toda su piel se erizó.

—Mierda, Crawford, el agua está helada.
—¿Le hace mal a las bebés? —preguntó preocupado.
—Según Thea, no.
—¿Entonces? Vamos, no seas gallina.

Crawford la miró con una sonrisa triunfante y Mackenzie rodó los ojos, adentrándose en el mar mientras titiritaba.

—Más te vale que luego de esto, me compres mucha comida —su esposo le besó la mejilla y la miró de manera tierna.
—Siempre lo hago, excepto cuando yo soy la comida.

La cara de Mackenzie se tornó roja y tapó su cara, negando. Crawford rió y volvió a zambullirse en el agua.

—¡Nena, los peces no van a esperar todo el día!
—Ugh, estoy yendo, pervertido —Crawford carcajeó y Mackenzie sumergió todo su cuerpo, menos su cara—. Tu puta madre, Crawford, voy a congelarme.
—¿Y con esa boquita dices mi nombre?
—Digo tu nombre y más —Crawford se sonrojó y Mackenzie rió—. ¡Eres un mal pensado!
—Ya, perdón —sonrió rodando los ojos—. ¡Maaaaaaaaaack, mira los peces!
—No sé quién va a ser peor, tú o las gemelas —Crawford apoyó una mano en el vientre de Mackenzie y sintió una patada, dejando sin aliento a los padres.
—Eso significa 'Los tres, mami' —habló él imitando una voz chillona.
—Mejor me mudo cuando nazcan.
—Oh no, claro que no —Crawford llevó sus manos a su cintura—. Las bebés también son tuyas, Mackenzie. Son tú responsabilidad.
—Estás hablando como una mujer, ¿Sabías?
—Es el chiste, tontita —ella le sacó la lengua y él rió—. Ahora, mira los peces.

Mackenzie se colocó las antiparras y metió la cabeza dentro del agua, mirando el fondo del mar. Frunció el ceño al no ver ningún pez, sacó la cabeza y miró a Crawford, el cual tenía una sonrisa gigante.

—Cariño, no hay peces —Crawford dejó de sonreír.
—¿Qué?
—Se fueron —él hizo puchero.
—¡Oooohhhh! ¡Pero quería que los vieras! ¡¿Ves?! ¡¡Es porque tardaste mucho!!
—Ya, ya. Ven aquí —abrió sus brazos y su esposo se le abalanzó.

Crawford la abrazó y Mackenzie tuvo que evitar carcajear. Luego de tantos años de estar juntos, Crawford había comenzado a hablar como ella, y viceversa. Ahora ella decía cool y él se quejaba con el típico ooohhh de Mack.

—Tu panza no me deja abrazarte —se quejó moviéndose y aplastando su abdomen plano y tonificado con el de Mackenzie.
—Perdona por llevar dos personas dentro mío, genio.
—Ya quiero que salgan —comenzó a moverse de lado a lado, haciendo que Mackenzie riera y lo abrazara más fuerte—. Quiero darles muchos besitos.
—Más te vale que estés así de emocionado cuando lloren a la noche y te despierten —se separó de Crawford y lo miró con una sonrisa.
—Claro que sí —contestó riendo nervioso—. Pfff, osea.
—¡¡HERMANA!!

Crawford y Mackenzie miraron asustados a Ashton, el cual se encontraba corriendo hasta ellos.
Crawford lo alzó y ambos vieron las lágrimas que bajaban por la cara del hermano de Mack.

—¿Pero qué te pasó? —preguntó la científica, asustada.
—Me mordió un pez —el niño hizo puchero y Crawford largó una carcajada, al igual que su esposa—. ¡Ey!
—Oigan, no se rían —dijo una voz detrás de ellos—. Que eso duele.
—Ashton, eres igual de exagerado que Thea.
—Gracias, mejor amiga —contestó la chica rodando los ojos—. Imagínate que algo malo me pasa.
—Púes, adiós a los mellizos —dijo Crawford riendo y Thea llevó una mano a su vientre, chillando.
—Deja a mi hijo y a mi hija en paz, mala persona.
—Ya —Crawford rió y dejó al pequeño de 10 años en el mar—. Muéstrame tu dedo, Ash.

Ashton estiró su dedo meñique y Crawford lo estudió, viendo 5 puntos pequeños como si fueran los dientes del pez. Thea miró detenidamente y asintió.

—Yo tenía lo mismo cuando me mordió ese pescado, Ash —se encogió de hombros—. No te vas a morir, a lo mejor te conviertes en Aquaman.
—¿Aquaman? —preguntó confundido y Josh, el cual se había acercado minutos antes, abrazó a Thea y habló.
—¿Viste Spider-Man? Pues, a él lo muerde una araña —Thea asintió y Ash miró su dedo.
A la mierda —sonrió de oreja a oreja y gritó—. ¡Voy a ser un súper héroe!
—Uno que habla con los peces, mira que divertido —Mack rodó los ojos y lo empujó un poco—. Vamos a comer, que tengo hambre.
—¿Qué tienen en mente? —preguntó Josh y Thea habló.
—Quiero comer salmón —sonrió y Ash chilló.
—¡El salmón es un hermano mío! Nadie va a comer peces en esta familia, no hasta que yo viva.
—¿Ah no?
—Nop.
—Entonces... —Joshua sonrió y Crawford gritó.
—¡Tendremos que comerte a ti!

El pequeño salió disparado y fue seguido por ambos adultos, los cuales lo perseguían gritando y riendo. Thea miró a su mejor amiga y habló divertida.

—Lo que serán esas chiquillas —señaló la panza de Mackenzie—. Van a ser una bomba atómica.
—Eh, que tus bebés no se quedan atrás —le tocó una costilla y Thea carcajeó.
—¿Qué dices si vamos a comer juntas? Tu esposo y mi novio parecen estar demasiado ocupados, y nuestros bebés de 6 meses parecen estar hambrientos.
—¡Sí! —Mack abrazó a Thea y frotó su mejilla con la de su amiga—. ¡Almuerzo de mejores amigas!
—Y de futuras mamás.

Sonrió Thea y de un momento a otro Mackenzie se encontraba gritando en los brazos de Crawford.

—¡Groar! —rugió—. ¡Voy a comerme a ésta ballena, y tú, Ashton Bloom, no vas a impedirlo!
—Púes cometela, que está muy mandona —dijo el pequeño y Mackenzie habló ofendida.
—¿Crawford, me acabas de llamar ballena?
—No...—dijo y sonrió tiernamente—. ¿Quizás?
—Oh oh, escena cursi —dijo Thea, agarrando a Josh y a Ash con ambas manos—. Vamos antes de que nos hagan vomitar.

Crawford bajó a Mackenzie de sus brazos y la abrazó. Ella rodó los ojos y copió su acción.

—Sabes que aunque tengas mil kilos de más, te seguiré amando —Mack carcajeó y negó, mirándolo.
—Ay pero que tierno —ambos rieron—. Te amo mucho mucho mucho, Crawford. No creo que pare de decirlo.
—Me gusta que lo digas —se sonrojaron—. Vamos, repitelo y hazlo bien cursi.
—Te amo, Crawford Collins, alías periodista caníbal, alías futuro papá de mis bebés —Crawford se sonrojó a más no poder y besó a Mackenzie.

Se separó de ella y, con los ojos cristalizados, habló.

—Te amo mucho, Mackenzie Bloom, alías ballena científica, alías futura mamá de nuestras bebés.

Y ahora, luego de besarse, ambos se encontraban llorando de la felicidad.

Claro, hasta que un grito agudo los volvió a interrumpir.

—¡¡HERMANA!! —miraron a Ashton y Mackenzie gritó.
—¡¿Qué pasó?!

El niño miró su otra mano y volvió su mirada a su hermana, sonriendo.

—¡¡ME MORDIÓ OTRO PEZ!!

Crawford Collins. Ciencia & periodismo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora