Capítulo 15.

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—Ignoremos lo que dije.
—De acuerdo.

El silencio era común entre ellos dos. Que suerte que ninguno se sentía incómodo, porque si no, no podrían convivir nunca entre los dos si se quedaban callados. Mackenzie apoyó su espalda en el respaldar y miró a Crawford.

—¿Cómo se llamaban tus padres? —él la miró y sonrió con nostalgia.
—Stacey y John.
—¿Y cómo eran? De personalidad, claro —lo miró curiosa y Crawford soltó una risita.
—Eran los mejores del mundo —suspiró—. Mi padre era un poco más serio, mi madre era un amor. Ella cantaba, y cantaba hermoso. Estoy seguro de que por eso Kirsten y Chris cantan —el apoyó sus codos en sus rodillas y miró a Mackenzie—. Me habría gustado que se quedaran conmigo, al menos para que Karisma tuviera algún recuerdo de ellos. Los tiene, pero son muy pocos. Si no fuera por las fotografías, ella no recordaría la cara de mis padres.

Mackenzie asintió, dándole a entender que sabía de lo que hablaba. Le pasaba lo mismo con Ashton.

—Mi hermano tiene miedo de olvidar sus rostros —hizo una mueca—. Por lo que tiene una fotografía de ellos en su mesa de luz.
—Eras parecida a tu madre —sonrió y Mackenzie asintió.
—Sí, todos decían eso. Mi padre se sentía celoso de ella, él quería parecerse a mí, pero estaba feliz de que su hijo varón fuera igual a él —Crawford miró la foto de vuelta y preguntó.
—¿Cuántos años tenías en esa foto?
—Diecinueve, y mi hermano un año. Faltaban dos meses para que cumpliera los dos.
—Cuando...—carraspeó—. Cuando murieron, ¿Cuántos tenías?
—Veinte, mi hermano tres.
—Yo igual —suspiró y apoyó su espalda en el sillón—. Esto es tan injusto.
—La vida misma es injusta —se encogió de hombros—. Adam, mi padre, siempre decía que si la vida no te daba limones, los cosecharas tu mismo. La frase es una estupidez, ni siquiera sé cosechar limones —Crawford carcajeó.
—Quizás podamos cosechar limones juntos, yo sí sé hacerlo —sonrió de una manera tierna y ella frunció el ceño divertida.
—¿En serio?
—Nop, pero existe internet —guiñó un ojo y Mackenzie rió—. Sé que debería preguntarte más por tus padres porque tengo curiosidad, pero me gusta hacerte reír y si hablamos de ellos no vas a reír.
—Puedo reír —sonrió.
—¿Lo harías por mi?
—Claro que sí.
—Eres increíble.
—Lo sé.

Volvieron a reír y Crawford suspiró enamorado. Jamás se cansaría de la risa de Mackenzie. Era tan linda, igual que ella. No le podía gustar más de lo que ya le gustaba.
Ella lo miró y se sonrojó. La estaba mirando tan fijo, que se sentía desnuda. Su pie comenzó a moverse de arriba a abajo y ella bajó la mirada. Crawford sonrió y tocó la mano de Mackenzie, por lo que ella levantó la mirada.

—Perdón por acosarte.
—Está bien —miró sus manos y tartamudeó—. Yo... Eh, me gusta que me acoses —lo miró y negó rápidamente—. No, no quise decir eso, eh, yo también te acoso —Crawford carcajeó—. ¡No, espera! No, no te acoso, osea sí, pero... Me... Yo nada más acoso a lo que me parece lindo.

Su cara se tornó más roja y Crawford volvió a carcajear. Mackenzie llevó sus manos a su cara y negó, sintiéndose como Marinette de Miraculous Ladybug.

—Esto es patético.
—Me parece sumamente tierno. De hecho, te besaría —ella sintió un golpe en el pecho y lo miró.
—¿Y por qué no lo haces? —ambos se sonrojaron como un tomate.
—Eh...
—Lo lamento, no quise decir eso —miraron al frente, incómodos, y Crawford rodó los ojos para sí mismo.

Recordó las veces en las que Christian le daba consejos para conquistar a chicas que le parecían lindas.

'—Tienes que escucharlas, les encanta. Y si te preguntan cómo les queda algo, no seas sincero.
—¿Y si quiero...?' —se calló al sentir vergüenza de decirlo.
'—¿Besarla?' —preguntó su hermano con una sonrisa—. 'Le preguntas si quiere que la beses. Nunca invadas su espacio sin preguntarle si puedes hacerlo.'

Crawford Collins. Ciencia & periodismo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora